Cuentos de Fantasía

Lía y el Dragóncito Verde: Una Aventura Mágica para Salvar el Bosque

Lectura para 8 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Lía era una niña aventurera que vivía en un pequeño pueblo al borde de un inmenso bosque lleno de misterios y magia. Siempre había sentido una conexión especial con los árboles, las flores y los animales que habitaban aquel lugar. Un día, mientras exploraba una parte del bosque que nunca había visitado, se encontró con una pequeña criatura que nunca había visto antes. Era un dragóncito verde, que medía apenas lo que una paloma y tenía ojos brillantes de color azul. El dragóncito estaba temblando, atrapado entre las raíces de un viejo roble.

“¡Hola!” dijo Lía con una voz suave, acercándose con cuidado. “¿Te encuentras bien?”

El dragóncito, al escuchar la voz amistosa de Lía, levantó la vista y le respondió: “¡Ayuda! Me llamo Humito. Estaba volando cuando vi algo que brillaba. Fui a verlo, pero caí aquí atrapado.” Su vocecita temblaba, pero aun así sonaba valiente.

“¡No te preocupes, Humito! Te ayudaré,” exclamó Lía, llenándose de determinación. Con mucho cuidado, empezó a despejar las raíces que aprisionaban al pequeño dragón. Después de un par de minutos de trabajo, finalmente logró liberarlo.

“¡Soy libre! ¡Soy libre!” aulló Humito, dando vueltas en el aire y dejando un rastro de chispas doradas a su paso. “Gracias, Lía. Eres muy valiente.”

“¿Sabes? No soy tan valiente. Solo quiero ayudar. Pero, ¿por qué estabas volando tan bajo? Los dragones son voladores, ¿verdad?” preguntó Lía, con curiosidad.

Humito se posó en el hombro de Lía, sintiéndose seguro y muy feliz. “Este bosque está en peligro. Un oscuro hechizo ha comenzado a extenderse, y está afectando a todos los seres mágicos que aquí vivimos. Necesito encontrar a Lector, el sabio búho, para buscar una solución.”

“¡Un búho! ¡Vamos a encontrarlo!” Lía estaba tan emocionada que casi no podía contener su energía. Juntos, empezaron a caminar por el bosque, siguiendo las huellas de luz que emanaban de Humito cada vez que batía sus alas.

Después de un rato de andar, llegaron a un claro donde un gigantesco árbol de tronco ancho y ramas extendidas parecía tocar el cielo. En sus ramas anidaba Lector, el búho más sabio del bosque. Sus plumas eran de un color marrón claro, con manchas que se asemejaban a las estrellas. Cuando Lía y Humito se acercaron, Lector abrió sus grandes ojos dorados y sonrió.

“Hola, pequeños. ¿Qué les trae por aquí?” preguntó, con una voz profunda y melodiosa.

“Lector, necesitamos tu ayuda,” dijo Humito. “Un hechizo oscuro está afectando al bosque. Debemos encontrar la fuente y detenerlo. ¿Tienes alguna idea de cómo hacerlo?”

Lector reflexionó un momento y luego dijo: “En lo profundo del bosque, hay un lago mágico que brilla bajo la luz de la luna. Se dice que la fuente del hechizo proviene de la Selva Sombría, más allá de este lago. Si podemos llegar ahí antes de que caiga la noche, tal vez podamos revertir el hechizo.”

“¡Eso suena emocionante! ¿Podemos ir, por favor?” preguntó Lía, llena de entusiasmo.

“¡Claro! Pero debemos estar atentos. La Selva Sombría está llena de criaturas que no siempre son amigables,” advirtió Lector mientras bajaba del árbol y se les unía.

Así, los tres comenzaron su viaje hacia el lago mágico. Mientras caminaban, Lía miraba con asombro los árboles altos y las flores que brillaban en una danza de colores. Humito volaba en círculos sobre ellos, dejando destellos de luz que los guiaban.

Finalmente, llegaron al lago. El agua reflejaba la luz de las estrellas, creando un espectáculo de luces que parecía sacado de un cuento de hadas. “Es hermoso,” dijo Lía, maravillada.

“No hay tiempo que perder. Debemos cruzar el lago,” dijo Lector. “Utilizaremos la magia de Humito para ayudarnos.”

Humito asintió y con un susurro lanzó un pequeño hechizo. Las aguas comenzaron a brillar intensamente, formando un camino brillante de luz sobre la superficie del lago. Lía dio un paso y se sintió calma mientras caminaba sobre el agua.

Cruzar el lago fue rápido, y pronto llegaron a la otra orilla, donde la Selva Sombría los estaba esperando. Los árboles eran más oscuros, y los sonidos que provenían de la naturaleza eran diferentes; todo parecía más silencioso y prudente. “Debemos ser cuidadosos,” dijo Lector. “Debemos encontrar el origen del hechizo.”

Mientras avanzaban, un rugido profundo resonó entre los árboles. De repente, un gran dragón negro apareció frente a ellos. Sus ojos eran rojos y su apariencia intimidante. “¿Quiénes son ustedes? ¿Por qué están aquí?” preguntó con una voz que podía hacer temblar a cualquiera.

“¡No vengo a pelear! Solo queremos salvar el bosque del hechizo maligno que has creado,” respondió Lía, con más valentía de la que sentía en su interior.

“¿Salvar el bosque? ¿Y por qué debería creerles? Esta oscuridad es mi poder,” dijo el dragón negro, acercándose más. Pero en ese instante, Humito voló hacia adelante y con su pequeña voz, empezó a hablarle.

“¡No! No es así como debes vivir. Este poder solo trae tristeza. Hay otros caminos que pueden hacerte más fuerte y feliz. Déjanos ayudarte.”

El dragón negro se detuvo, sorprendido por la valentía de Humito. “¿Ayudarme? ¿Cómo?”

“Si trabajamos juntos, podemos revertir el hechizo. Pero debes permitirnos hacerlo,” respondió Lía, sintiendo que había una chispa de esperanza en el corazón del dragón.

Después de unos momentos tensos, el dragón negro asintió. “Está bien. Les daré una oportunidad.”

Así, con la guía de Lector y el valor de Lía y Humito, comenzaron a deshacer el hechizo oscuro. Unieron sus fuerzas, y el dragón negro, con mucho esfuerzo, se liberó de las ataduras de la magia oscura que lo habían atrapado. Un brillo cálido comenzó a extenderse por el bosque, iluminando todo a su paso.

Con el hechizo deshecho, la selva volvió a cobrar vida. Los árboles se llenaron de colores vibrantes, los animales regresaron a sus hogares y el cielo brilló con un sol resplandeciente.

“Gracias, amigos,” dijo el dragón negro, ahora transformado en un dragón de brillantes colores. “He aprendido que la verdadera fuerza está en la amistad y en usar nuestros poderes para construir y no para destruir.”

Lía, Humito y Lector sonrieron, felices de haber podido ayudar. Prometieron que siempre cuidarían del bosque juntos, y cada vez que necesitaban un recordatorio de su amistad, un hermoso arcoíris se alzaba en el cielo para recordarles que todos, incluso los más oscuros, pueden encontrar la luz.

Y así, Lía, Humito y el dragón de brillantes colores continuaron sus aventuras, manteniendo el bosque a salvo y creando lazos de amistad que jamás olvidarán. La magia del bosque seguía viva, y su historia estaba apenas comenzando, mostrando que en el corazón de cada problema hay una solución, y que juntos siempre somos más fuertes.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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