Cuentos para Dormir

El Sol de la Mañana

Lectura para 8 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En una pequeña casa al final de la calle Mirasol, vivían Luca, Aleix y su querida Mamá Carmen. Aunque la calle a menudo se llenaba de charcos y hojas mojadas, dentro de la casa siempre reinaba un cálido resplandor, especialmente en las mañanas cuando Mamá Carmen despertaba a sus dos pequeños con una sonrisa.

Era una mañana lluviosa de sábado, y aunque el cielo estaba gris y las gotas tamborileaban contra los cristales, el interior de la casa se sentía como si el sol nunca hubiera dejado de brillar. Luca, con sus seis años y su cabello rubio desordenado, se asomó primero a la ventana, sus ojos grandes y curiosos observando cómo cada gota hacía una pequeña danza antes de desaparecer.

Aleix, que ya tenía ocho años y era más reservado, se unió a su hermano menor, preguntándose qué aventuras podrían tener ese día, a pesar del clima. Mamá Carmen, con su cabello castaño rizado cayendo suavemente sobre los hombros, se acercó a ellos con dos grandes tazas de chocolate caliente.

«¿Quién me da un besito? ¿O mejor un abrazo? ¡No, no, un achuchón!» exclamó Mamá Carmen con una risa que llenaba la habitación de alegría. Luca y Aleix no tardaron en responder al llamado, corriendo hacia ella con los brazos abiertos. El abrazo fue un remolino de risas, chocolate caliente y el dulce aroma de vainilla que siempre parecía rodear a Mamá Carmen.

Después de su chocolatada, los tres se sentaron cerca de la ventana, mirando la lluvia caer. «Hoy parece que el sol se ha escondido, pero tengo una idea para traerlo de vuelta,» dijo Mamá Carmen mientras sacaba un viejo libro de cuentos de la estantería. «Vamos a leer historias de lugares soleados y playas doradas, y quizás, solo quizás, el sol decida unirse a nosotros.»

Así pasaron la mañana, viajando a islas mágicas y desiertos lejanos desde la comodidad de su cálido salón. Entre historia e historia, Luca y Aleix hacían preguntas, imaginaban ser piratas en busca de tesoros o exploradores descubriendo nuevos mundos. Mamá Carmen les guiaba a través de cada relato, su voz suave y melodiosa era como un puente entre sus pequeñas aventuras y el mundo exterior.

Cuando el reloj anunció el mediodía, la lluvia había cesado y un tímido sol comenzaba a asomarse entre las nubes dispersas. «Miren, chicos, nuestras historias han traído de vuelta al sol,» dijo Mamá Carmen, señalando hacia fuera donde un arcoíris empezaba a formarse.

Energizados por las historias y el cambio en el clima, Luca y Aleix se apresuraron a ponerse sus botas y chaquetas. «Vamos a encontrar el final del arcoíris,» gritó Aleix con entusiasmo. Mamá Carmen sonrió y los siguió, feliz de continuar la aventura fuera de las páginas de los cuentos.

Pasaron la tarde saltando sobre charcos, buscando el supuesto tesoro al final del arcoíris, y aunque no encontraron oro, encontraron algo mucho mejor. Juntos, en aquel pequeño parque detrás de su casa, encontraron risas y momentos que se convertirían en tesoros de la memoria, mucho más valiosos que cualquier oro.

Al volver a casa, con los zapatos mojados y las mejillas sonrosadas por el frío, Mamá Carmen preparó una cena especial. Mientras cenaban, hablaron sobre las aventuras del día y planearon más para el futuro.

«Te queremos tanto, Mamá Carmen. Eres nuestro sol de la mañana, sin importar el clima,» dijeron los niños, dándole cada uno un beso en la mejilla.

Y así, con el corazón lleno y el hogar cálido, terminó un día perfecto, un día lleno de lluvia, relatos y risas, bajo el amoroso cuidado de Mamá Carmen, quien era, ciertamente, el sol de cada día para Luca y Aleix.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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