Había una vez, en un reino muy lejano, un joven llamado Kuna. Era un niño curioso y lleno de energía, siempre explorando los hermosos bosques que rodeaban su pueblo. Sin embargo, últimamente, algo extraño había comenzado a suceder en su hogar. Los árboles ya no eran tan verdes como antes, y los ríos que antes brillaban con aguas cristalinas se habían oscurecido.
Un día, mientras Kuna paseaba por el bosque, notó que una sombra oscura se cernía sobre el paisaje. Intrigado y un tanto asustado, decidió seguir la sombra para descubrir de dónde provenía. Caminó y caminó, atravesando arbustos y saltando sobre pequeñas rocas, hasta que llegó a un claro donde se encontraba un viejo árbol muy, muy grande. La sombra que había estado siguiendo emanaba de sus ramas.
De repente, Kuna escuchó un susurro. Miró a su alrededor y vio que junto al árbol había un pequeño ser luminoso, parecido a un hada, pero con alas de color verde que destellaban con cada movimiento. “Hola, Kuna”, dijo el hada. “Soy Lira, el hada guardiana del bosque. La sombra que ves es el resultado de la contaminación que ha ido invadiendo nuestro mundo. El aire ya no es puro, y eso está afectando a todos los seres que viven aquí.”
Kuna estaba asombrado y tenía muchas preguntas. “Pero, ¿cómo puedo ayudar, Lira? No puedo quedarme de brazos cruzados mientras el bosque sufre”, exclamó con determinación.
“Necesitamos la ayuda de otros guardianes del ambiente. Juntos podemos devolver la vida al bosque”, respondió Lira. Con un movimiento de su varita mágica, hizo aparecer una pequeña esfera de luz que flotó hacia Kuna. “Esta esfera contiene la esencia de la naturaleza. Al llevarla, podrás comunicarte con otros seres de este mundo que pueden ayudarnos.”
Kuna tomó la esfera cuidadosamente y sintió cómo una energía cálida lo envolvía. “Bien, tengo que empezar de inmediato”, dijo decidido. Salió corriendo del claro y se dirigió hacia el pueblo donde vivía. En su camino, se encontró con su amigo Tomás, un niño al que le encantaba hacer experimentos con la ciencia y la naturaleza.
“¿A dónde vas, Kuna? Pareces muy emocionado”, preguntó Tomás.
“Tengo una misión, Tomás. El bosque está enfermo por la contaminación, y necesitamos reunir a los guardianes del ambiente. ¡Ven conmigo!” Tomás, intrigado, decidió acompañarlo.
Llegaron al centro del pueblo y comenzaron a hablar con todos sus amigos. Convencieron a Ana, una niña que amaba las plantas, y a Pedro, que era un gran defensor de los animales. Juntos, formaron un pequeño equipo entusiasta por salvar su hogar.
Mientras caminaban de regreso al bosque, Lira se les apareció nuevamente. “Qué hermoso equipo has reunido, Kuna. Ahora, cada uno de ustedes debe usar sus talentos para ayudar a nuestro querido bosque”, les dijo.
Ana llevó el grupo a un área devastada donde muchas plantas habían muerto. “Debemos replantar”, dijo pensativa. Con la ayuda de Lira, empezaron a preparar la tierra y a plantar nuevas semillas. Cada vez que una semilla tocaba el suelo, una luz brillante iluminaba el área y la tierra recuperaba su energía. “¡Esto es increíble!”, exclamó Ana con los ojos brillantes.
Mientras tanto, Pedro se encontró con una familia de ardillas que estaban muy débiles. “Nos han contaminado el agua y no hay comida”, le dijeron. Pedro corrió a buscar alimentos y, con la ayuda de Kuna, Lira y Tomás, construyeron un pequeño estanque para recolectar agua de la lluvia que así podrían aprovechar mejor. Las ardillas, agradecidas, prometieron ayudarles a cuidar el bosque.
Por su parte, Tomás decidió inventar un sistema que purificara el aire. Con algunos objetos que encontró en su casa, construyó una máquina que filtraba el aire sucio que había en el bosque. Cuando comenzaron a funcionar, el aire empezó a volver a ser fresco y puro como antes. La vida regresó al lugar.
Pasaron varios días trabajando juntos. Con cada esfuerzo, la sombra sobre el bosque se fue desvaneciendo poco a poco. Cientos de plantas crecieron donde antes solo había tierra muerta, y los animales comenzaron a regresar al hogar que había sido robado de ellos.
Aunque había días difíciles, cada vez que sentían que todo estaba en su contra, la esfera de luz que Kuna llevaba encendía su motivación. “No podemos rendirnos”, decía Kuna. “La naturaleza siempre encuentra una manera de sanar si nosotros la ayudamos”.
Finalmente, una tarde, cuando Kuna y sus amigos estaban sentados en el claro donde todo había comenzado, sintieron una brisa fresca. Era el viento que soplaba libremente y sonaba como música en sus oídos. “¡Lo hemos logrado!”, gritaron todos al unísono. La sombra que había cubierto su hogar había finalmente desaparecido, dejando solo belleza y luz.
Lira apareció una vez más, su brillante figura resplandecía. “Gracias, valientes amigos. Ustedes han demostrado que el amor y el trabajo en equipo son más poderosos que cualquier sombra. Pero nunca olviden, siempre deben cuidar de la naturaleza y protegerla de la contaminación. Cada pequeño acto cuenta”, dijo mientras sonreía.
Kuna, Tomás, Ana y Pedro hicieron una promesa en ese momento: no solo cuidarían del bosque, sino que también compartirían su historia con el mundo, para que otros comprendieran la importancia de proteger su hogar.
Y así, en ese mundo lleno de magia y aventuras, los cuatro amigos se convirtieron en los guardianes del bosque, enseñando a todos a amar y respetar la naturaleza, y vivieron muchas más aventuras juntos, siempre listos para enfrentarse a cualquier sombra que amenazara la belleza de su querido amado.
Y así, ellos aprendieron que proteger el planeta era el más importante de los tesoros y que, con determinación y unidad, cualquier sombra podría ser expulsada, dejando solo luz y amor en su camino.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.