En una esquina silenciosa de la vasta biblioteca de la Universidad de las Ciencias Antiguas, Ailana, una estudiante de historia, se encontraba inmersa en su búsqueda de un libro perdido. El reloj marcaba casi la medianoche y la biblioteca, con sus altos techos y estanterías repletas de volúmenes polvorientos, parecía cobrar vida propia. Ailana, conocida por su curiosidad insaciable, necesitaba encontrar un libro específico que pudiera ser la clave para su proyecto de final de curso sobre mitologías olvidadas.
Ailana tenía el cabello largo y oscuro, usualmente recogido en un moño descuidado que dejaba escapar mechones rebeldes al ritmo de sus pasos apresurados. Esa noche, sin embargo, había dejado su cabello suelto, que se esparcía sobre sus hombros mientras ella se movía con gracia entre las sombras de los estantes.
Ulises, su compañero de clase y amigo desde la infancia, era su contraparte en muchas maneras. Con su cabello rubio y ojos que reflejaban un brillo inusual, se había unido a ella en esta búsqueda nocturna. Ulises, estudiante de antropología, compartía la fascinación de Ailana por lo antiguo y lo místico.
El libro que buscaban no era un libro cualquiera. Según una nota al margen en uno de sus textos de clase, se trataba de un volumen que contenía la única referencia conocida a la «Portadora de Luz», una figura mítica de la que poco se sabía, pero que estaba ligada a poderes legendarios y eventos cataclísmicos de eras pasadas.
Después de horas de búsqueda, cuando el último reloj de la torre cercana dio las campanadas que anunciaban la medianoche, Ailana pasó su mano por un estante alto y sintió cómo un libro más pesado que los demás se desprendía ligeramente. Con la ayuda de Ulises, lo bajaron con cuidado. El libro estaba encuadernado en cuero con incrustaciones de piedras que parecían absorber la tenue luz de su linterna, y no tenía título en su portada, solo un intrincado símbolo que brillaba sutilmente al contacto con sus dedos.
Al abrir el libro, una luz dorada emanó de sus páginas, envolviendo a Ailana y Ulises en un halo mágico. Ailana sintió una energía cálida recorrer su cuerpo, y una voz, clara aunque sin origen visible, susurró: «Portadora de Luz, tu destino te ha encontrado.»
Desde ese momento, Ailana comenzó a notar cambios en ella. Podía ver cosas que otros no veían: esencias de luz en las personas, rastros de magia antigua en lugares olvidados. Ulises, siempre el escéptico lógico, se convirtió en su guía y protector, ayudándola a navegar por esta nueva realidad que desafiaba toda lógica científica.
Juntos, decidieron seguir las pistas del libro, que los llevó a viajar a lugares remotos, desde templos olvidados en selvas profundas hasta ciudades subterráneas ocultas bajo desiertos áridos. Cada ubicación les revelaba más sobre la historia de la Portadora de Luz y su papel en la lucha entre antiguas fuerzas de luz y oscuridad.
A medida que Ailana aceptaba su destino, también aprendía a manejar la luz que ahora podía invocar a voluntad. Con cada aventura, se fortalecían no solo sus poderes, sino también su amistad con Ulises, quien demostró ser un aliado indispensable, equilibrando sus impulsos con su cautela y conocimiento.
Finalmente, su búsqueda los llevó a enfrentar a un antiguo enemigo que buscaba revivir las sombras del pasado para reclamar el mundo moderno. La batalla fue feroz y puso a prueba todo lo que Ailana y Ulises habían aprendido. En un clímax de luz contra oscuridad, Ailana, con la ayuda de Ulises, canalizó su poder para envolver al enemigo en un manto de luz pura, sellando su mal lejos del mundo.
Con el enemigo derrotado, Ailana y Ulises regresaron a su vida universitaria, pero con una comprensión más profunda del mundo y de su lugar en él. Ailana continuó sus estudios, ahora enfocados en las intersecciones entre la mitología y la realidad, mientras que Ulises escribía su tesis sobre la influencia de los mitos antiguos en las culturas contemporáneas.
La historia de la Portadora de Luz, aunque conocida solo por unos pocos, permaneció como un testimonio del poder de la fe y la amistad frente a las adversidades, y Ailana y Ulises, más unidos que nunca, se mantuvieron vigilantes, listos para enfrentar cualquier otra anomalía que pudiera surgir en su mundo ahora claramente más mágico.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.