En un reino lejano, donde los ríos brillaban como diamantes y los árboles susurraban secretos al viento, vivía un joven llamado José. Era un chico curioso y aventurero, conocido por su gran imaginación. A menudo, se pasaba horas soñando despierto sobre dragones que surcaban los cielos y hadas que danzaban entre las flores. Pero había algo en particular que atraía su atención: el gran trono del rey Delmar, que se erguía en el castillo central de la aldea, un trono adornado con piedras preciosas y tallas de criaturas míticas.
Un día, mientras paseaba por el bosque que rodeaba el castillo, escuchó un susurro que provenía de un arbusto cercano. Al acercarse, descubrió a una pequeña hada llamada Lira, con alas brillantes como los rayos del sol. “¡Hola, José! He estado esperándote. Necesito tu ayuda”, dijo Lira, temblando un poco de emoción. José, sorprendido pero emocionado, le preguntó qué necesitaba.
“El rey Delmar guarda un secreto detrás de su trono, un secreto que puede cambiar el destino de nuestro reino. Pero a nadie se le permite acercarse al trono sin el permiso del rey”, explicó Lira, con la voz llena de urgencia. “Cerca de esa joya magnífica hay un objeto mágico que puede liberar a nuestra tierra de la sombra que se cierne sobre ella”. Sin pensarlo dos veces, José aceptó ayudarla.
Juntos, decidieron que la mejor forma de entrar al castillo era disfrazándose. Lira usó su magia para crear una capa brillante que ocultaría a José. Con su disfraz listo, se dirigieron a las puertas del castillo. Para su suerte, el guardia, un hombre grande pero de corazón amable llamado Bran, no se dio cuenta de que había un niño escondido bajo la capa. “¡Adelante!”, dijo Bran sin sospechar nada.
Una vez dentro, José y Lira se movieron con cautela por los pasillos decorados con tapices de la época del antepasado del rey. Con cada paso que daban, el ambiente se volvía más y más mágico, lleno de luces titilantes y ecos de risas lejanas. Finalmente, llegaron a la sala del trono. Allí, se encontraba el rey Delmar, un hombre de una gran sabiduría, con una mirada que parecía atravesar el alma.
El trono brillaba intensamente, y justo detrás de él, José pudo ver una pequeña caja oscura. Sintió una mezcla de emoción y nerviosismo. Lira, al notar su inquietud, le dijo: “Ese es el objeto que buscamos, la caja mágica. Debemos ser rápidos, porque si el rey se entera de nuestra presencia, podría detenernos”.
Con el corazón latiendo intensamente, José avanzó despacio hacia el trono. Cuando estuvo a un paso de la caja, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. El rey Delmar, que había estado sentado en su trono pensativo, giró la cabeza. “¿Quién se atreve a interrumpir mi paz?”, preguntó con una voz profunda y resonante.
José, temiendo ser descubierto, se escondió detrás de una cortina pesada. Lira, sin embargo, decidió hablar. “Soy Lira, el hada guardiana del bosque. Venimos a ayudarle, su majestad, porque el reino se encuentra en peligro”. El rey levantó una ceja, intrigado por la valentía del hada. “¿Qué sabes tú sobre el peligro que acecha a mi reino?”, preguntó.
“Una sombra oscura se aproxima desde el norte, su poder se alimenta del miedo y la desesperación. Solo esta caja puede contenerla”, respondió Lira con determinación. José, viendo que Lira estaba ganando tiempo, se quedó quieto, observando cómo el rey comenzaba a preocuparse por la desgracia que se avecinaba.
Delmar se levantó de su trono, contemplando a Lira. “¿Cómo se supone que esta caja puede ayudarnos? Todos en el reino han olvidado el poder que una vez tuvimos contra la oscuridad”. José tomando coraje, salió de su escondite y se dirigió al rey. “Su majestad, tal vez no lo recuerde, pero la caja contiene la magia de la esperanza. Si la abrimos juntos, podremos restaurar la fe en nuestro reino”.
El rey, sorprendido por la valentía del niño, se dio cuenta de que su reino necesitaba un renacer. Aún así, era escéptico. “¿No hay otro camino? No estoy seguro de que esta magia sea real”, dijo el rey.
Cuentos cortos que te pueden gustar
La Promesa del Bosque Encantado
Leo y el Árbol Centenario
El Reino de la Vitamina C
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.