Había una vez, en un país muy, muy lejano, un castillo tan hermoso que parecía sacado de un sueño. En él vivían dos princesas, Pili y Mili, hermanas y mejores amigas. Pili, la mayor, tenía el cabello castaño, largo y ondulado, y ojos azules como el cielo en un día claro. Mili, la más pequeña, lucía rizos rubios y ojos verdes, llenos de curiosidad y alegría.
El castillo donde vivían era grande y estaba lleno de habitaciones mágicas, jardines donde cantaban los pájaros y un río que brillaba bajo el sol. Pero había un pequeño problema: las princesas Pili y Mili tenían dificultades para dormir. Cada noche, se quedaban despiertas, contando estrellas y escuchando las historias de su madre, la reina.
Una noche, mientras la luna brillaba en el cielo y las estrellas centelleaban, algo mágico sucedió. Apareció un hada, pero no era un hada cualquiera. Era el Hada de los Sueños, y venía volando en un destello de luz y polvo de estrellas. Su vestido brillaba con los colores del arcoíris, y en su mano llevaba una varita mágica.
«Queridas princesas,» dijo el Hada de los Sueños con una voz dulce como el canto de un ruiseñor, «he venido a ayudarlas a dormir y a soñar hermosos sueños.»
Pili y Mili la miraron con asombro y curiosidad. El Hada de los Sueños les explicó que cada noche les enseñaría un nuevo truco para dormir. Si lograban dormir solas en sus cuartos, recibirían una sorpresa maravillosa.
La primera noche, el Hada les enseñó a contar ovejitas mágicas que saltaban sobre nubes de algodón. Pili y Mili se acostaron en sus camas y empezaron a contar. Una, dos, tres… y antes de darse cuenta, estaban dormidas.
Al despertar, encontraron una pequeña caja debajo de sus almohadas. Dentro de cada caja había un collar con un dije en forma de estrella. Brillaba suavemente, como recordatorio de su primera noche de dulces sueños.
La segunda noche, el Hada les enseñó a imaginar un viaje en barco por un río tranquilo, rodeadas de luciérnagas y flores que brillaban en la oscuridad. Pili y Mili cerraron sus ojos, imaginaron el barco y se dejaron llevar por la corriente del sueño.
A la mañana siguiente, encontraron dos pequeños peluches de unicornio esperándolas. Eran suaves y cálidos, perfectos para abrazar mientras dormían.
Cada noche, el Hada de los Sueños les enseñaba algo nuevo: cómo escuchar la música de las estrellas, cómo imaginar un bosque encantado donde todo era paz y tranquilidad, o cómo volar en alas de mariposa a través de cielos de caramelo.
Y cada mañana, las princesas encontraban una nueva sorpresa: un libro de cuentos, un pequeño espejo que mostraba los más bellos paisajes en sus reflejos, o una lámpara que proyectaba constelaciones en las paredes de su cuarto.
Pili y Mili aprendieron a amar la hora de dormir. Sus sueños estaban llenos de aventuras maravillosas y cuando despertaban, se sentían descansadas y felices. El reino entero notó el cambio. Las risas y sonrisas de las princesas llenaban los pasillos del castillo.
Una noche, después de muchas semanas, el Hada de los Sueños vino a visitarlas por última vez. «Han aprendido bien,» les dijo con una sonrisa. «Ahora pueden dormir y soñar sin mi ayuda. Pero recuerden, siempre estaré aquí si me necesitan.»
Pili y Mili la abrazaron fuerte y le agradecieron por todas las noches de sueños mágicos. Sabían que siempre podrían contar con el Hada de los Sueños, pero también se sentían orgullosas de poder dormir solas.
Desde entonces, las princesas Pili y Mili vivieron felices y soñadoras en su hermoso castillo. Cada noche, al cerrar los ojos, se embarcaban en una nueva aventura en el mundo de los sueños, sabiendo que al despertar, una nueva sorpresa, un nuevo día lleno de alegría y magia, las esperaría.
Y así, en el reino lejano, en el castillo de sueños, las dos princesas crecieron sabiendo que los sueños son regalos preciosos, y que la noche, lejos de ser un momento de miedo o soledad, es una puerta a mundos maravillosos donde todo es posible.
Cuentos cortos que te pueden gustar
Míriam y el Secreto de las Palabras Mágicas
El Jardín de la Mariposa Azul
El Bosque Mágico de Ona
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.