Cuentos de Fantasía

El Misterioso Bosque de los Dinosaurios

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

Puntuación:

3.7
(3)
 

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Había una vez, en un pequeño pueblo, tres niños llamados Pedro, Yoel y Luisa. Los tres eran amigos inseparables y les encantaba explorar los alrededores de su hogar. Un día, decidieron aventurarse en un misterioso bosque del que habían oído muchas historias fascinantes.

El bosque era un lugar mágico, lleno de árboles altos y frondosos que susurraban secretos al viento. Mientras caminaban, Pedro, Yoel y Luisa escucharon un ruido extraño entre los arbustos. Con valentía, se acercaron para investigar y, para su sorpresa, encontraron un pequeño dinosaurio verde con escamas brillantes y ojos curiosos.

«Hola, soy Dino,» dijo el dinosaurio con una voz amigable. «No tengas miedo, soy tu amigo.»

Los niños se miraron entre sí con asombro y emoción. Nunca antes habían visto un dinosaurio, y mucho menos uno que hablara. Dino les explicó que había venido de un tiempo muy lejano y que necesitaba su ayuda para regresar a casa.

Pedro, siendo el mayor, preguntó: «¿Cómo podemos ayudarte, Dino?»

Dino les contó que en el centro del bosque había un portal mágico que podía llevarlo de vuelta a su hogar, pero necesitaba encontrar tres piedras especiales para activarlo. Las piedras estaban esparcidas por el bosque y cada una de ellas tenía un brillo único: una roja, una azul y una verde.

Los niños, emocionados por la aventura, aceptaron ayudar a Dino. Comenzaron su búsqueda, caminando entre los árboles y esquivando ramas mientras la lluvia comenzaba a caer suavemente, creando un ambiente aún más mágico.

La primera piedra, la roja, la encontraron en un claro del bosque. Estaba custodiada por un gran árbol que parecía tener vida propia. Yoel, siendo el más valiente, se acercó al árbol y le pidió la piedra con cortesía. El árbol, complacido por su amabilidad, dejó caer la piedra roja a los pies de Yoel.

«¡Una menos, faltan dos!» exclamó Luisa con una sonrisa radiante.

Continuaron su camino bajo la lluvia, que ahora era un poco más intensa. Los niños cantaban canciones para mantener el ánimo en alto mientras buscaban la siguiente piedra. Pronto llegaron a un pequeño estanque donde vieron algo brillante en el fondo. Era la piedra azul. Pedro, siendo un buen nadador, se sumergió en el agua y la recuperó.

«¡Dos piedras! Solo falta una,» dijo Pedro, mostrando la piedra azul.

La última piedra, la verde, era la más difícil de encontrar. Después de horas de búsqueda, finalmente la vieron brillando en la cima de una colina. Justo cuando estaban a punto de alcanzarla, el cielo se oscureció y comenzaron a caer pequeños meteoritos.

Los niños no se dejaron intimidar y continuaron su camino. Cuando llegaron a la cima, Luisa, siendo la más ágil, subió a un árbol cercano y recuperó la piedra verde.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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