Cuentos de Fantasía

La luz en el camino de mi mamá

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, vivían dos mejores amigos, Celia y Nao. Celia era una niña de once años con cabellos rizados y ojos color avellana que brillaban con curiosidad. Nao, por su parte, era un chico soñador que siempre llevaba consigo un cuaderno de dibujos, donde plasmaba cada idea que se le ocurría. Juntos pasaban horas explorando los bosques cercanos, buscando criaturas mágicas y aventurándose en lugares que solo existían en su imaginación.

Un día, mientras caminaban por un sendero cubierto de hojas doradas, Celia y Nao se encontraron con un árbol inmenso y anciano. Sus ramas estaban torcidas y su tronco era tan ancho que varios niños de la mano no podrían rodearlo por completo. Sin embargo, lo que más les llamó la atención fue una luz dulce y titilante que danzaba entre las hojas, como si estuviera invitándolos a acercarse. La luz era de un color azul claro y parecía tener vida propia.

—¿Qué crees que sea? —preguntó Nao con asombro.

—No lo sé, pero se ve mágica —respondió Celia, acercándose lentamente al árbol. La luz se movía suavemente, como si estuviera esperando a que hicieran un movimiento.

Cuando Celia estuvo lo suficientemente cerca, extendió su mano hacia la luz. Al tocarla, todo a su alrededor se transformó. De repente, estaban en un mundo completamente diferente. Los árboles eran más altos, las flores más grandes y el cielo, de un color violeta profundo salpicado de estrellas brillantes, incluso durante el día.

—¿Dónde estamos? —preguntó Nao, mirando hacia arriba, maravillado.

—No tengo idea, pero creo que nos hemos metido en un cuento de hadas —contestó Celia, sintiendo la emoción recorrer su cuerpo.

En ese momento, apareció una figura asombrosa. Era una criatura mágica, mitad hada y mitad zorra, con grandes alas de mariposa que reflejaban la luz del sol. Sus ojos eran de un verde esmeralda brillante, y tenía una expresión amable en su rostro.

—Bienvenidos, Celia y Nao —dijo la criatura con una voz suave que sonaba como el murmullo del viento entre los árboles. —Soy Liora, la guardiana de este bosque encantado. He estado esperándolos.

—¿Esperándonos? —preguntó Celia, incrédula.

—Sí —respondió Liora—. He sentido que sus corazones son puros y que están listos para emprender una aventura. Necesito su ayuda.

—¿Ayuda en qué? —preguntó Nao, emocionado por la posibilidad de hacer algo importante.

—Hay una luz que ha desaparecido de nuestro bosque, una luz que usaba para guiar a las criaturas mágicas y proteger este lugar. Sin ella, el bosque está lleno de sombras y tristeza. Se cree que fue robada por una bruja llamada Grimelda, que ansía el poder que la luz le otorga. Si desean ayudarme a recuperarla, necesitarán ser valientes y astutos.

Celia y Nao se miraron intrigados y decidieron que no podían dejar solo a Liora. Eran amigos de siempre y siempre se apoyaban mutuamente en las dificultades, así que, sin dudar, le dieron su respuesta.

—¡Cuente con nosotros! Haremos lo que sea necesario para ayudarte, Liora —dijo Celia con determinación.

Así fue como Liora les entregó un mapa del bosque, que serpenteaba por senderos desconocidos y peligrosos. En el mapa, un brillante símbolo en forma de estrella indicaba la ubicación de la cueva donde se creía que Grimelda escondía la luz robada. La cueva estaba al otro lado del río de cristal, un lugar donde las aguas brillaban con un resplandor mágico.

Celia y Nao siguieron el mapa, enfrentándose a muchos retos en el camino. Pasaron por un campo de flores que cantaban dulces melodías y conocieron a una tortuga sabia llamada Taro, que les advirtió sobre los peligros que les aguardaban. Taro les ofreció su ayuda y les dio un pequeño escudo que podía reflejar la oscuridad de Grimelda.

—A veces, cuando enfrentamos sombras, debemos encontrar la luz que llevamos dentro. Ese escudo será útil si se encuentran con la bruja —les aconsejó Taro.

Después de agradecer a la tortuga, los dos amigos continuaron su camino, sintiendo que la aventura se hacía más emocionante con cada paso. Sin embargo, a medida que se acercaban a la cueva, la atmósfera se volvió opresiva. Las sombras alargadas se cernían sobre ellos, susurrando palabras temibles.

Finalmente, llegaron a la cueva. Sus paredes eran oscuras y frías, y había una puerta cubierta de telarañas y espinas. Al empujar la puerta, un crujido resonó en el interior, y los amigos entraron, manteniendo sus corazones valientes.

Dentro de la cueva, todo estaba envuelto en una penumbra inquietante. Se escuchaban sonidos extraños, como risas burlonas, y en el fondo, al final de un largo pasillo, vieron un destello brillante. Celia y Nao, llenos de determinación, se dirigieron hacia la luz.

De repente, una figura oscura apareció frente a ellos. Era Grimelda, con una larga capa negra y una mirada llena de malicia. Sus ojos chispeaban con un fuego oscuro.

—Así que han venido a robar la luz que me pertenece —dijo la bruja, sonriendo con un aire de desprecio. —¿Pensaron que podrían vencerme?

—No venimos a robar nada —respondió Celia, alzando su escudo. —Estamos aquí para devolver la luz a su hogar.

Grimelda lanzó un hechizo oscuro hacia ellos, pero el escudo reflejó la magia, creando un brillante destello de luz. Nao, con su cuaderno en mano, pensó rápido y dibujó un gran círculo. Al cerrarlo con su mano, un viento mágico lo llevó hacia la bruja, llevándola a retroceder.

La bruja, sorprendida, malevolente, trató de lanzar otro hechizo, pero Liora, desde la entrada de la cueva, elevó sus alas con fuerza. Un torrente de magia pura salió de su cuerpo, envolviendo a Grimelda y haciéndola retroceder aún más.

—No puedes vencer la luz —dijo Liora con gran poder.

La bruja, ahora acorralada, gritó de rabia y trató de escapar, pero fue demasiado tarde. Celia y Nao, unidos, levantaron el escudo y lo dirigieron hacia Grimelda, quien, atrapada en la luz brillante, se desvaneció en una nube de humo negro.

—Lo hemos logrado —exclamó Nao con una sonrisa.

Liora se acercó a donde estaba la luz. Celia y Nao la siguieron mientras la luz empezaba a brillar nuevamente, iluminando el oscuro pasillo. La luz danzó alrededor de ellos, agradecida y feliz de ser liberada.

—Gracias, amigos —dijo Liora—. Sin su valentía, todo habría sido perdido. Han traído de vuelta la esperanza a nuestro bosque.

Celia y Nao sonrieron, sintiendo que su amistad era más fuerte que nunca. La luz se convirtió en un hermoso destello que colmó el lugar con colores vibrantes, llenando la cueva de alegría. Justo entonces, en un rincón, apareció un pequeño cofre dorado. Cuando lo abrieron, encontraron dos piedras mágicas que brillaban con la misma luz que habían recuperado.

—Estas piedras son un símbolo de su aventura y amistad —explicó Liora—. Llévenselas como recordatorio de que siempre hay luz, incluso en los momentos oscuros.

Sintiéndose felices, Celia y Nao regresaron al bosque junto a Liora. Los árboles resonaban con risas y los animales celebraban el regreso de la luz. Cada rincón parecía más vivo que nunca. Aquella noche, celestiales fuegos artificiales adornaron el cielo mientras el bosque celebraba.

Y así, con el tiempo, Celia y Nao siempre recordarían esa aventura. Aprendieron que cuando uno enfrenta las sombras con valentía y amistad, la luz siempre encontrará la forma de brillar. Cada vez que miraban las piedras brillantes, recordaban que su unión era la verdadera magia que podían llevar a donde fuera.

De regreso al hogar, mientras se perdían en su mundo, sabían que la luz en el camino de su mamá seguía encendida, siempre guiándolos a nuevas aventuras, a nuevos cuentos que contar. La cosa más preciosa no era solo la luz que habían recuperado, sino la amistad que mantenían fuerte y brillante, iluminando cada rincón de sus vidas.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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