En un pequeño pueblo rodeado de nieve y bosques, había un niño llamado Timmy que siempre había sido un gran admirador de Santa Claus. Cada año, esperaba con ansias la llegada de Navidad para dejarle cartas y regalos en la chimenea, esperando que Santa los recogiera en su visita nocturna. Sin embargo, este año era especial, ya que Timmy había oído hablar de los duendes que ayudaban a Santa Claus en su taller, y deseaba más que nada conocerlos.
Una noche, mientras Timmy se preparaba para dormir, notó una luz extraña que provenía del exterior de su casa. Al asomarse a la ventana, vio un grupo de pequeñas criaturas con gorros rojos y barbas blancas, que parecían ser los duendes que había oído mencionar. Los duendes estaban montados en pequeñas motonieves, y parecían estar discutiendo sobre algo.
De repente, uno de los duendes notó la presencia de Timmy en la ventana y se acercó a él. Se presentó como Glimble, el jefe de los duendes, y le explicó que habían venido a visitar al niño porque había sido seleccionado para ayudar a Santa Claus en una misión especial.
Glimble le dijo a Timmy que Santa Claus estaba pasando por un momento difícil, ya que una serie de problemas en su taller habían retrasado la producción de juguetes para la Navidad. Los duendes estaban trabajando día y noche para intentar cumplir con el plazo, pero necesitaban la ayuda de alguien con una perspectiva fresca y creativa.
Timmy se sintió emocionado y honrado por haber sido elegido para ayudar a Santa Claus, y aceptó la misión sin dudar. Glimble lo invitó a subir a la motonieve y se dirigieron hacia el taller de Santa Claus, que se encontraba en un lugar secreto en medio de la nieve.
Durante el viaje, Glimble le explicó a Timmy que el taller de Santa Claus era un lugar mágico donde se producían los juguetes más especiales y únicos del mundo. Los duendes trabajaban día y noche para crear juguetes que trajeran felicidad a los niños de todo el mundo.
Al llegar al taller, Timmy se sintió asombrado por la cantidad de juguetes y materiales que había allí. Vio duendes trabajando en todo tipo de proyectos, desde muñecas y juguetes de madera hasta juguetes electrónicos y de última tecnología.
Santa Claus los recibió con una sonrisa y les dio la bienvenida. Le explicó a Timmy que estaba muy agradecido por su disposición a ayudar y le pidió que se uniera a los duendes en la producción de juguetes.
Timmy se puso a trabajar inmediatamente, ayudando a los duendes en todo tipo de tareas. Juntos, crearon juguetes divertidos y originales, y Timmy se sintió muy orgulloso de estar contribuyendo a la felicidad de los niños del mundo.
Mientras trabajaban, Timmy conoció a otros duendes, como Sprinkles, quien era el encargado de agregar decoraciones y detalles finales a los juguetes, y Mistletoe, quien era el especialista en juguetes de madera. Juntos, ellos y Timmy se convirtieron en un equipo formidable, trabajando en armonía para crear juguetes que trajeran alegría a los niños.
Sin embargo, a medida que avanzaba la noche, Timmy comenzó a notar que algo no estaba bien. Los duendes parecían estar trabajando con más prisa que de costumbre, y algunos de ellos parecían estar nerviosos y ansiosos.
Glimble se acercó a Timmy y le susurró que había un problema. La lista de deseos de los niños había aumentado significativamente este año, y no estaban seguros de poder cumplir con la demanda. Además, había habido una serie de problemas técnicos en el taller, que habían retrasado la producción.
Timmy se sintió preocupado, pero no se rindió. Se reunió con los duendes y juntos, comenzaron a brainstormear ideas para solucionar los problemas. Timmy sugirió que utilizaran materiales reciclados y creativos para crear juguetes únicos y divertidos, y los duendes se sintieron inspirados por su idea.
Juntos, trabajaron durante horas, utilizando todos los materiales que tenían a mano para crear juguetes que fueran no solo divertidos, sino también sostenibles. La noche pasó volando, y cuando amaneció, el taller estaba lleno de juguetes coloridos y emocionantes.
Santa Claus se sintió muy orgulloso de lo que habían logrado, y agradeció a Timmy por su ayuda. Le dijo que había sido un gran éxito, y que los niños del mundo estarían muy felices con los juguetes que habían creado.
Timmy se despidió de los duendes y de Santa Claus, y regresó a su hogar en la motonieve de Glimble. Se sintió feliz y cansado, pero sabía que había hecho algo especial.
Desde ese día, Timmy se convirtió en un visitante regular del taller de Santa Claus. Cada año, se unía a los duendes para ayudar a crear juguetes para la Navidad, y se sintió muy afortunado de ser parte de algo tan mágico y especial.
Y Glimble, Sprinkles, Mistletoe y el resto de los duendes siempre recordaron al niño que había ayudado a salvar la Navidad, y lo consideraron como uno de los suyos. La historia de Timmy se convirtió en una leyenda en el pueblo, y los niños se sentían inspirados por su historia de ayuda y generosidad.
La visita de los duendes de Santa Claus había sido un regalo inolvidable para Timmy, y él siempre recordaría la noche que ayudó a salvar la Navidad. Y años después, cuando Timmy creció y tuvo hijos propios, les contó la historia de la mágica visita de los duendes de Santa Claus, y la Navidad volvió a ser un tiempo mágico y lleno de sorpresas.
mi duende mágico.