Cuentos de Fantasía

La aventura mágica en el bosque encantado de los secretos escondidos

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez dos hermanos que se llamaban Adabelto y Yoyito. Adabelto tenía ocho años y era muy valiente, y Yoyito, su hermano pequeño, tenía solo cuatro y siempre lo seguía para descubrir cosas nuevas. Un día soleado, decidieron ir a jugar al bosque que estaba cerca de su casa. Era un lugar muy especial, lleno de árboles altos, flores de colores y pajaritos que cantaban dulces canciones.

Los dos niños caminaban felices, corriendo y buscando mariposas cuando, sin darse cuenta, se adentraron más de lo habitual en el bosque. De repente, se dieron cuenta de que no podían ver el camino por donde habían venido. “Adabelto, ¿dónde estamos?”, preguntó Yoyito con un poco de miedo. “No te preocupes, Yoyito, yo encontraré el camino de regreso”, dijo Adabelto, asegurándose de que su hermanito no estuviera preocupado.

Mientras buscaban el camino, escucharon un susurro muy suave que parecía venir de entre los árboles. Al voltear, vieron a una niña con un vestido brillante, casi transparente, que parecía flotar. “Hola, soy Lía”, dijo la niña con una sonrisa, “soy un espíritu del bosque y estoy aquí para ayudarles”. Adabelto y Yoyito no sabían qué pensar al principio, pero la voz de Lía era tan dulce que decidieron confiar en ella.

Lía les explicó que el bosque era un lugar mágico, pero que a veces los caminos se escondían para proteger sus secretos. Ella les dijo que para salir, primero debían conocer a algunos amigos especiales del bosque. “Vamos a buscar a una mujer sabionda que vive en una casita hecha de hojas y ramas,” dijo Lía. Y así, los tres caminaron juntos.

Después de un rato, llegaron a la casita donde vivía Doña Maravilla. Era una mujer con cabellos largos y plateados, que siempre vestía ropa verde y tenía una sonrisa amable. “Bienvenidos, niños,” dijo Doña Maravilla, “sé que están perdidos, pero no teman, les ayudaré a encontrar el camino. Pero primero deben pasar una pequeña prueba para ver si son valientes y amables.”

Doña Maravilla les contó que cerca de allí vivían dos gemelos, llamados Nilo y Nilo, y que ellos sabían muchos secretos del bosque. Sin embargo, eran muy tímidos y solo confiaban en quienes demostraban tener un corazón puro. Ella les pidió que fueran a visitarlos y les mostraran que podían ser buenos amigos.

Adabelto y Yoyito se miraron emocionados y aceptaron la misión. Lía los acompañó de nuevo y los llevó hasta un claro donde Nilo y Nilo jugaban con unas piedras brillantes. Los gemelos eran iguales y siempre estaban riendo. “Hola, soy Adabelto y este es mi hermano Yoyito,” dijeron al unísono.

Nilo y Nilo sonrieron y les preguntaron qué hacían en el bosque. Los hermanos contaron su historia y prometieron que no harían daño a nada ni a nadie. Los gemelos se pusieron a pensar y luego dijeron: “Si quieren ser amigos de este bosque, tienen que tener mucho cuidado con un animal muy especial que vive aquí. Es fuerte y un poco serio, pero si lo respetan, será su aliado.”

“¿Qué animal?”, preguntó Yoyito con curiosidad. “Es un jabalí llamado Trompitas,” respondieron los gemelos. “Él es el guardián del bosque, y solo ayuda a quienes cuidan este lugar.” Los niños asintieron con ganas de conocer a Trompitas, así que los gemelos los guiaron hacia un río pequeño donde se escuchaba un ruido fuerte.

Cuando llegaron, vieron a un gran jabalí de ojos brillantes y patas fuertes. Tenía manchas de colores que parecían luces del bosque. “Hola, Trompitas,” dijo Lía. “Estos niños quieren aprender a cuidar nuestro hogar.” Trompitas los miró con atención, olió a Yoyito y a Adabelto, y luego hizo un sonido que parecía un gruñido suave y amigable. Esto significaba que los aceptaba.

Adabelto y Yoyito sonrieron porque sabían que con Trompitas a su lado, estarían más seguros. Entonces Lía les dijo que para salir del bosque debían seguir una última instrucción: “Mirad bien el lugar donde los árboles se unen formando un gran círculo. Allí aparecerá una luz que les mostrará el camino a casa.”

Los niños caminaron junto a Trompitas, los gemelos, Doña Maravilla y Lía hasta ese sitio especial. Cuando llegaron, justo donde los troncos se juntaban arriba formando un techo natural de hojas, apareció una luz dorada muy brillante. Los pequeños sintieron que la luz los abrazaba con calor y alegría.

“Esta luz es el amor del bosque que ilumina el camino de aquellos que cuidan la naturaleza,” explicó Lía. “Solo deben seguirla y la aventura los guiará a casa.” Adabelto tomó la mano de Yoyito y juntos comenzaron a caminar siguiendo la luz mientras todos sus nuevos amigos los acompañaban.

Caminaron sin miedo y cantando, porque ahora sabían que el bosque no era un lugar peligroso, sino un lugar mágico lleno de secretos felices. Poco a poco, la luz los llevó hasta el borde del bosque, donde ya podían ver las casas de su pueblo. “¡Mira, Yoyito, es nuestra casa!” exclamó Adabelto.

Antes de despedirse, Lía les dijo: “Recuerden siempre respetar la naturaleza porque ella siempre los protegerá y los sorprenderá con aventuras mágicas.” Doña Maravilla, los gemelos y Trompitas hicieron una pequeña reverencia mientras los niños corrían hacia su hogar, felices y agradecidos.

Adabelto y Yoyito nunca olvidaron a sus amigos del bosque encantado. Cada vez que volvían a visitar, saludaban a los árboles, cuidaban las flores y escuchaban con atención los sonidos de la naturaleza. Sabían que el bosque estaba lleno de secretos y que la verdadera magia está en el cariño con que cuidamos a nuestro planeta.

Y así, los dos hermanos aprendieron que aunque a veces hay lugares que parecen misteriosos y un poco asustadores, cuando actuamos con amor y respeto, siempre encontramos ayuda y muchos amigos nuevos por descubrir. Desde ese día, jugaron muchas veces en el bosque, pero siempre sin perderse, porque el bosque mágico siempre estaba ahí para guiarlos y protegerlos.

Colorín colorado, esta aventura ha terminado, y con ella queda la alegría de cuidar la naturaleza, el valor de ayudar a los demás y la certeza de que, con un poquito de magia, todo es posible.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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