Cuentos de Fantasía

Bloom, el mensajero del universo, desbloquea la imaginación perdida

Lectura para 8 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un rincón mágico del universo, donde las estrellas brillaban con un resplandor especial y los planetas danzaban entre sí como en un vals cósmico, vivía Bloom, un pequeño unicornio con un cuerno resplandeciente y una melena llena de colores. Bloom no era un unicornio cualquiera; tenía la habilidad de viajar a través del espacio y el tiempo. Su misión era importante: ser el mensajero del universo y ayudar a aquellos que habían perdido su imaginación.

Un día, mientras surcaba el espacio en su lanza de luz, Bloom sintió una extraña vibración proveniente de un planeta llamado Imaginaria. Sin pensarlo dos veces, decidió investigar. Con un giro de su cuerno, se dirigió hacia el planeta furiosamente cargado de posibilidades.

Al aterrizar, Bloom se dio cuenta de que Imaginaria estaba diferente. Los árboles, que antes eran vibrantes y llenos de colores, ahora estaban marchitos y grises. Las risas de los niños que solían resonar por todo el reino habían desaparecido. Bloom sintió una profunda tristeza al ver que la imaginación de todos había sido robada.

Entonces, se encontró con una niña llamada Lila. Era pequeña, de ojos brillantes y un cabello rizado que ondeaba al viento. Lila estaba sentada bajo un árbol marchito, dibujando en un viejo cuaderno con un lápiz roto. Al ver a Bloom, sus ojos se iluminaron de asombro. «¡Un unicornio! ¡Nunca he visto uno en la vida real!» exclamó.

«Hola, Lila. Soy Bloom, el mensajero del universo», dijo el unicornio con su voz melodiosa. «He venido a ayudarte. He sentido que tu imaginación se ha apagado, y quiero saber qué ha pasado».

Lila bajó la mirada, triste y desanimada. «Es cierto, Bloom. Desde hace tiempo, nadie puede imaginar cosas divertidas. Todo el mundo está demasiado ocupado y estresado. Mis amigos ya no juegan ni inventan historias. Todo se ha vuelto muy aburrido».

Bloom recordó entonces una leyenda que había escuchado en uno de sus viajes. Decía que un dragón antiguo llamado Zorak había robado la imaginación de Imaginaria para hacerla su prisionera y utilizarla como combustible para sus travesuras. Sin perder tiempo, Bloom decidió que debían encontrar a Zorak y recuperar la imaginación.

Lila, sintiéndose inspirada por la bondad de Bloom, asintió con determinación. «¡Vamos a encontrar al dragón y a recuperar la imaginación de todos!», gritó con un nuevo brillo en los ojos. Así, los dos nuevos amigos comenzaron su aventura.

Mientras caminaban por el bosque, encontraron a un tercer personaje: un pequeño zorro llamado Pip, que estaba atascado en un arbusto espinoso. Bloom usó su magia para liberar al zorro. «¡Gracias! No sabía que mi curiosidad me llevaría a algo tan complicado», dijo Pip mientras se sacudía las espinas. «¿Puedo unirme a ustedes? Tal vez juntos podamos encontrar a Zorak».

Los tres amigos continuaron su viaje, enfrentando diversos desafíos. Cruzaron ríos de arcos iris, se adentraron en cuevas llenas de cristales brillantes y resolvieron acertijos guardianes para avanzar. Cada nueva experiencia llenaba sus corazones de alegría y, para Lila, su imaginación empezaba a despertar poco a poco.

Finalmente, después de una larga travesía, llegaron a la cueva donde vivía Zorak. Este dragón era enorme, con escamas que destellaban como el fuego y unos ojos que brillaban con astucia. «¡Vaya, vaya! ¿Qué traen aquí unos mocosos?», rugió Zorak con una voz retumbante.

«¡Hemos venido a recuperar la imaginación de Imaginaria!», respondió Bloom, con valentía. «No puedes quedarte con lo que no es tuyo».

Zorak soltó una risa burlona. «¿Y qué podrían hacer unos niños y un unicornio contra mí? La imaginación es poder, y yo la necesito. Me da energía para volar y jugar».

Lila, sintiéndose inspirada por la situación, dio un paso al frente. «Zorak, la imaginación es un regalo que todos deben compartir. Si la mantienes para ti solo, te quedarás solo y triste. Piensa en lo divertido que sería jugar juntos y crear historias increíbles».

El dragón permaneció en silencio por un momento, sorprendido por las palabras de la niña. Ningún ser le había hablado así antes. Mientras reflexionaba, Bloom lanzó un destello de luz mágica que envolvió la cueva. Las chispas llenaron el aire, creando imágenes de risas, juegos y aventuras. A Zorak le brillaron los ojos al ver lo que había estado perdiendo.

Mientras Bloom, Lila y Pip compartían historias y sueños, Zorak sintió cómo su corazón comenzaba a cambiar. La emoción de volver a jugar y crear lo invadió. «Está bien, está bien… puede que me haya dejado llevar por mi egoísmo», admitió el dragón. «¿Y si realmente intentamos compartir la imaginación?»

Con una sonrisa, Bloom respondió: «¡Esa es la mejor idea! Juntos podemos hacer que Imaginaria sea el lugar más fantástico del universo».

Zorak, Lila, Bloom y Pip se unieron en una celebración de imaginación. Juntos, liberaron las ideas y sueños atrapados y la imaginación fluyó de nuevo por todo Imaginaria. Los árboles recuperaron su esplendor, las risas resonaron de nuevo en el aire y los niños comenzaron a jugar y crear como antes.

Al final del día, Bloom comprendió que compartir la imaginación los había unido. No solo habían recuperado algo valioso para todos, sino que también habían encontrado amigos en el camino.

Desde aquel día, cada vez que Bloom viajaba por el universo como mensajero, siempre regresaba a Imaginaria para crear nuevas aventuras junto a sus amigos y recordarles a todos que la imaginación nunca debe ser una prisión, sino un regalo para compartir. Así, Imaginaria se convirtió en el reino donde la creatividad y la diversión nunca volvían a perderse, y todos, incluidos Zorak, Bloom, Lila y Pip, vivieron felices, creando historias sin fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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