Cuentos para Dormir

El Sueño de Mateo en el Real Madrid

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez un niño llamado Mateo, que tenía cinco años y era muy especial. Mateo tenía el pelo rizado y rubio, y unos ojos azules que brillaban como el cielo. Desde que era un bebé, había algo que lo hacía muy feliz: el fútbol. A Mateo le encantaba jugar con su balón de fútbol. De hecho, desde que aprendió a caminar, siempre tenía una pelota cerca.

Mateo vivía con su familia: su papá Carlos, su mamá Susana y su hermanito Hugo. Papá Carlos tenía 37 años, el pelo castaño y los ojos azules, y siempre estaba dispuesto a jugar con Mateo. Mamá Susana, que tenía 40 años, también tenía el pelo rubio y liso, y unos ojos azules como los de Mateo. Aunque a veces se preguntaba por qué tenían tantos juguetes si lo único que interesaba a sus hijos era el fútbol, siempre sonreía al ver la felicidad de Mateo y Hugo cuando jugaban juntos.

Hugo era el hermanito pequeño de Mateo. Tenía 20 meses y era tan rubio como Mateo, pero con el pelo liso. Sus ojos también eran azules, y al igual que su hermano mayor, se emocionaba muchísimo cuando veía una pelota. Cada vez que Mateo y Hugo se ponían a jugar en el pasillo de la casa, la alegría inundaba todo el hogar.

Una noche, después de un día lleno de juegos y risas, Mateo se preparaba para dormir. Papá Carlos le dio un beso de buenas noches y le dijo: «Sueña con los mejores goles, campeón». Mateo sonrió y cerró los ojos, abrazando su pelota de fútbol. Pero esa noche, algo mágico sucedió.

En su sueño, Mateo se encontró en un gran estadio de fútbol. Las gradas estaban llenas de gente que aplaudía y animaba. Mateo llevaba puesta la camiseta de su equipo favorito, el Real Madrid. Se sentía emocionado y un poco nervioso, pero muy feliz. De repente, escuchó una voz familiar.

—¡Mateo, aquí! —era su papá Carlos, también vestido con la camiseta del Real Madrid. A su lado, estaban su mamá Susana y su hermanito Hugo, todos listos para jugar.

—¿Están listos para el partido? —preguntó Carlos con una gran sonrisa.

—¡Sí! —respondieron Mateo y Hugo al unísono.

El árbitro pitó y el partido comenzó. Mateo corría por el campo, driblando a los contrarios con una habilidad sorprendente. Papá Carlos le pasaba el balón y Mateo avanzaba hacia la portería. Mamá Susana y Hugo animaban desde la banda, y la multitud aplaudía cada jugada.

En un momento crucial del partido, Mateo se encontró cara a cara con el portero del equipo contrario. Recordó las palabras de su papá y se concentró. Con un movimiento rápido, lanzó el balón con fuerza y precisión. La pelota voló por el aire y… ¡GOL! Mateo había marcado un gol espectacular.

La multitud se puso de pie y estalló en vítores. Papá Carlos levantó a Mateo en sus hombros y todos celebraron juntos. Mamá Susana y Hugo corrían hacia ellos, felices y orgullosos.

—Eres un verdadero campeón, Mateo —dijo su papá mientras lo abrazaba.

Mateo se sentía en la cima del mundo. No solo había marcado un gol increíble, sino que también había jugado junto a su familia. Era el mejor sueño que podía tener.

De repente, Mateo sintió un suave toque en su mejilla. Abrió los ojos y vio a su mamá Susana, que lo estaba despertando con un beso.

—Buenos días, campeón. ¿Dormiste bien? —preguntó con una sonrisa.

Mateo asintió y se estiró. Había sido un sueño maravilloso, y aunque estaba despierto, la emoción del partido seguía en su corazón.

Esa mañana, después de desayunar, Mateo y Hugo empezaron a jugar en el pasillo con su balón de fútbol. Papá Carlos se unió a ellos y pronto el pasillo se llenó de risas y gritos de alegría. Mamá Susana los observaba desde la cocina, sonriendo y pensando en lo afortunada que era de tener una familia tan feliz y unida.

Los días pasaban y cada noche, antes de dormir, Mateo soñaba con nuevos partidos y goles espectaculares. En sus sueños, siempre estaba acompañado de su papá, su mamá y su hermanito, y juntos formaban el mejor equipo del mundo.

Una tarde, mientras veían un partido del Real Madrid en la televisión, Mateo se acercó a su papá y le dijo:

—Papá, cuando sea grande, quiero ser un jugador de fútbol profesional y jugar en el Real Madrid.

Papá Carlos lo miró con orgullo y le respondió:

—Estoy seguro de que lo lograrás, Mateo. Eres muy talentoso y, lo más importante, tienes un gran corazón. Siempre sigue tus sueños y recuerda que nosotros siempre estaremos aquí para apoyarte.

Mateo sonrió y se acurrucó junto a su papá para seguir viendo el partido. Mamá Susana y Hugo también estaban allí, disfrutando del momento en familia.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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