Cuentos de Fantasía

La pequeña bailarina bajo el cielo azul

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques mágicos, tres amigas inseparables: Becca, Mia y Lylli. Tenían un lugar especial donde se reunían a jugar, un claro en el bosque donde brillaban flores de varios colores y los árboles susurraban secretos al viento. A Becca le encantaba bailar; sus movimientos eran tan suaves como el canto de un pájaro. Mia, siempre curiosa, tenía una gran imaginación y le gustaba contar historias llenas de aventuras. Lylli, por su parte, era la más soñadora de las tres. Le fascinaban las estrellas y pasaba horas mirando al cielo, deseando poder volar y tocar cada una de ellas.

Una soleada mañana, mientras jugaban en su claro, Lylli tuvo una idea brillante. «¿Y si hacemos un espectáculo de baile bajo el cielo azul?», propuso emocionada. Becca, con sus ojos brillantes, respondió: «¡Sí! Sería maravilloso bailar juntas y mostrarle a todos los habitantes del pueblo lo que podemos hacer.» Mia, por su parte, pensó que podría inventar una historia que acompañara el baile. «¡Perfecto! Yo contaré una historia mágica sobre una niña viajera que danza con las estrellas», exclamó.

Así fue como las tres amigas decidieron preparar un espectáculo para todos sus vecinos. Comenzaron a ensayar todos los días después de la escuela. Cada tarde, bajo el cielo azul, Becca ponía todo su amor en cada paso de baile, mientras Lylli se sumergía en sus sueños y Mia tejía una historia que unía todo lo que hacían. Las risas y la música llenaban el aire, y muy pronto, el claro se convirtió en un lugar de magia y alegría.

Una tarde, mientras se preparaban, apareció un pequeño dragón que parecía estar perdido. Tenía escamas brillantes y ojos tan grandes como dos platos. Las tres amigas se asustaron al principio, pero el dragón no parecía peligroso; más bien, parecía triste. “Hola, ¿por qué lloras?”, le preguntó Becca con voz suave. “Estoy buscando mi hogar, pero no sé dónde está”, respondió el dragón, con su voz temblorosa.

Mia, siempre lista para ayudar, aseguró: “Podemos ayudarte a encontrar tu hogar. ¿Cómo te llamas?” “Me llamo Lumo”, dijo el dragón, secándose las lágrimas con su pequeña patas. “Vivo en un reino donde el cielo es de muchos colores, y allí hay un gran lago donde nuestros reflejos bailan. Pero me perdí mientras jugaba con mis amigos.”

Becca, Mia y Lylli se miraron con complicidad y llegaron a un acuerdo. “Te ayudaremos a encontrar tu hogar, Lumo. Pero antes de irnos, ¿podrías bailar con nosotras en nuestro espectáculo?”, sugirió Lylli. Lumo, sorprendido, sonrió por primera vez. “¿De verdad podría bailar con ustedes? ¡Eso sería maravilloso!”

Así que las cuatro amigas se pusieron a ensayar juntas. Becca enseñó a Lumo algunos pasos de baile, mientras Mia recitaba la historia que había creado sobre la niña que danzaba con las estrellas. Lylli pidió deseos a cada estrella que podía ver en el cielo, pensando que cada uno de ellos podía ayudar a que el dragón encontrara su hogar.

El día del espectáculo llegó, y el claro se llenó de vecinos curiosos. Todos querían ver las maravillas que Becca, Mia, Lylli y Lumo tenían preparadas. Cuando comenzó el baile, el corazón de Lumo se llenó de alegría. Juntos, danzaron en un espectáculo que dejó a todos boquiabiertos. Las flores parecían bailar con ellos, y los árboles susurraban al compás de la música.

Mia, al final de la danza, dio el paso al cuento que había creado. Con su voz melodiosa, narró la historia de Lumo, una pequeña criatura que había perdido su hogar, pero encontró nuevas amistades y magia en su camino. La gente del pueblo se emocionó tanto que comenzaron a aplaudir y a gritar de alegría.

Al concluir el espectáculo, el dragón sentía que su corazón latía con fuerza y felicidad. “¡Gracias! Esto ha sido increíble. Nunca antes había sentido algo tan especial”, dijo Lumo, agradecido. Pero, en su corazón, aún deseaba encontrar su hogar. Así que Becca, Mia y Lylli decidieron que después de la función, irían en una búsqueda para ayudar a Lumo a regresar a su reino.

Noche tras noche, las amigas exploraron el bosque, preguntando a los animales y observando el cielo. Lylli cerraba los ojos y deseaba a las estrellas. Los tres amigos se hicieron más cercanos, compartiendo risas, cuentos y bailes bajo la luz de la luna. Pero Lumo aún se sentía triste por no encontrar su hogar.

Una noche, mientras miraban las estrellas, algo mágico sucedió. Una estrella fugaz pasó volando, y Lylli, emocionada, gritó: “¡Lumo, haz un deseo!” Lumo cerró los ojos y deseó con todas sus fuerzas. De repente, el cielo se iluminó con destellos de luz, y un arcoíris se formó que conducía hacia un lugar lejano. “¡Mira! ¡Ese es mi hogar!” gritó Lumo emocionado.

Las amigas se abrazaron en una ronda. “Vamos, que lo acompañamos”, dijo Becca. Así que las cuatro emprendieron el viaje hacia el arcoíris. Al llegar, el dragón se encontró con sus amigos, que lo esperaban con ansias. “¡Lumo! ¡Te encontramos!” gritaron emocionados.

Lumo, feliz y rodeado de sus amigos, miró de nuevo a Becca, Mia y Lylli. “Gracias por ayudarme a encontrar mi hogar. Os llevaré a un viaje por mi reino, donde también podréis bailar y contar historias.” Y así, juntos, volaron a través del cielo de colores, disfrutando de la belleza del mundo.

Desde ese día, las cuatro amigas se volvieron inseparables. Cada vez que Lumo volvía al pueblo, organizaban espectáculos y aventuras juntos, llenando el mundo de risas, baile y magia. Y aunque siempre había historias nuevas que contar y pasos nuevos que bailar, en el fondo sabían que la verdadera magia era la amistad que compartían, capaz de superar cualquier obstáculo.

Al final, comprendieron que la amistad siempre ilumina el camino, y con cada día que pasaba, sus corazones se llenaban de nuevos deseos para soñar y nuevas aventuras por vivir. Así, en un rincón del mundo, bajo un cielo azul, Becca, Mia, Lylli y Lumo seguían creando magia juntos, bailando entre las estrellas y llenando el aire de risas.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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