Cuentos de Fantasía

Elena y el Bicho Misterioso

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En el pequeño y colorido pueblo de Valle Alegre, donde las casas parecen pintadas con los colores del arcoíris y las flores bailan con el viento, vivía una niña muy curiosa llamada Elena. Elena tenía cuatro años y le encantaba explorar cada rincón de su mundo mágico. Su cabello castaño siempre estaba atado en dos coletas que saltaban al ritmo de sus aventuras.

Un soleado día de primavera, mientras caminaba por la calle principal del pueblo, algo pequeño y colorido llamó su atención. Al pie de un gran árbol de manzanas, entre hojas verdes y manzanas rojas, había un bicho que Elena nunca había visto antes. Lo curioso era que el bicho estaba boca abajo, moviendo sus patitas al aire como si bailara una canción silenciosa.

Elena, con los ojos tan grandes como lunas llenas de curiosidad, se acercó despacio para no asustarlo. «Hola, pequeño bicho. ¿Estás bien?» preguntó con su voz suave y amigable.

El bicho, sorprendido de ser notado, dejó de moverse y miró a Elena. No tenía boca como la de los humanos, pero Elena sintió que de alguna manera, el bicho le sonreía. En su cuerpo había colores que cambiaban como el cielo al atardecer, y sus ojos brillaban como pequeñas estrellas.

Elena se sentó junto a él y comenzó a hablarle de su día, de las mariposas con las que había jugado y de las nubes que parecían algodón de azúcar. Mientras hablaba, el bicho se dio la vuelta lentamente y se puso de pie. Ahora, Elena podía ver que no era un bicho común y corriente. ¡Tenía alas de cristal que reflejaban la luz del sol en mil arcoíris!

«¡Eres un bicho mágico!» exclamó Elena, y el bicho, a su manera, pareció estar de acuerdo. De repente, comenzó a volar alrededor de Elena, creando un pequeño torbellino de colores que la hizo reír a carcajadas. Elena extendió sus manos, y el bicho mágico aterrizó suavemente en su dedo.

Ese día, Elena y su nuevo amigo exploraron el pueblo juntos. Le mostró al bicho las tiendas de dulces, la fuente en el centro del pueblo, donde los peces nadaban tranquilamente, y el parque donde los niños jugaban.

Cuando el sol comenzó a ponerse y el cielo se pintó de tonos naranjas y rosas, Elena sabía que era hora de regresar a casa. «Tienes que volver a tu árbol, ¿verdad?» dijo Elena al bicho, que parpadeó lentamente como si entendiera. Con un último vuelo circular alrededor de Elena, el bicho se despidió y voló hacia el gran árbol de manzanas.

Elena regresó a casa con una sonrisa que no cabía en su rostro y un corazón lleno de felicidad. Había hecho un nuevo amigo y había descubierto la magia en su propio pueblo. Cada vez que pasaba por el árbol, miraba en busca de su amigo el bicho, recordando el día especial en que la magia había tocado su vida.

Y así, en el pueblo de Valle Alegre, entre las risas de los niños y el susurro de los árboles, Elena creció sabiendo que la magia está en todas partes, solo hay que saber mirar.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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