Cuentos de Fantasía

La noche que los objetos despertaron y el caos se convirtió en magia

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Era una noche tranquila en el pequeño pueblo de San Alejo. La luna brillaba en el cielo y las estrellas parpadeaban como si estuvieran contando secretos. En una de las humildes casas del pueblo, cuatro amigos se preparaban para vivir una aventura extraordinaria. Nick, José, Fernando y Laura se habían reunido en casa de Laura, donde planeaban contar historias de fantasía para amenizar la noche.

Mientras se sentaban en círculo en la sala, llena de cojines y una suave luz de velas, Laura propuso un juego. «¿Qué les parece si creamos nuestra propia historia?» dijo con una sonrisa pícara. A los demás les encantó la idea y comenzaron a proponer ideas. José sugirió que la historia se tratara de un mundo donde los objetos cobraban vida. «¡Sí! Y que esos objetos nos lleven a aventuras increíbles», añadió Fernando entusiasmado. Nick, siempre el más imaginativo, propuso que los objetos pudieran hablar y que fueran un poco traviesos.

Así, comenzaron a tejer la historia. Sin que ellos lo supieran, algo mágico estaba a punto de suceder. Con cada palabra que decían, un pequeño cuaderno que estaba sobre la mesa comenzó a brillar, y de repente, un destello de luz envolvió la sala. Los cuatro amigos quedaron atónitos; los objetos que los rodeaban empezaron a moverse. La lámpara parpadeó, los cojines comenzaron a levitar y, para su asombro, una escoba comenzó a barrer el suelo por sí sola.

«¡Esto es increíble!» gritó Laura, mientras todos miraban asombrados. Sin embargo, en medio de la sorpresa, la escoba dejó de barrer y se detuvo frente a ellos, como si estuviera esperando algo. De repente, se escuchó una voz profunda y ritmica: «¡Soy Brik, la escoba mágica! Y he venido a llevarlos a un mundo donde los objetos pueden hacer cosas extraordinarias».

Los amigos miraron con ojos brillantes. “¿Cómo podemos ir contigo?”, preguntó Fernando, sin poder contener su emoción. “Siganme, no hay tiempo que perder”, respondió Brik, moviendo su palo enérgicamente. Sin pensarlo dos veces, se unieron a la escoba y, en un instante, todos fueron transportados a un bosque encantado.

El aire era fresco y se llenaba de aromas fascinantes. Los árboles brillaban con luces de colores y los pájaros cantaban melodías que ni siquiera sabían que existían. “Bienvenidos a Fantásialandia”, anunció Brik, mientras flotaba en el aire. “Aquí, todo lo que imaginen puede hacerse realidad”.

De pronto, aparecieron dos criaturas que les dieron la bienvenida. Un pequeño reloj llamado Tic y una candela con cara de sabio llamada Lumi. Tic, que hablaba a toda velocidad, explicó: “Aquí los objetos tienen personalidades y pueden realizar magia. Pero hay un problema: un villano, el Bata frío, ha robado el Sol y ha sumido a Fantásialandia en la oscuridad. ¡Necesitamos su ayuda!”.

Laura, siempre valiente, se acercó al grupo. “¿Cómo podemos ayudarles?”. Lumi le explicó que para recuperar el Sol, debían encontrar tres gemas mágicas: la piedra de la valentía, la joya de la amistad y el cristal de la creatividad, que estaban escondidas en diferentes partes del bosque encantado.

El grupo se dividió en dos: Laura y Nick irían en busca de la piedra de la valentía, mientras que José y Fernando buscarían la joya de la amistad. Brik, Tic y Lumi se quedarían con ellos como guías. “Recuerden”, dijo Lumi, “las gemas solo se encontrarán si trabajan juntos y confían en sus habilidades”.

Laura y Nick se adentraron en un lado del bosque donde los árboles parecían susurrar secretos. De repente, se encontraron con un río que parecía tan difícil de cruzar. “No puedo nadar, Laura”, dijo Nick preocupado. Pero su amiga, con una gran idea, le dijo: “Mira ese tronco flotante, podemos usarlo como puente”.

Juntos, empujaron el tronco y, cuidadosos, lograron cruzar. Al otro lado, encontraron la piedra de la valentía, resplandeciente como el oro. Se sintieron orgullosos de sí mismos. “Hicimos un gran equipo”, dijo Nick, sonriendo.

Mientras tanto, José y Fernando exploraban un claro lleno de flores brillantes. “¿Qué hermoso lugar!”, exclamó José, perdido en la belleza. De repente, vieron un árbol con un brillo especial. “¡Mira! Esa debe ser la joya de la amistad”, dijo Fernando, señalando una esfera iridiscente en la copa del árbol.

Pero el árbol hablaba y les dijo: “Para tocar la joya, deben demostrar su amistad. Resuelvan este acertijo”. El árbol planteó un desafío, y tras varios intentos, José y Fernando se apoyaron mutuamente, escuchándose y encontrando la solución juntos. Con su respuesta correcta, la esfera cayó suavemente, y ambos amigos se alegraron al tener la joya en sus manos.

Finalmente, los dos grupos se reunieron, cada uno con una gema. “Ahora solo falta el cristal de la creatividad”, anunció Brik. Todos sintieron que el peligro se acercaba y, guiados por Lumi, llegaron a una oscura cueva. “El cristal está custodiado por el Bata frío”, dijeron.

Sin dudar, decidieron enfrentarse a él. Cuando llegaron a la cueva, el Bata frío les lanzó un viento gélido. Pero con sus tres gemas combinadas, lograron crear un escudo de calor. Brik voló al frente, protegiéndolos. “Juntos, podemos derrotarlo”, gritó Laura. Y así lo hicieron, unidos por su valentía, amistad y creatividad.

Una vez que derrotaron al villano, un resplandor llenó la cueva. El cristal de la creatividad apareció, y al unísono, todos expresaron cómo deseaban ver el mundo. Ese deseo devolvió el Sol a Fantásialandia y permitió que su luz iluminara cada rincón del bosque.

“Gracias, amigos”, dijo Brik, emocionado. “Sin su ayuda, nunca habríamos logrado esto”. Regresaron a casa, donde los objetos que antes eran inanimados ahora brillaban con una energía mágica. Nick, José, Fernando y Laura comprendieron que la verdadera magia reside en la amistad y la imaginación.

Al final de esa increíble noche, después de vivir una aventura mágica, se dieron cuenta de que la fantasía no es solo en los cuentos, sino que también está en cada corazón aventurero. Y así, estadounidenses y emocionados, juraron seguir creando historias juntos, asegurando que la magia jamás se apagara.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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