Cuentos de Humor

La Gran Aventura del Tesoro de Luma, Builly y Jack

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un colorido bosque donde las flores cantaban y los árboles bailaban al ritmo del viento, vivían tres amigos inseparables: Luma, el pato amarillo siempre alegre; Builly, el oso azul travieso; y Jack, el conejo verde listo y astuto. Un día soleado, encontraron un viejo y desgastado mapa en el hueco de un viejo roble. El mapa prometía llevarlos al lugar donde se escondía el legendario Tesoro del Bosque Encantado.

Con una emoción que no cabía en sus pequeños corazones, Luma, Builly y Jack decidieron embarcarse en la búsqueda del tesoro. «¡Será la mejor aventura de nuestras vidas!» exclamó Luma con un brillo en los ojos. Builly, con una risa traviesa, añadió: «¡Y tal vez el tesoro tenga montones de dulces!» Jack, con su mirada pensativa, solo sonrió y asintió, ya planeando la ruta que tomarían.

La primera pista los llevó a cruzar el Río Risueño, un río cuyas aguas siempre estaban riendo y contando chistes. Cada vez que alguien intentaba cruzarlo, el río lanzaba una nueva broma, y nuestros amigos tenían que reír para no caerse de las piedras resbaladizas que usaban para cruzar. «¿Por qué el sol fue a la escuela?» burbujeaba el río, y antes de que pudieran responder, soltaba la carcajada: «¡Para ser más brillante!» Luma, Builly y Jack no podían parar de reír mientras saltaban de piedra en piedra.

Después del río, el mapa los guió hacia el Valle de los Huesos Gigantes, un lugar lleno de enormes huesos de dragones y criaturas del pasado. «Dicen que estos huesos pueden cobrar vida si cantas la canción correcta,» dijo Jack en voz baja. Luma, que nunca dejaba pasar la oportunidad de cantar, comenzó a entonar una melodía alegre. Para su sorpresa, los huesos comenzaron a moverse al ritmo de la música, formando un puente que les permitió cruzar el valle sin problemas.

Con cada desafío superado, los tres amigos se sentían más emocionados y unidos. El mapa finalmente los llevó a una colina cubierta de flores luminosas. Allí, debajo de un antiguo árbol de cristal, encontraron una pequeña caja de madera. Con manos temblorosas pero llenas de esperanza, Luma levantó la tapa de la caja.

Dentro, no había oro ni joyas, sino algo mucho más valioso: una colección de antiguas monedas de chocolate, brillantes y envueltas en papel dorado. Además, había un pequeño libro de cuentos que narraba las aventuras de generaciones anteriores de animales del bosque.

Los amigos se miraron y sonrieron, dándose cuenta de que el verdadero tesoro era la amistad y las historias compartidas. Decidieron que cada año, en el aniversario de su aventura, volverían a ese mismo lugar para contar cuentos y disfrutar de las monedas de chocolate.

Así, Luma, Builly y Jack no solo encontraron el Tesoro del Bosque Encantado, sino que también crearon un tesoro de recuerdos que duraría para siempre. Y cada noche, bajo el brillo de las estrellas del bosque que alguna vez bailaron para ellos, recordaban su aventura, agradecidos por la magia de la amistad que los había llevado a encontrar su fortuna.

Y en el corazón del bosque encantado, siempre se podía oír la risa y el canto de tres amigos que habían aprendido que no hay mayor aventura que la que se vive junto a aquellos que quieres.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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