En una pequeña ciudad donde lo cotidiano se entrelazaba con lo mágico, vivía un niño llamado Daniel. Daniel no era un niño ordinario; su mejor amigo era Thor, una criatura mágica que parecía un perro gigante con alas y ojos que brillaban en la oscuridad.
Un día, mientras exploraban el desván de la casa de Daniel, encontraron un objeto olvidado y cubierto de polvo: un iPad antiguo, diferente a cualquier otro dispositivo moderno. Este iPad tenía grabados extraños símbolos y parecía vibrar con una energía misteriosa.
«Thor, mira lo que he encontrado,» dijo Daniel, limpiando cuidadosamente el iPad. Thor ladró suavemente, como si percibiera algo especial en ese objeto.
Al encender el iPad, no mostró la típica pantalla de inicio, sino que desplegó un mapa estelar que cambiaba y se movía con cada toque. Daniel, curioso y emocionado, tocó una de las estrellas en la pantalla y, de repente, una luz cegadora llenó el desván.
Cuando la luz se disipó, Daniel y Thor se encontraron en un lugar completamente diferente. Estaban en un bosque encantado, donde los árboles brillaban con luces de colores y las flores cantaban con dulces melodías. El iPad había abierto un portal a otro mundo.
«¡Wow, Thor! ¿Dónde estamos?» exclamó Daniel, mientras Thor exploraba alegremente, moviendo sus alas con emoción.
Decidieron explorar el bosque, y mientras caminaban, encontraron criaturas que nunca habían visto: hadas que danzaban en el aire, duendes que espiaban desde detrás de los árboles, y un dragón pequeño que jugaba en un claro. Cada criatura que veían era más fascinante que la anterior.
Después de varias horas de aventura, Daniel se dio cuenta de que el iPad empezaba a parpadear de nuevo. Recordando cómo habían llegado allí, tocó otra vez la pantalla, esperando que los llevara de vuelta a casa. Pero en lugar de eso, apareció un mensaje en un lenguaje antiguo que decía: «El viajero y su guardián deben encontrar la clave para volver».
Daniel y Thor miraron a su alrededor, buscando alguna pista. Thor, con su olfato mágico, encontró un objeto brillante escondido bajo una roca. Era una pequeña llave de cristal que emitía una suave luz.
«Debe ser esta, Thor. ¡Vamos a intentarlo!» dijo Daniel, y al tocar la llave con el iPad, el portal se abrió de nuevo, llevándolos de vuelta al desván.
Una vez en casa, Daniel sabía que había encontrado algo increíble. El iPad no era solo un dispositivo tecnológico; era una puerta a mundos inexplorados y aventuras sin fin. Decidió que guardaría el secreto del iPad mágico, prometiendo a Thor que volverían a explorar esos mundos, pero solo después de asegurarse de que podían regresar a salvo.
Desde ese día, el desván se convirtió en su lugar de partida para innumerables aventuras. Daniel y Thor no solo exploraron muchos mundos fantásticos, sino que también aprendieron muchas lecciones sobre amistad, coraje y la magia de descubrir lo desconocido.
Cada aventura los unía más, y aunque sabían que el iPad tenía sus límites, la posibilidad de explorar el universo y sus misterios parecía infinita. Daniel había aprendido que la tecnología y la magia podían coexistir, y que juntos, él y Thor siempre tendrían historias que contar.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.