Cuentos de Fantasía

Snayder y la Amistad Entre Dos Mundos

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez un joven llamado Snayder que vivía en una chacra rodeada de colinas verdes y animales felices. Él disfrutaba de la vida en el campo, donde pasaba sus días cuidando de los animales, ayudando a sus padres y jugando con sus dos mejores amigos, Juan y Adriano. Juan era un niño alegre que siempre estaba contando chistes, mientras que Adriano era más tranquilo y le encantaba leer libros de aventuras.

Un día, Snayder recibió una noticia emocionante. Sus padres habían decidido llevarlo a la ciudad por primera vez. La familia de Snayder tenía algunos asuntos que atender y aprovecharían la oportunidad para mostrarle la ciudad a su hijo. Snayder no podía esperar para contarles a Juan y Adriano sobre el viaje.

«¡Vamos a la ciudad!» exclamó Snayder, con los ojos llenos de emoción. «Será una gran aventura. ¡Quiero que vengan conmigo!»

Juan y Adriano, igual de emocionados, aceptaron de inmediato. Los tres amigos se prepararon para el viaje, empacando sus mochilas con provisiones y cosas esenciales para la aventura. El día del viaje, subieron al viejo camión de la familia y se dirigieron a la ciudad.

A medida que se acercaban a la ciudad, Snayder y sus amigos observaban cómo el paisaje cambiaba. Las colinas verdes y los campos abiertos fueron reemplazados por edificios altos, calles bulliciosas y luces brillantes. Todo era nuevo y fascinante para ellos.

«¡Miren eso!» dijo Juan, señalando un rascacielos. «¡Es tan alto!»

Adriano, con un libro de guías turísticas en la mano, añadió, «La ciudad tiene tantas cosas por descubrir. Vamos a explorar todo lo que podamos.»

Al llegar a la ciudad, Snayder y sus amigos se sintieron abrumados por la cantidad de gente y el bullicio. Pero su curiosidad y entusiasmo eran más fuertes que cualquier temor. Decidieron comenzar su exploración en un parque cercano, donde los colores y sonidos les llamaron la atención.

Mientras caminaban por el parque, Snayder vio a una niña jugando con una cometa. La niña tenía una sonrisa cálida y parecía estar disfrutando mucho. Snayder no pudo evitar sentirse atraído por su alegría. Se acercó lentamente, sintiendo su corazón latir más rápido.

«Hola,» dijo Snayder tímidamente. «Me llamo Snayder. ¿Puedo jugar contigo?»

La niña le sonrió y respondió, «Hola, Snayder. Me llamo Kaori. Claro, podemos jugar juntos.»

Los dos niños comenzaron a jugar con la cometa, riendo y hablando sobre sus vidas. Snayder le contó a Kaori sobre la chacra, los animales y sus amigos Juan y Adriano. Kaori, a su vez, le habló sobre la vida en la ciudad, las escuelas y los parques. Aunque sus mundos eran muy diferentes, encontraron muchas cosas en común y se hicieron amigos rápidamente.

Juan y Adriano observaban a su amigo desde una distancia, sonriendo. «Parece que Snayder ha encontrado una nueva amiga,» dijo Juan, guiñándole un ojo a Adriano.

«Sí,» respondió Adriano. «Es bueno verlo tan feliz.»

Con el paso de los días, Snayder y Kaori se volvieron inseparables. Exploraron juntos la ciudad, visitaron museos y probaron diferentes comidas. Snayder se sorprendió de cuánto le gustaba la ciudad, pero también extrañaba su hogar en la chacra y a sus amigos.

Un día, mientras caminaban por un mercado, Snayder le dijo a Kaori, «He disfrutado mucho estar aquí, pero pronto tendré que volver a la chacra. Extraño a Juan y Adriano y todas nuestras aventuras en el campo.»

Kaori lo miró con comprensión. «Lo entiendo, Snayder. Pero recuerda que siempre puedes volver a visitarme, y yo también podría visitar la chacra algún día. La amistad no se rompe por la distancia.»

Las palabras de Kaori consolaron a Snayder. Sabía que tenía una amiga especial en la ciudad y que, aunque vivieran en lugares diferentes, su amistad podría perdurar. Decidieron hacer un pacto de amistad, prometiendo escribirse cartas y contarse todas sus aventuras.

El último día en la ciudad, Snayder y su familia fueron al parque para despedirse de Kaori. Snayder y Kaori se dieron un fuerte abrazo. «Te voy a extrañar,» dijo Snayder con un nudo en la garganta.

«Yo también te voy a extrañar,» respondió Kaori, «pero sé que volveremos a vernos.»

De regreso a la chacra, Snayder no podía esperar para contarle a Juan y Adriano todas sus aventuras en la ciudad y sobre su nueva amiga Kaori. Cuando llegó, sus amigos lo recibieron con entusiasmo, llenos de preguntas y curiosidad.

«¡Cuéntanos todo!» exclamó Juan, saltando de emoción.

Snayder comenzó a relatar cada detalle de su viaje, desde los edificios altos hasta la calidez de su amistad con Kaori. Juan y Adriano escuchaban atentamente, fascinados por las historias.

«Ella suena como una gran amiga,» dijo Adriano, sonriendo. «Me encantaría conocerla algún día.»

«Sí, tal vez podamos invitarla a la chacra,» añadió Juan. «Sería divertido mostrarle nuestro mundo.»

Snayder asintió con entusiasmo. «Eso sería genial. Estoy seguro de que le encantaría la chacra y conocer a todos.»

Los días pasaron y Snayder volvió a su rutina en la chacra, pero nunca dejó de pensar en Kaori. Cada semana, se sentaba con lápiz y papel para escribirle una carta, contándole sobre las nuevas aventuras con Juan y Adriano, y describiéndole la vida en el campo. Kaori también le escribía, compartiendo historias de la ciudad y enviándole dibujos de sus lugares favoritos.

Un día, mientras trabajaban en la chacra, Snayder recibió una carta especial de Kaori. En ella, Kaori le decía que sus padres habían aceptado llevarla a visitar la chacra durante las vacaciones. Snayder no podía contener su emoción y corrió a contarle la noticia a Juan y Adriano.

«¡Kaori va a venir a visitarnos!» exclamó Snayder. «Podremos mostrarle todo lo que le he contado.»

Juan y Adriano saltaron de alegría. «¡Va a ser increíble!» dijeron al unísono.

El día que Kaori llegó a la chacra, Snayder, Juan y Adriano la recibieron con los brazos abiertos. Kaori quedó maravillada con la belleza del campo, los animales y la tranquilidad del lugar. Los amigos la llevaron a explorar cada rincón, desde los establos hasta el arroyo donde solían jugar.

Durante su visita, Kaori aprendió a ordeñar una vaca, a recolectar huevos y a cuidar del huerto. Cada día era una nueva aventura, y su amistad con Snayder, Juan y Adriano se fortaleció aún más. A medida que pasaban los días, Kaori se sintió cada vez más como en casa en la chacra.

Una tarde, mientras descansaban bajo un árbol, Kaori miró a sus amigos y dijo, «Este ha sido uno de los mejores momentos de mi vida. Gracias por mostrarme su mundo y hacerme sentir parte de él.»

Snayder sonrió. «Nos alegra que estés aquí, Kaori. Nuestra amistad es muy especial y siempre serás bienvenida en la chacra.»

Cuando llegó el momento de que Kaori regresara a la ciudad, todos se despidieron con abrazos y promesas de futuros encuentros. Sabían que, aunque vivieran en lugares diferentes, su amistad era fuerte y duradera.

Con el corazón lleno de alegría y recuerdos, Snayder, Juan y Adriano vieron a Kaori partir, sabiendo que siempre tendrían una amiga en la ciudad y que muchas más aventuras les esperaban en el futuro.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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