Había una vez en un valle lejano, rodeado de montañas y cubierto de un verde exuberante, un pequeño retoño llamado Retoñito. Él no era un retoño común; tenía pequeños ojos brillantes y una sonrisa encantadora. Su hogar era un claro en el bosque encantado, donde la magia florecía y todo tipo de criaturas fantásticas vivían en armonía. El bosque estaba lleno de árboles centenarios, flores luminosas y ríos que susurraban canciones antiguas.
Retoñito había escuchado historias sobre el gran Volcán, un antiguo y majestuoso volcán que se alzaba en el horizonte, visible desde cualquier parte del valle. El Volcán, llamado Volcán, era conocido por su sabiduría y su conexión con la tierra. Sin embargo, en los últimos tiempos, el Volcán había comenzado a mostrar signos de inquietud, lo que preocupaba a todos los habitantes del valle. Las erupciones eran más frecuentes y los temblores sacudían el suelo con una intensidad creciente.
Un día, durante una reunión en el corazón del bosque, las criaturas del valle decidieron que alguien debía ir y hablar con Volcán para entender qué estaba sucediendo. Fue entonces cuando Retoñito, pequeño pero valiente, dio un paso adelante.
—Yo iré a hablar con Volcán —dijo con determinación—. Debemos averiguar qué necesita para calmar su inquietud.
Las demás criaturas miraron a Retoñito con admiración y un poco de preocupación. Sabían que el viaje sería largo y peligroso, pero confiaban en su espíritu valiente.
Antes de partir, el anciano roble, el árbol más viejo del bosque, se acercó a Retoñito y le entregó un pequeño saco.
—Aquí tienes algunos regalos mágicos del bosque —dijo el anciano roble—. Úsalos con sabiduría en tu viaje.
Retoñito agradeció al anciano roble y, con el saco de regalos colgando de una de sus ramas, comenzó su travesía hacia el Volcán.
El camino no fue fácil. Retoñito tuvo que atravesar ríos caudalosos, escalar colinas empinadas y sortear bosques densos y oscuros. Cada noche, acampaba bajo las estrellas, escuchando los sonidos del bosque y preguntándose qué le depararía el día siguiente.
Una tarde, mientras cruzaba un campo de flores luminiscentes, Retoñito se encontró con un grupo de mariposas doradas. Las mariposas, con sus alas brillantes, bailaban en el aire y rodearon a Retoñito con curiosidad.
—¿Adónde vas, pequeño retoño? —preguntó una de las mariposas.
—Voy a ver al gran Volcán —respondió Retoñito—. Debo averiguar qué necesita para calmar su inquietud.
Las mariposas intercambiaron miradas y luego una de ellas se acercó y dijo:
—Te ayudaremos a llegar más rápido. Súbete a nuestras alas.
Con gratitud, Retoñito aceptó la ayuda y, montado en las alas de las mariposas doradas, voló por el cielo, avanzando mucho más rápido de lo que hubiera podido por tierra.
Finalmente, tras varios días de vuelo, llegaron a la base del imponente Volcán. El volcán era aún más majestuoso de cerca, con su cima tocando las nubes y su superficie cubierta de antiguas marcas de erupciones pasadas.
Retoñito descendió de las mariposas y las agradeció antes de continuar su camino solo hacia la cima. Mientras ascendía, notó que el suelo estaba caliente y que el aire olía a azufre. Sin embargo, su determinación no flaqueó. Debía encontrar a Volcán y descubrir qué lo inquietaba.
Cuando llegó a la cima, Retoñito se encontró ante el cráter del volcán. De repente, una voz profunda y resonante lo saludó.
—¿Quién eres y qué buscas en mi hogar? —preguntó Volcán.
Retoñito miró hacia arriba y vio el rostro de Volcán formado en la roca, con ojos grandes y llenos de sabiduría.
—Soy Retoñito, del bosque encantado —respondió con valentía—. He venido a preguntarte qué necesitas para calmar tu inquietud. Los temblores y erupciones están asustando a las criaturas del valle.
Volcán observó a Retoñito por un momento antes de hablar.
—Hace mucho tiempo, los habitantes del valle solían traerme regalos en señal de respeto y amistad. Pero con el paso del tiempo, se olvidaron de mí. Ahora me siento solo y olvidado.
Retoñito asintió, comprendiendo la tristeza de Volcán. Abrió el pequeño saco que el anciano roble le había dado y sacó los regalos mágicos del bosque. Había flores que brillaban en la oscuridad, piedras preciosas que cantaban al ser tocadas y un frasco de agua del río sagrado.
—Estos son regalos del bosque encantado —dijo Retoñito, presentándolos a Volcán—. Queremos que sepas que no estás solo y que te respetamos y apreciamos.
Volcán miró los regalos con gratitud y una sonrisa se formó en su rostro de piedra.
—Gracias, pequeño Retoñito. Estos regalos me recuerdan los buenos tiempos y me llenan de alegría.
De repente, el suelo dejó de temblar y el aire se llenó de una sensación de paz. Las erupciones cesaron y el valle volvió a la calma.
—Has hecho más de lo que podrías imaginar —dijo Volcán—. Lleva mi agradecimiento a las criaturas del valle y diles que siempre estaré aquí para protegerlos.
Retoñito asintió y, con una última sonrisa, comenzó su descenso por el volcán. Al llegar a la base, las mariposas doradas lo esperaban para llevarlo de vuelta a casa.
El viaje de regreso fue rápido y, al llegar al claro del bosque, Retoñito fue recibido con vítores y abrazos. Contó su aventura y mostró los regalos que había llevado a Volcán.
Desde ese día, las criaturas del valle nunca olvidaron llevar regalos a Volcán. Cada año, celebraban una gran festividad en su honor, llevando ofrendas y agradecimientos al volcán que protegía su hogar.
Retoñito se convirtió en un héroe, no solo por su valentía, sino también por su bondad y su capacidad para comprender el valor de la amistad y el respeto. Su historia se contó y se recontó a lo largo de los años, inspirando a muchos otros a seguir su ejemplo.
Y así, en el valle encantado, la paz y la armonía prevalecieron, y Retoñito vivió una vida larga y feliz, siempre recordando la increíble aventura que vivió y la amistad que forjó con el gran Volcán.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.