Había una vez, en un pueblo lleno de colores brillantes y flores que hablaban, una pequeña niña llamada Alicia. Alicia era muy curiosa, siempre aventurándose por el bosque que llevaba a su casa. Tenía dos amigos especialísimos: un conejo llamado Bombón, que siempre estaba lleno de energía y saltos, y un pequeño dragón llamado Tom, que aunque era un poco tímido, tenía un gran corazón. Los tres eran inseparables y juntos exploraban cada rincón del mágico bosque que rodeaba su hogar.
Un día, mientras caminaban por el bosque, se encontraron con un misterioso brillo que emanaba de detrás de un arbusto de color púrpura. “¿Qué podrá ser eso?”, se preguntó Bombón, arqueando sus orejas. “No lo sé, pero tengo muchas ganas de averiguarlo”, dijo Alicia con emoción. Tom, un poco más cauteloso, sugirió: “Tal vez deberíamos tener cuidado. Podría ser algo peligroso.” Sin embargo, la curiosidad de Alicia era más fuerte, así que empujó suavemente el arbusto y descubrieron un hermoso cristal dorado que chisporroteaba con una luz mágica.
“¡Mira cuánto brilla!”, exclamó Alicia, mientras Bombón salía corriendo a su lado, fascinándose con los destellos. Tom, un poco más reservón, se acercó despacio y les dijo: “Tal vez debemos tocarlo juntos. Podría ser un objeto mágico que nos llevará a una aventura.”
Alicia asintió con la cabeza. “¡Sí, vamos a hacerlo!” Contaron hasta tres y al llegar al número tres, tocaron el cristal al mismo tiempo. De repente, un remolino de colores los envolvió y, cuando abrieron los ojos, se encontraron en un lugar completamente diferente.
Era un jardín mágico donde los árboles tenían hojas de dulces y el aire olía a chocolate. “¡Guau! Este lugar es increíble!” gritó Bombón, saltando de alegría. Alicia sonrió, contenta de estar en un sitio tan maravilloso. Pero Tom, que se sentía algo perdido, miraba a su alrededor con un poco de miedo. “No nos alejemos demasiado, por favor”, pidió con su vocecita temblorosa.
Mientras exploraban, conocieron a una criatura muy simpática. Era un pequeño unicornio llamado Brillito, que tenía un cuerno que brillaba como el mismo sol. “¡Hola, amigos! Bienvenidos al Jardín de los Sueños. ¿Por qué han venido aquí?” les preguntó Brillito con una risa melodiosa.
“Nos encontramos con un cristal mágico y aquí estamos”, contestó Alicia emocionada. “¡Es hermoso aquí!” Bombón dio un salto y se deslizó por la hierba suave. “¿Qué puedes hacer, Brillito?” preguntó.
“Yo puedo ayudar a que los sueños se hagan realidad”, dijo el unicornio. “Pero para eso, deben encontrar la Flor del Corazón, que crece en lo más profundo del jardín. Es la única manera de regresar a casa.”
Alicia, Bombón y Tom se miraron entre sí. “¡Vamos a buscarla!” dijo Alicia con determinación. “Sí, eso haremos”, agregó Bombón, rebotando de emoción. Pero Tom, que aún estaba un poco nervioso, dijo: “¿Y si nos perdemos? Todo parece tan grande y diferente aquí.”
Brillito los miró con comprensión. “No se preocupen, puedo guiarlos. Solo necesitan seguir sus sueños y confiar en ustedes mismos.” Con eso, el unicornio los llevó por senderos llenos de colores brillantes y paisajes sorprendentes.
Mientras caminaban, se encontraron con un río de caramelos. “¡Mira, el agua es de chicle!” exclamó Bombón con un brillo en los ojos. Alicia y Brillito rieron, mientras Tom observaba un poco más distante, sintiendo que todo era un poco extraño.
Entonces, de repente, el cielo comenzó a oscurecerse. Nubes negras entraron rápidamente y una sombra apareció. Era un dragón grande y feo, que les miraba con ojos amenazantes. “¿Quiénes son ustedes y qué hacen en mi jardín?” rugió el dragón, llenando el aire de miedo.
Tom, que estaba asustado, se escondió detrás de Brillito y Alicia. Bombón, en cambio, dio un paso al frente y dijo: “¡Venimos en paz! Solo buscamos la Flor del Corazón.” Alicia tomó valor y añadió: “No queremos hacerte daño, solo queremos regresar a casa.”
El dragón, cuya voz era muy profunda, se quedó en silencio un momento. “La Flor del Corazón está cuidada por mí. Es un tesoro y solo se da a aquellos que demuestran valentía y bondad. Así que, ¿por qué debería dejárselas a ustedes?”
“Porque somos amigos”, respondieron al unísono Alicia y Bombón. “No estamos aquí para robar. Solo queremos regresar a nuestros sueños y regresar a casa”.
Tom, con su voz temblando, se atrevió a hablar. “Podemos ayudar a protegerte y cuidar de tu jardín. No hay razón para que estemos en desacuerdo”. El dragón, sorprendido por sus palabras, dudó un momento. “¿De verás lo harían?”
“Sí, ¡te lo prometemos!”, dijo Alicia con sinceridad. “Podemos ser buenos amigos.” Bombón movió su cola de forma animada, y Tom, aunque todavía un poco asustado, se unió a ellos. El dragón, impresionado por su valentía y sinceridad, sonrió. “Está bien, pueden pasar. Pero cuiden de mi jardín.”
Alicia, Bombón y Tom dieron un salto de alegría y, al caminar, encontraron la Flor del Corazón, brillando con luz propia. Era hermosa y resplandecía en los colores del arcoíris. Tom, sintiéndose feliz por haber enfrentado sus miedos, dijo con confianza: “Nosotros tomaremos buena cuenta de ella.”
Brillito, que había estado observando con una sonrisa, añadió: “Ustedes han demostrado que los verdaderos amigos tienen valor y bondad. Ahora, solo toquen la flor juntos y podrán volver a casa.”
Así lo hicieron. Juntos, tocaron la flor y una fuerte luz los envolvió de nuevo. Volvieron al bosque de colores brillantes, justo donde habían comenzado su aventura. Los tres amigos se abrazaron con fuerza, felices de estar juntos de nuevo.
“Ha sido la mejor aventura de todas”, dijo Alicia, mirando a sus amigos con amor. Bombón, brincando de alegría, acordó: “¡Sí! ¡Todos juntos podemos enfrentar cualquier cosa!” Y Tom, ahora más valiente que nunca, sonrió, diciendo: “Sí, mientras estemos juntos, no hay nada que temer.”
Y así, Alicia, Bombón y Tom aprendieron que la amistad, la valentía y el amor son los mayores tesoros que uno puede tener. Y aunque el mundo está lleno de sorpresas, siempre estarán juntos para enfrentar cada aventura que la vida les traiga. Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.