Cuentos Clásicos

Roxy y el Río Sagrado

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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En el corazón de los Andes, en el pequeño y pintoresco pueblo de Huari, vivía una joven llamada Roxy. Huari era un lugar donde las montañas tocaban el cielo y los ríos serpenteaban por los valles, alimentando la tierra y proporcionando vida a todos sus habitantes. Desde niña, Roxy había escuchado historias sobre la grandeza y pureza del río que atravesaba su pueblo, un río que sus ancestros consideraban sagrado.

Sin embargo, los tiempos habían cambiado. Una empresa minera había comenzado a operar río arriba, y con el paso de los años, el río se había contaminado con petróleo y otros desechos. Lo que antes era un cristalino arroyo se había convertido en un oscuro y maloliente cauce. Los peces habían desaparecido, las plantas en las orillas se marchitaban y los animales evitaban acercarse. La comunidad de Huari, que dependía del río para sobrevivir, estaba desesperada y abatida.

Roxy, una joven de espíritu fuerte y corazón valiente, no podía soportar ver el sufrimiento de su pueblo y el deterioro de la naturaleza. Recordaba las palabras de su abuela, quien le había hablado sobre un antiguo poder que corría por su familia, un don otorgado por los espíritus de la naturaleza. «Nuestro linaje siempre ha estado en sintonía con los elementos», decía su abuela. «Tenemos el poder de purificar y sanar la tierra y el agua. Este poder se manifiesta cuando el corazón es puro y el propósito es noble.»

Un día, mientras contemplaba las aguas oscuras del río desde la orilla, Roxy sintió una presencia. Cerró los ojos y escuchó el susurro del viento entre los árboles, el murmullo de las hojas y el lejano canto de un ave. «Roxy», susurró una voz suave pero firme. «Tienes el poder dentro de ti para sanar estas aguas. Debes creer en ti misma y en los espíritus que te guían.»

Decidida a intentar lo imposible, Roxy buscó entre las pertenencias de su abuela y encontró un antiguo libro de rituales y leyendas. En sus páginas amarillentas, leyó sobre cómo sus ancestros invocaban a los espíritus de la tierra, el agua y el aire para purificar el agua. Con el corazón palpitando de emoción, supo que debía intentarlo.

Al día siguiente, Roxy caminó hasta un claro en el bosque, donde el río aún corría libre y limpio antes de mezclarse con los contaminantes de la mina. Se arrodilló junto al agua y comenzó a recitar las palabras del antiguo ritual, pidiendo ayuda a los espíritus de la naturaleza. Mientras hablaba, una luz suave comenzó a rodearla, y el aire se llenó de una energía vibrante.

De repente, el agua del río comenzó a brillar con una luz plateada. Los peces que habían huido regresaron, nadando con alegría. Las plantas en las orillas recuperaron su verdor, y el canto de los pájaros llenó el aire. Roxy, con las manos extendidas sobre el agua, sintió cómo una fuerza poderosa fluía a través de ella, purificando el río.

El proceso no fue fácil. Día tras día, Roxy regresó al río, recitando los rituales y manteniendo la fe en su misión. A medida que trabajaba, los habitantes de Huari empezaron a notar los cambios. El agua se volvía más clara, y la vida comenzaba a regresar al río. Inspirados por el coraje de Roxy, muchos se unieron a ella, ayudando a limpiar las orillas y plantar nuevos árboles.

La noticia de lo que Roxy estaba haciendo llegó a oídos de la empresa minera. Preocupados por el impacto de sus acciones, los directivos decidieron visitar el pueblo. Al ver la determinación de Roxy y la transformación del río, comprendieron el daño que habían causado. Decidieron cambiar sus prácticas, implementando métodos más limpios y seguros para proteger el medio ambiente.

Con el tiempo, el río volvió a ser lo que una vez fue: una fuente de vida y belleza. Los habitantes de Huari celebraron la valentía y el poder de Roxy, sabiendo que gracias a ella, su hogar estaba a salvo. Roxy, por su parte, comprendió la importancia de creer en uno mismo y en el poder de la naturaleza.

Las leyendas de Huari ahora contaban la historia de una joven valiente que, con la ayuda de los espíritus y su determinación, había salvado el río y devuelto la vida a su pueblo. Roxy continuó protegiendo la naturaleza, enseñando a las futuras generaciones a respetar y cuidar el mundo que los rodeaba. Su nombre se convirtió en sinónimo de esperanza y valentía, y su legado perduró por generaciones.

Un día, mientras descansaba junto al río, Roxy escuchó nuevamente la voz de los espíritus. «Roxy», dijeron, «has hecho un gran trabajo, pero tu misión no ha terminado. Hay otros lugares que necesitan tu ayuda. Lleva tu sabiduría y tu poder a donde más se necesiten.»

Con el corazón lleno de esperanza y una renovada determinación, Roxy decidió viajar más allá de Huari para continuar su labor. Sabía que donde quiera que fuera, llevaría consigo el amor y la gratitud de su pueblo, y los espíritus de la naturaleza siempre la acompañarían.

Cada lugar que visitaba le traía nuevos desafíos y aprendizajes. En cada rincón del país, Roxy encontraba comunidades que enfrentaban problemas similares. Utilizando su conocimiento y su poder, enseñaba a los habitantes a vivir en armonía con la naturaleza y a proteger los recursos que les brindaban vida.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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