Cuentos para Colorear de Hadas

El Hada Buena y el Castillo del Príncipe

Lectura para 8 años

Tiempo de lectura: 7 minutos

Español

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En un rincón mágico del bosque encantado, vivía un hada conocida por todos como el Hada Buena. Su verdadero nombre era Florina, pero prefería que la llamaran simplemente Hada Buena, porque siempre estaba dispuesta a ayudar a todos con su bondad y magia. Tenía alas delicadas que brillaban con la luz del sol y una varita mágica que usaba para hacer el bien. Su sonrisa era tan dulce que hacía que cualquier tristeza desapareciera.

Un día, mientras volaba entre los árboles, el Hada Buena escuchó un suave sollozo. Curiosa, siguió el sonido y encontró a una niña sentada en un claro del bosque. La niña tenía el cabello rubio como el trigo y unos ojos azules que reflejaban el cielo. Se llamaba María y estaba triste porque había perdido a su amigo, un pequeño caracol llamado Fofi. María había conocido a Fofi en una de sus caminatas por el bosque y se habían vuelto inseparables.

«Hola, pequeña,» dijo el Hada Buena, aterrizando suavemente a su lado. «¿Por qué lloras?»

María levantó la mirada y se secó las lágrimas. «He perdido a Fofi, mi amigo caracol. No sé dónde está y tengo miedo de que le haya pasado algo.»

El Hada Buena sonrió y extendió su varita mágica. «No te preocupes, María. Vamos a encontrar a Fofi juntos.»

Con un toque de su varita, el Hada Buena invocó una suave luz que iluminó el camino por el que había venido María. Juntas siguieron el rastro de la luz hasta que encontraron a Fofi, atrapado en una trampa de ramas. María corrió hacia él y lo abrazó con cuidado. Fofi, aunque era un caracol, parecía sonreír de felicidad.

«Gracias, Hada Buena,» dijo María, con una sonrisa radiante.

«De nada, María,» respondió el Hada Buena. «¿Te gustaría acompañarme en una aventura?»

María, emocionada por la idea, asintió vigorosamente. «¡Sí, por favor! ¿A dónde vamos?»

«Vamos a conquistar el castillo del príncipe,» dijo el Hada Buena. «Es un lugar mágico que necesita un poco de nuestra ayuda.»

Así, los tres nuevos amigos se pusieron en marcha. El Hada Buena volaba delante, guiando el camino, mientras María caminaba con Fofi en sus manos. El camino era largo y lleno de desafíos, pero juntos eran invencibles. A medida que avanzaban, el Hada Buena les contaba historias sobre el castillo del príncipe, un lugar lleno de maravillas y misterios.

El castillo del príncipe estaba rodeado de un espeso bosque encantado, donde los árboles eran tan altos que casi tocaban el cielo. Para llegar al castillo, tuvieron que atravesar un río cristalino que reflejaba los colores del arco iris. Con la magia del Hada Buena, crearon un puente de flores que les permitió cruzar sin problemas.

Al llegar a las puertas del castillo, encontraron un gran portón de madera adornado con enredaderas florecientes. El Hada Buena tocó la puerta con su varita y, como por arte de magia, el portón se abrió, revelando un patio interior lleno de flores y fuentes.

«Bienvenidos al castillo del príncipe,» dijo el Hada Buena. «Aquí es donde comienza nuestra verdadera aventura.»

Dentro del castillo, el príncipe estaba esperando. Era un joven apuesto con una mirada amable y un corazón generoso. Al ver al Hada Buena y sus amigos, sonrió y les dio la bienvenida.

«He oído hablar de ti, Hada Buena,» dijo el príncipe. «Y también de María y Fofi. Me alegra que hayan venido. Necesito su ayuda para resolver un problema.»

El príncipe les explicó que el castillo estaba bajo un hechizo que lo mantenía en una eterna penumbra. Las flores no podían florecer y los animales del bosque no se acercaban. El Hada Buena asintió, comprendiendo la gravedad del asunto.

«Usaremos nuestra magia y valentía para romper este hechizo,» dijo decidida. «Pero necesitaré la ayuda de todos ustedes.»

Con la cooperación del príncipe, María y Fofi, el Hada Buena comenzó a trabajar en un hechizo poderoso. Con su varita mágica, invocó la luz del sol y la esperanza de los corazones valientes. María aportó su amor por la naturaleza y Fofi, aunque pequeño, aportó su paciencia y determinación.

El hechizo se completó cuando todos unieron sus manos, formando un círculo de amistad y magia. Una luz brillante envolvió el castillo, disipando la penumbra y haciendo que las flores florecieran nuevamente. Los animales del bosque regresaron, llenando el aire con sus cantos y alegrías.

El príncipe, agradecido, invitó a sus nuevos amigos a quedarse en el castillo todo el tiempo que desearan. María, el Hada Buena y Fofi aceptaron con alegría, sabiendo que habían encontrado un hogar lleno de amor y amistad.

A partir de ese día, el castillo del príncipe se convirtió en un lugar de reunión para todos aquellos que buscaban ayuda y consuelo. El Hada Buena continuó haciendo el bien con su magia, María exploró los misterios del bosque y Fofi, siempre a su lado, se convirtió en el símbolo de la perseverancia y la amistad verdadera.

Y así, en el corazón del bosque encantado, vivieron felices para siempre, demostrando que con bondad, valentía y amistad, cualquier desafío puede ser superado.

Fin

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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