Cuentos para Dormir

La Noche que te Llamo Julieta

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de verdes colinas y flores coloridas, una niña llamada Julieta. Julieta era una niña curiosa y soñadora, a la que le encantaba explorar el mundo que la rodeaba. Su cabello era rizado y dorado como los rayos del sol, y siempre llevaba puesto un vestido de lunares que le daba un aire alegre.

Una noche, mientras Julieta se preparaba para dormir, miró por la ventana y vio cómo la luna brillaba con fuerza en el cielo estrellado. La luna parecía sonreírle, y Julieta sintió un impulso de salir a aventurarse. Se puso sus zapatillas, salió sigilosamente de su casa y se dirigió al jardín. El aire fresco de la noche la llenó de energía.

En el jardín, todo estaba en silencio, excepto por el suave susurro del viento que pasaba entre las hojas de los árboles. Julieta decidió que esa era la noche perfecta para conocer a los habitantes secretos de su jardín. Se adentró más en el fondo, donde había un pequeño estanque rodeado de flores y plantas brillantes.

De repente, algo curioso atrapó su atención. Un pequeño sapo verde estaba sentado en la orilla del estanque, mirando a Julieta con ojos grandes y brillantes. “¡Hola!” dijo el sapo, moviendo su lengua rápidamente. Julieta se sorprendió, pero también estaba emocionada. ¡Nunca había hablado con un sapo antes! “Soy Benjamín, el sapo mágico. No todos los días alguien tiene la oportunidad de hablar conmigo, ¿verdad?”

“¡Hola, Benjamín! Soy Julieta. ¿Realmente eres mágico?” preguntó, con los ojos muy abiertos. Benjamín sonrió, y su piel verde parecía brillar bajo la luz de la luna. “Así es. Esta noche puedo concederte tres deseos, pero debes usarlos sabiamente. Recuerda que el verdadero poder de la magia está en hacer feliz a los demás.”

Julieta pensó por un momento. Tenía muchas cosas que deseaba, pero quería que sus deseos fueran especiales. Finalmente, dijo: “Primero deseo que todos los niños de mi pueblo tengan dulces y juguetes para jugar.” Benjamín chasqueó los dedos, y en un abrir y cerrar de ojos, una lluvia de caramelos y juguetes cayó del cielo. Julieta saltó de alegría y se imaginó a todos los niños corriendo por las calles con sonrisas en sus rostros.

“Y ahora, mi segundo deseo es que el jardín siempre esté lleno de flores hermosas y colores”, continuó Julieta. Nuevamente, Benjamín chasqueó sus dedos y el jardín se transformó. Flores de todos los colores comenzaron a brotar, llenando el aire de fragancias dulces. Era un espectáculo maravilloso. Julieta se sentó en el césped y miró a su alrededor, sintiendo que el jardín ahora era un lugar mágico.

Al ver lo felices que estaban todos los niños con sus juguetes y lo hermoso que se había vuelto el jardín, Julieta sintió una profunda felicidad en su corazón. Pero, ahora, le quedaba un último deseo. Miró al sapo y dijo: “Quiero que los niños puedan jugar aquí cada noche, en el jardín, bajo la luz de la luna, y que siempre sean amigos.”

Benjamín la miró con atención. “Ese es un deseo muy bonito, Julieta. Pero ten en cuenta que la verdadera amistad y alegría no provienen de una magia, sino de compartir momentos. Si usas tu último deseo así, lo harás realidad.”

Julieta sonrió y dijo: “Entonces deseo que todos los niños se reúnan aquí en el jardín esta noche para compartir historias y jugar. Que se ayuden unos a otros a ser felices.” Benjamín asintió y, con un movimiento de su varita, hizo que una luz brillante iluminara el jardín. En un instante, los niños del pueblo comenzaron a llegar, intrigados por la misteriosa luz que emanaba del jardín.

Julieta los saludó con alegría, y todos comenzaron a contar historias, jugar y reír bajo la luna llena. Se sentaron en círculos, con el sapo Benjamín como el narrador de los cuentos, y la noche se llenó de risas y aventuras. Al contar historias sobre princesas, dragones y mundos lejanos, el jardín se convirtió en un lugar mágico donde todos, independientemente de su edad, podían ser amigos.

Mientras los niños jugaban, Julieta se sintió muy feliz. Era la primera vez que veía a todos sus amigos reunidos y disfrutando juntos. La luna brillaba intensamente y las estrellas parecían bailar en el cielo, celebrando la magia de la amistad.

De repente, una suave voz surgió entre las risas. “¡Julieta!”, llamó una dulce niña de cabello rizado, llamada Lila. “¿Podemos hacer una obra de teatro sobre nuestras historias?” Todos los niños comenzaron a animar la idea, y rápidamente se organizaron en grupos, cada uno listo para representar su propia historia. Benjamín, el sapo mágico, también se unió a la diversión, eligiendo el papel de rey en la obra de Lila.

A medida que la noche avanzaba, la luz de la luna les daba un brillo especial mientras actuaban y reían. Julieta observó con alegría cómo todos los niños eran felices, cada uno aportando su creatividad y alegría a la obra. La magia del jardín no provenía solo de Benjamín, sino de la felicidad compartida que todos ellos estaban creando juntos.

Finalmente, cuando el reloj marcó la medianoche, y con un suave susurro del viento, Benjamín dijo: «Es hora de regresar a casa, amigos, pero no olviden que la verdadera magia está en los recuerdos que crean juntos.» Los niños aplaudieron y levantaron a Benjamín, agradeciéndole por su magia y la maravillosa noche que habían compartido.

Julieta volvió a su casa sintiéndose llena de alegría y amor por sus amigos. Desde esa noche, cada vez que miraba la luna, recordaba la importancia de compartir y ser amable. Y así, el jardín siguió siendo un lugar mágico, lleno de flores, risas y juegos, donde cada noche, los niños volvían a reunirse, fortaleciendo sus lazos y creando recuerdos felices que duraban para siempre. Al final, Julieta aprendió que la verdadera magia era el cariño y la alegría que compartimos con los demás, y eso es lo que siempre llevaría en su corazón.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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