Cuentos de Fantasía

La Noche Mágica de los Regalos y los Sueños

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

Puntuación:

4
(1)
 

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico
4
(1)

Era una noche estrellada en un pequeño pueblo donde los sueños y la realidad a menudo se entrelazaban. En una acogedora casa de ladrillo rojo, José, un niño de once años, se preparaba para dormir. Su habitación estaba decorada con posters de dragones, magia y aventuras. Sin embargo, esa noche era diferente. Una extraña sensación de emoción invadía su corazón, como si algo maravilloso estuviera por suceder.

Mami había preparado su cena favorita, espaguetis con albóndigas, y como siempre, Papi había contado historias antes de dormir. José y su hermana Amanda, que era un año menor que él, se reían de las ocurrencias de su papá, quien tenía un talento especial para contar historias llenas de magia y criaturas fantásticas. Andrea, la mejor amiga de José y Amanda, era también parte de esas noches mágicas. A menudo venía a casa, y esa noche no era la excepción. Todos estaban allí, en la sala, disfrutando de los últimos momentos del día.

—Mami, ¿cuál es la mejor historia que has escuchado? —preguntó Amanda, con sus ojos brillando de curiosidad.

Mami sonrió y pensó un momento. Luego comenzó a contar una historia que había escuchado de pequeña. Hablaba de una noche mágica en la que los niños podían pedir un deseo y los sueños se convertían en realidad. José, Amanda y Andrea se miraron emocionados. La idea de que sus deseos pudieran cumplirse les parecía la más increíble de todas.

—Entonces, ¿qué pedirían ustedes si tuvieran un deseo? —les preguntó Papi, mientras se acomodaba en el sofá.

—Yo pediría tener un dragón como mascota —dijo José, con una sonrisa desafiante.

—¡Eso sería increíble! —exclamó Andrea—. Yo pediría poder volar, como un pájaro.

—Yo pediría tener el poder de ayudar a todos los animales del mundo —intervino Amanda, con su voz suave y llena de entusiasmo.

Papi y Mami miraron a sus hijos y a Andrea con cariño. El ambiente se llenó de risas y cuentos. Pero lo que los adultos no sabían era que en el fondo del corazón de José había un deseo más profundo: quería que esa noche, algo extraordinario sucediera.

Cuando llegó el momento de dormir, José se metió entre las sábanas de su cama y, al cerrar los ojos, comenzó a soñar. En su sueño, estaba en un bosque encantado, donde los árboles susurraban secretos y las estrellas brillaban como diamantes en el cielo. De pronto, apareció un personaje extraño: un pescador llamado Don Oso. Era un enorme oso de pelaje dorado, que llevaba un sombrero de paja y una caña de pescar donde colgaban pequeños estrellitas de papel.

—Hola, José —saludó Don Oso, con una voz profunda y melodiosa—. He venido a cumplir tu deseo. ¿Qué te gustaría que te regalara esta noche?

José, emocionado, respiró profundo. “¿Un dragón? No, eso podría ser complicado. Tal vez un viaje a un lugar mágico”, pensó rápidamente.

—Me gustaría conocer el reino donde viven los sueños —respondió José con firmeza.

Don Oso sonrió y, con un movimiento de su caña, creó una nube de brillante polvo de estrellas. De pronto, José se sintió ligero y comenzó a flotar. Cuando se dio cuenta, estaba en un mundo lleno de colores vivos, donde las flores hablaban y los ríos eran de agua de colores.

En ese momento, se encontró con Andrea y Amanda, también flotando a su alrededor. Ambas estaban asombradas, sus ojos se abrían como platos.

—¿Dónde estamos? —preguntó Amanda.

—Parece que estamos en el reino de los sueños —respondió José, todavía incrédulo.

—¡Mira! —dijo Andrea, señalando a un grupo de criaturas que parecían seres de luz, danzando alrededor de ellos. Eran los Zentropi, seres mágicos con alas brillantes que llevaban a cabo una celebración.

Los Zentropi se acercaron a los niños y les hicieron una reverencia.

—¡Bienvenidos! —gritaron en armonía—. Esta noche celebramos el Festival de los Deseos. Cada niño que llega puede hacer un deseo y compartirlo con nosotros.

José sintió que su corazón se llenaba de alegría. ¿Realmente podría hacerse realidad su deseo de ver su sueño cumplido? Decidió que deberían pedir algo que no fuera solo para ellos, sino para todos los niños de su pueblo.

—¡Desearía que todos los niños tengan un nuevo juguete! —gritó José.

Los Zentropi miraron a los niños con asombro y aprobación. Luego, danzando por el aire, comenzaron a cantar canciones mágicas que resonaron a través del reino. En un abrir y cerrar de ojos, aparecieron juguetes de todos los tipos: pelotas, muñecas, juegos de mesa y muchos más.

Amanda, sintiendo una nueva inspiración, levantó la voz —. Y yo deseo que todos los animales que necesitan un hogar puedan encontrar uno esta noche.

Los Zentropi, nuevamente, sonrieron y comenzaron a crear hogares mágicos para los animales perdidos, donde pudieran ser acogidos y cuidados. Los animales, de repente, dejaron de sentirse solos y comenzaron a encontrar su lugar en el mundo.

Andrea, sin querer quedarse atrás, hizo su deseo: —Yo deseo que todos los adultos nunca olviden la magia de ser niños.

Los Zentropi aplaudieron felices, y una lluvia de chispas de colores comenzó a caer del cielo, causando que todos los adultos del pueblo, incluso Mami y Papi, comenzaran a recordar sus propias infancias. Las risas, los juegos y la alegría parecían brotar de sus corazones como flores en primavera.

De pronto, José sintió que todo estaba cambiando a su alrededor. La música, los colores y la alegría de los Zentropi se volvieron más intensos. En un instante, un nuevo personaje apareció: un sabio búho de enormes ojos brillantes, que se posó suavemente sobre una rama cercana.

—Soy el Guardián de los Sueños —dijo el búho con voz suave—. Has hecho grandes deseos esta noche, jóvenes héroes. Pero también deben recordar que los deseos tienen un precio. Los sueños se deben cuidar con valiosa atención y amor.

Los niños escucharon atentamente, comprendiendo la responsabilidad que venía con los deseos que habían hecho. Sin embargo, eso no los detuvo; estaban emocionados por la oportunidad de ayudar y hacer el bien.

—¿Qué debemos hacer? —preguntó José, con una mezcla de curiosidad y determinación.

El Guardián de los Sueños hizo un gesto hacia el cielo estrellado y les dijo: —Debéis regresar a vuestro hogar y recordar que cada acción, pequeña o grande, puede cambiar el mundo. Hagan que su deseo perdure y ayuden a todos a hacer de este planeta un lugar lleno de magia.

Entonces, el búho agitó sus alas y una brisa mágica rodeó a los niños, llenándolos de energía. Sintieron un impulso de gratitud, valentía y amor que nunca habían experimentado antes.

En un abrir y cerrar de ojos, José, Amanda y Andrea se encontraron de regreso en su habitación. La luz de la luna brillaba a través de la ventana, y todo parecía igual, pero algo había cambiado dentro de ellos. Sabían que habían vivido una aventura mágica.

La mañana siguiente, al despertar, se miraron unos a otros con sonrisas en sus rostros. La noche anterior no había sido un simple sueño; había sido una experiencia mágica que iba más allá de su imaginación. La vida parecía tener un nuevo brillo.

—¿Lo recuerdan? —preguntó Amanda, aún emocionada—. ¡Hicimos realidad nuestros deseos!

—Sí, y ahora debemos hacer que esos deseos se hagan realidad también en el mundo real —respondió José, con una chispa de determinación en sus ojos.

Papi y Mami entraron en la habitación para ver como los niños comenzaron a hablar apasionadamente sobre la magia que habían experimentado. Cuando les contaron sobre el Guardián de los Sueños y el festival, los padres los escucharon con atención.

—Eso suena increíble —dijo Mami, abrazando a sus hijos—. Pero también significa que deben esforzarse para llevar esa magia al mundo, no solo soñando, sino también haciendo algo al respecto.

Esa fue la inspiración que ellos necesitaban. Los tres se pusieron a trabajar. José, Amanda y Andrea decidieron organizar una recolección de juguetes en su vecindario para ayudar a los niños necesitados. Hablaron con sus amigos y vecinos, explicando la importancia de compartir y ayudar a los demás.

Durante las siguientes semanas, trabajaron incansablemente. Hicieron carteles coloridos y fueron puerta a puerta, hablando con todos sobre su misión. La respuesta fue abrumadora; la gente se unió y comenzaron a traer juguetes, ropa y alimentos.

Cada sábado, el jardín de José se llenaba de risas y niños jugando. Los tres amigos estaban felices de ver a los otros niños disfrutar de los regalos que habían recolectado. También organizaron un día de adopción de animales en un refugio local, donde muchos encontraron hogares amorosos.

Mientras tanto, los adultos, inspirados por la energía de los niños, comenzaron a recordar su propia juventud. Se unieron y, juntos, comenzaron a planificar eventos comunitarios, donde todos podían participar en actividades lúdicas y mágicas. Así, el pueblo se convirtió en un lugar lleno de alegría, donde los sueños de todos comenzaron a florecer.

El verano pasó rápidamente, y al llegar al inicio del nuevo año escolar, José, Amanda y Andrea estaban sorprendidos de lo mucho que había cambiado su comunidad. No solo habían ayudado a otros, sino que también aprendieron que la verdadera magia reside en el amor, la amistad y la generosidad.

Una noche, mientras soñaban, se encontraron de nuevo en el bosque encantado. Los Zentropi los estaban esperando con nuevos regalos; pero esta vez, no eran dulces ni juguetes, sino agradecimientos y sonrisas, porque cada deseo que habían hecho y cada acción que habían tomado había cambiado la vida de otros.

El Guardián de los Sueños también estaba allí, observando a los niños con orgullo.

—Han aprendido bien la lección —dijo el búho con voz profunda—. Ahora son verdaderos guardianes de la magia.

Aquella noche, los niños se dieron cuenta de que la magia no solo ocurría en sus sueños, sino que también podía ser parte de su realidad si eligieran hacer el bien. Y así fue como José, Amanda y Andrea continuaron llevando la magia a sus corazones y a los corazones de aquellos que los rodeaban, convirtiendo su pequeña parte del mundo en un lugar donde los sueños se hicieron realidad.

Con el paso del tiempo, nunca olvidaron su noche mágica, aquellas aventuras en el reino de los sueños, y el valioso mensaje que les dejó el Guardián. En su pequeño pueblo, los deseos y la magia nunca se desvanecieron, en cambio, florecieron y se multiplicaron, porque los verdaderos soñadores saben que juntos pueden lograr lo imposible.

Y así, en un rincón del mundo, mientras las estrellas brillaban en el cielo, las risas de los niños resonaban, llenas de magia y esperanza, recordando a todos que los sueños pueden volverse realidad, siempre que tengamos el coraje de hacerlos realidad.

image_pdfDescargar Cuentoimage_printImprimir Cuento

¿Te ha gustado?

¡Haz clic para puntuarlo!

Comparte tu historia personalizada con tu familia o amigos

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico

Cuentos cortos que te pueden gustar

autor crea cuentos e1697060767625
logo creacuento negro

Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

Deja un comentario