Cuentos de Fantasía

Sofía y la Magia del Azúcar

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de verdes praderas y casas que parecían sacadas de un cuento de hadas, una niña llamada Sofía. Sofía era una niña como cualquier otra, con un corazón lleno de sueños y una imaginación que conocía no límites. Pero había algo que hacía a Sofía única: tenía el don mágico de hacer volar cualquier cosa con solo tocarla.

Este don especial se reveló un día mientras Sofía ayudaba a su mamá en la cocina. Estaban haciendo galletas, una actividad que madre e hija disfrutaban juntas, compartiendo risas y secretos entre harina y azúcar. Pero ese día, Sofía añadió un poco más de azúcar a la mezcla de lo que la receta indicaba. Su mamá, con una sonrisa, le regañó suavemente: «¡Sofía, demasiado azúcar no es bueno para las galletas!» Pero antes de que pudieran corregir el pequeño error, un poco de azúcar cayó al suelo y, sin querer, también sobre la muñeca de Sofía.

En ese instante, algo mágico sucedió. El azúcar en el suelo comenzó a brillar con un resplandor suave y, para sorpresa de ambas, las galletas en la bandeja se elevaron, flotando en círculos sobre sus cabezas. Sofía, con los ojos abiertos de asombro, extendió su mano y tocó con delicadeza una de las galletas flotantes. Al instante, la galleta comenzó a danzar en el aire, como si estuviera viva.

Pronto, Sofía descubrió que no solo podía hacer volar las galletas. Con solo un toque y un poco de azúcar, podía hacer que cualquier objeto se elevara y se moviera a su voluntad. Este nuevo don cambió por completo la vida de Sofía y la de su pueblo.

Al principio, Sofía utilizó su don para hacer travesuras, haciendo volar los sombreros de los transeúntes o las hojas caídas de los árboles. Pero no pasó mucho tiempo antes de que la niña se diera cuenta del verdadero potencial de su magia.

Un día, el gato del vecino, un travieso felino llamado Míster Whiskers, quedó atrapado en lo alto de un árbol. Los intentos de los vecinos por rescatarlo fueron en vano; Míster Whiskers estaba demasiado asustado para bajar por sí solo. Fue entonces cuando Sofía, con un poco de azúcar y un toque gentil, hizo que el gato flotara suavemente hacia el suelo, sano y salvo. El pueblo entero se maravilló ante la hazaña, y Sofía se convirtió en una pequeña heroína local.

A medida que pasaban los días, Sofía encontró más y más maneras de utilizar su don para ayudar a los demás. Ayudó a recolectar las frutas más altas de los árboles para la gran feria del pueblo, salvó un valioso libro que había caído a un río y, en una ocasión, incluso hizo volar a un grupo de niños durante una función de teatro escolar, convirtiéndolos en ángeles por una noche.

Pero no todo fue fácil para Sofía. Su don también atrajo la atención de aquellos que querían usarlo para sus propios fines. Un día, un misterioso viajero llegó al pueblo con promesas de riqueza y fama para Sofía, a cambio de utilizar su magia para sus espectáculos. Sofía, tentada al principio por las promesas del viajero, pronto se dio cuenta de que la verdadera magia residía en compartir su don con aquellos a quienes amaba y no en el brillo efímero de la fama.

Decidida a seguir su corazón, Sofía rechazó la oferta del viajero y se dedicó a utilizar su magia para traer alegría y asistencia a su pueblo. Su mamá, orgullosa de la sabiduría y bondad de su hija, le enseñó que el verdadero poder no radica en lo que podemos hacer con nuestros dones, sino en cómo los usamos para hacer el bien.

Y así, Sofía continuó viviendo en el pequeño pueblo rodeado de verdes praderas, utilizando su don mágico para ayudar, enseñar y, sobre todo, para recordar a todos la importancia de la bondad y la imaginación. Con cada objeto que hacía volar, Sofía no solo elevaba cosas; elevaba corazones y esparcía un poco de magia en la vida de cada persona que tocaba.

Y en las noches, cuando el cielo se llenaba de estrellas y la brisa susurraba historias de magia y misterio, Sofía soñaba con nuevas aventuras, sabiendo que cada día era una oportunidad para descubrir la magia que yace en los lugares más inesperados y en los corazones de aquellos a quienes amamos.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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