Cuentos de Fantasía

Luna y el Dragón de Caramelo

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas de colores, una niña llamada Luna. Luna tenía una gran imaginación y soñaba con aventuras mágicas. Todos los días, después de terminar sus tareas, se sentaba en su jardín y miraba las nubes, imaginando que eran castillos, dragones y paisajes de ensueño.

Un día, mientras paseaba por el bosque cercano, Luna decidió seguir un camino que nunca había visto antes. Las hojas crujían bajo sus pies y los rayos del sol brillaban a través de los árboles, creando un ambiente mágico. “¿A dónde me llevará este camino?” pensó Luna con emoción.

Después de caminar un rato, el camino la llevó a un claro iluminado por luces brillantes. Cuando Luna entró al claro, se quedó boquiabierta. En el centro, había un enorme dragón de caramelo. Sus escamas eran de todos los sabores: fresa, menta y chocolate. “¡No puedo creer lo que veo!” exclamó Luna.

El dragón levantó la cabeza y sonrió. “¡Hola, pequeña soñadora! Soy el Dragón de Caramelo. He estado esperando tu llegada,” dijo con una voz dulce y melodiosa. Luna se acercó lentamente, sintiendo que estaba en un sueño. “¿Cómo puedes hablar?” preguntó, con ojos grandes de asombro.

“Soy un dragón mágico. Y tú, Luna, tienes una imaginación muy especial. Necesito tu ayuda,” respondió el dragón, moviendo su cola de caramelo suavemente. “¿En qué puedo ayudarte?” preguntó Luna, intrigada.

“La Reina de los Postres ha perdido su receta más valiosa, la que hace que todos los dulces del reino sean mágicos. Sin ella, todo se volverá triste y sin sabor,” explicó el Dragón de Caramelo, su expresión volviéndose seria. “Debemos encontrarla antes de que sea demasiado tarde.”

Luna sintió un escalofrío de emoción y un sentido de responsabilidad. “¡Voy a ayudarte!” dijo con determinación. “¿Dónde comenzamos?” El dragón sonrió, feliz de tenerla como aliada. “Primero, debemos visitar la Torre de Azúcar. Ahí es donde la Reina guarda sus recetas.”

Con un movimiento de su ala, el dragón se puso de pie y se sacudió. “¡Súbete a mi espalda, y volaremos juntos!” Luna se emocionó. Nunca había volado en un dragón antes. Con un ligero salto, se acomodó entre las suaves escamas de caramelo, y el dragón despegó hacia el cielo.

Mientras volaban, Luna sintió el viento acariciando su rostro y la emoción llenando su corazón. Desde lo alto, el paisaje era aún más hermoso. Podía ver ríos brillantes que serpenteaban a través de los campos de dulces, montañas de chocolate y árboles de chicle. “¡Es maravilloso!” gritó Luna, sonriendo de oreja a oreja.

Después de un emocionante vuelo, aterrizaron frente a la majestuosa Torre de Azúcar. La torre brillaba con un color dorado, y en su cima había una gran esfera de caramelo que giraba. “¡Wow! ¡Es aún más hermosa de lo que imaginaba!” dijo Luna, maravillada.

Entraron en la torre, y Luna quedó asombrada por lo que vio. Estantes llenos de frascos de colores brillantes, cada uno conteniendo ingredientes mágicos. En el centro de la sala, había una gran mesa de dulces donde la Reina de los Postres solía trabajar. “Busquemos la receta,” sugirió el dragón.

Mientras revisaban los frascos, Luna sintió que algo no estaba bien. “¿Qué tal si la receta se ha perdido por completo?” preguntó, preocupada. “No puedo imaginar un mundo sin dulces mágicos.” El Dragón de Caramelo se detuvo y dijo: “No te preocupes, juntos encontraremos una solución.”

De repente, escucharon un ruido. “¿Quién anda ahí?” dijo una voz fuerte. Era un gran ogro de caramelo, con ojos ferozmente protectores. “¡Esta es mi torre! ¿Qué hacen aquí?” El dragón se interpuso entre Luna y el ogro. “No venimos a causar problemas. Estamos buscando la receta de la Reina,” explicó.

El ogro se rió. “¿La receta? La Reina no la necesita. Yo me encargo de proteger la torre. No permitiré que se la lleven.” Luna, sintiendo que era el momento de actuar, dio un paso adelante. “Pero, si no encontramos la receta, el reino se volverá triste y todos los dulces dejarán de ser mágicos. ¿No quieres que la alegría regrese a la gente?”

El ogro la miró fijamente. “¿Tú crees que los dulces son lo que traen alegría?” preguntó. “¡Claro que sí! Los dulces son parte de las celebraciones, de las risas y de la amistad. Sin ellos, la vida sería aburrida,” dijo Luna, con sinceridad.

El ogro se quedó pensativo por un momento. “Hmm, tal vez tienes razón. Pero necesito estar seguro de que no se la robarán,” dijo, cruzando los brazos. “Si me muestras que realmente quieres ayudar, tal vez te deje pasar.”

“¡De acuerdo! Vamos a hacer un trato. Si me dejas buscar la receta, prometo que haré un festín de dulces para todos en el pueblo y tú serás nuestro invitado especial,” propuso Luna. El ogro sonrió, ya que le encantaban los festines. “Está bien, trato hecho. Pero deben ser los mejores dulces de todos,” respondió.

Con el acuerdo hecho, el ogro los dejó pasar. Luna y el Dragón de Caramelo buscaron por toda la torre. Revisa cada frasco y cada rincón. Finalmente, en una pequeña caja dorada en el fondo de un estante, encontraron un pergamino enrollado. “¡Aquí está!” gritó Luna, abriendo la caja.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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