Cuentos de Fantasía

El Viaje Mágico de los Tres Hermanos

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un reino mágico, rodeado de montañas nevadas y bosques encantados, vivían tres hermanos muy especiales: Kimberlys, Bianchy y Starling. Estos tres hermanos compartían un fuerte deseo de explorar y conocer el mundo más allá de su hogar. Cada uno de ellos tenía habilidades únicas que los hacían perfectos compañeros de aventuras.

Kimberlys, la mayor, era una chica valiente y aventurera. Tenía el cabello castaño rizado y siempre vestía con un colorido vestido que brillaba con la luz del sol. En su mano, llevaba un bastón mágico que había heredado de su abuela, una gran hechicera.

Bianchy, el hermano del medio, era un chico muy inteligente y reflexivo. Tenía el cabello negro y lacio, y usaba gafas que le daban un aire de sabiduría. Siempre llevaba consigo un libro de hechizos, lleno de conjuros que estudiaba con dedicación.

Starling, la menor de los tres, era una niña alegre y curiosa. Tenía el cabello rubio trenzado y vestía una túnica ligera que le permitía moverse con agilidad. Su bolsa de pociones siempre estaba llena de brebajes que ella misma preparaba, gracias a las enseñanzas de su madre, una conocida alquimista.

Una mañana, los tres hermanos decidieron que era hora de emprender el viaje de sus sueños. Habían escuchado historias sobre un lugar lejano y misterioso, donde se decía que el cielo tocaba la tierra y los ríos fluían con agua de colores. Sin embargo, sus padres, preocupados por los peligros que podían enfrentar, les pidieron que esperaran hasta que fueran un poco mayores.

Desobedeciendo las preocupaciones de sus padres, los hermanos comenzaron a planear su viaje en secreto. Se aseguraron de empacar todo lo necesario: provisiones, mapas, y por supuesto, sus herramientas mágicas. Estaban listos para partir al amanecer.

Al salir de casa, los tres hermanos se dirigieron hacia el Bosque de los Susurros, un lugar conocido por sus extrañas criaturas y caminos engañosos. Mientras caminaban, escucharon voces que parecían venir de todas partes, susurrando sus nombres. Kimberlys levantó su bastón y pronunció un hechizo que hizo brillar el camino frente a ellos, guiándolos con seguridad.

Cruzaron el bosque sin mayores problemas y llegaron a la Montaña de Cristal, un imponente pico que resplandecía con la luz del sol. Sin embargo, al intentar escalarla, se encontraron con un gran obstáculo: la montaña estaba protegida por un dragón que custodiaba su tesoro. El dragón, de escamas doradas y ojos fieros, rugió cuando se acercaron.

Bianchy, con su libro de hechizos en mano, buscó un conjuro para calmar al dragón. Encontró uno que prometía pacificar a cualquier criatura, pero requería una planta rara que solo crecía en los acantilados cercanos. Sin dudarlo, Starling se ofreció a buscar la planta, usando su agilidad para trepar y recolectarla.

Mientras Starling buscaba la planta, Kimberlys y Bianchy distrajeron al dragón, hablándole sobre su viaje y las maravillas que habían visto. Sorprendentemente, el dragón mostró interés en sus historias y empezó a relajarse. Cuando Starling regresó con la planta, Bianchy preparó la poción y se la ofreció al dragón, quien, después de beberla, se volvió dócil y amistoso.

Agradecidos por la amabilidad de los hermanos, el dragón les permitió pasar y les ofreció una escama dorada como recuerdo. Continuaron su viaje, maravillados por la belleza de la montaña y la vista desde su cima. Sin embargo, al llegar al otro lado, se encontraron con un enorme río que fluía con aguas de todos los colores del arcoíris.

El río era conocido como el Río del Tiempo, y se decía que aquellos que bebían de sus aguas podían ver el pasado o el futuro. Los hermanos, intrigados por la leyenda, decidieron probar suerte. Kimberlys bebió primero y vio a su abuela enseñándole sus primeros hechizos. Bianchy, al beber, vio a su madre preparando pociones cuando él era solo un bebé. Starling vio un futuro brillante, lleno de nuevas aventuras y descubrimientos junto a sus hermanos.

Justo cuando se disponían a cruzar el río, una figura oscura apareció ante ellos. Era un hechicero malvado, conocido por sus intentos de controlar el flujo del tiempo. Con una risa maliciosa, les dijo que si querían cruzar, debían derrotarlo en un duelo de magia.

Kimberlys, Bianchy y Starling unieron sus fuerzas. Kimberlys levantó su bastón, invocando un rayo de luz cegadora. Bianchy recitó un hechizo que creó una barrera protectora a su alrededor, mientras Starling lanzó una poción explosiva que hizo retroceder al hechicero. Sin embargo, el hechicero no se rindió fácilmente y lanzó un contraataque, envolviendo a los hermanos en una tormenta de sombras.

A pesar de estar atrapados, los hermanos no perdieron la esperanza. Kimberlys concentró toda su energía en su bastón, creando una esfera de luz que disipó las sombras. Bianchy, con su conocimiento, lanzó un hechizo que debilitó al hechicero, y Starling usó su poción más poderosa para atraparlo en una burbuja mágica.

Finalmente, el hechicero fue derrotado y el camino quedó libre para cruzar el río. Al otro lado, encontraron un campo lleno de flores que brillaban como estrellas. Era un lugar tan hermoso que parecía salido de un sueño.

Sin embargo, al llegar allí, una voz suave y melodiosa les habló desde el cielo. Era el espíritu del reino, que les agradecía por su valentía y bondad. Les dijo que aunque no pudieron completar su viaje como habían planeado, habían demostrado que el verdadero valor estaba en el amor y la cooperación entre hermanos.

Los tres hermanos regresaron a casa, felices por las experiencias vividas y las lecciones aprendidas. Sus padres, al verlos regresar sanos y salvos, los recibieron con lágrimas de alegría y orgullo. Y aunque no pudieron completar su viaje, sabían que la verdadera aventura estaba en los momentos compartidos y en las pruebas que superaron juntos.

Desde entonces, Kimberlys, Bianchy y Starling siguieron explorando y descubriendo maravillas en su propio reino, siempre juntos y listos para enfrentar cualquier desafío. Porque entendieron que no importaba dónde fueran, lo importante era que estaban juntos, y eso era lo que hacía cualquier viaje especial.

Fin

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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