Cuentos de Fantasía

La Unión de las Formas: Un Viaje de Amistad y Colores

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en un mundo mágico lleno de colores brillantes y formas increíbles, un pequeño pueblo llamado Geometrilandia. En este lugar vivían cuatro amigos muy especiales: Ciri, un círculo alegre y juguetón; Triángulo, un personaje curioso con tres lados; Cuadrado, un amigo fuerte y cuadrado, y por último, Rectángulo, que era muy habilidoso con dos lados largos y dos lados cortos.

Un día soleado, mientras Ciri giraba y bailaba en el prado, Triángulo llegó corriendo con una gran noticia.

—¡Ciri! ¡Cuidado! ¡Debemos hacer algo!— gritó Triángulo, agitado.

—¿Qué ocurre, Triángulo?— preguntó Ciri, deteniéndose de bailar.

—¡Hay un problema en el pueblo!— exclamó Triángulo—. ¡La Fuente de Colores se ha secado! Sin ella, nuestros colores se están desvaneciendo. ¡La hierba se está poniendo gris y el cielo ya no es azul!

Cuadrado, que estaba construyendo una fortaleza de bloques, se acercó rápidamente.

—¿Qué? ¡No puede ser!— dijo Cuadrado, alarmado. – La Fuente de Colores es muy importante. Sin colores, no podemos jugar ni divertirnos.

Rectángulo, que siempre tenía un plan, intervino.

—¡No se preocupen! Debemos ir juntos a buscar la fuente. La amistad y el trabajo en equipo son la clave para resolver cualquier problema.

Ciri sonrió al escuchar a Rectángulo.

—¡Sí! ¡Juntos podemos hacerlo! — aseguró.

Los cuatro amigos se miraron y decidieron que era hora de actuar. Pero, ¿a dónde debían ir? Rectángulo sacó un mapa que había encontrado en sus aventuras anteriores.

—Según este mapa, la fuente está en la Montaña de los Arcoíris, al otro lado del Bosque de las Sorpresas— explicó Rectángulo, señalando los colores del mapa brillante.

—¡Vamos! — gritaron todos al unísono.

Sin perder ni un momento, los amigos comenzaron su viaje. Se adentraron en el Bosque de las Sorpresas, un lugar lleno de árboles altos con hojas de diferentes formas y criaturas mágicas. Mientras caminaban, se encontraron con un pequeño hada llamada Lila, que brillaba como un diamante.

—Hola, amigos— dijo Lila, volando alrededor de ellos—. ¿A dónde van con tanta prisa?

—¡Hola, Lila!— respondió Ciri—. ¡Vamos a buscar la Fuente de Colores que se ha secado!

Lila, emocionada por la aventura, decidió unirse a ellos.

—¡Puedo ayudarles! Con un poco de magia, podemos acelerar nuestro viaje— dijo Lila, moviendo sus pequeñas manos llenas de polvo de estrellas.

Con Lila volando a su lado, los amigos avanzaron más rápido que nunca. Pero pronto se encontraron con un gran obstáculo: un río que no podían cruzar.

—Oh, no— dijo Cuadrado, mirando las aguas rápidas. —No podemos pasar.

Triángulo, muy ingenioso, propuso una idea.

—Podemos construir un puente. Cuadrado, tú puedes usar tus lados fuertes, y yo puedo ayudar con las bases.

—¡Y yo puedo volar con Lila para conseguir ramas y hojas!— exclamó Ciri, feliz y emocionada.

Así, cada uno de ellos encontró su lugar en la tarea. Mientras Cuadrado y Triángulo trabajaban juntos, Ciri y Lila recogían las ramas más fuertes y las hojas más grandes que podían encontrar. Después de un rato, el puente estaba listo.

—¡Buen trabajo, amigos!— dijo Rectángulo, sonriendo. —Ahora, ¡a cruzar!

Uno a uno, los amigos cruzaron el puente, riendo y disfrutando de la colaboración. Cuando llegaron al otro lado, se sintieron muy orgullosos de lo que habían logrado juntos.

—¡Esto es solo el comienzo!— dijo Lila, guiándolos hacia la montaña que se veía en la distancia.

Finalmente llegaron a la Montaña de los Arcoíris. Allí, encontraron un hermoso castillo hecho de luz y colores brillantes. A la entrada, había una puerta dorada custodiada por un gran guardián. Era un gigantesco prisma llamado Prisma, que tenía el poder de mezclar colores y dar luz.

—¿Quiénes son ustedes?— preguntó Prisma, con una voz profunda y resonante.

—¡Hola! Somos Ciri, Triángulo, Cuadrado y Rectángulo. Venimos a buscar la Fuente de Colores que se ha secado— explicó Ciri con entusiasmo.

Prisma los miró detenidamente, y después de un rato, sonrió.

—Solo los que están unidos en amistad pueden alcanzar la fuente. ¿Qué han aprendido en su viaje?

Triángulo habló primero.

—He aprendido que todos somos diferentes, pero juntos somos más fuertes.

Cuadrado continuó.

—Yo he aprendido que trabajando en equipo podemos conseguir cualquier cosa.

Ciri añadió:

—Y que la alegría de compartir y colaborar hace que la aventura sea más divertida.

Finalmente, Rectángulo cerró:

—He aprendido que la verdadera magia está en la amistad.

Prisma se iluminó en mil colores a medida que escuchaba sus palabras.

—¡Muy bien! Pueden pasar. La Fuente de Colores está al final del pasillo. Recuerden, el color no solo está en los objetos, sino en los corazones que se quieren.

Los amigos entraron al castillo llenos de emoción. Al final del pasillo, encontraron la Fuente de Colores, reluciendo y brillando como nunca antes. Sin pensarlo dos veces, Ciri se acercó y tocó el agua gloriosa. De inmediato, los colores comenzaron a fluir por todo Geometrilandia, devolviendo la alegría a la hierba, el cielo y a cada rincón del pueblo.

Regresaron a casa llenos de felicidad, y al mirar a su alrededor, se dieron cuenta de que la verdadera magia de la vida es la amistad, la cooperación y el amor por los demás. Desde ese día, los cuatro amigos compartieron mil aventuras, siempre recordando que juntos podían superar cualquier obstáculo.

Y así, en Geometrilandia, los colores nunca dejaron de brillar, gracias a cuatro amigos que aprendieron el verdadero valor de estar unidos. Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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