En el corazón de un reino lejano, vivía la pequeña princesa Andrea. A pesar de vivir en un grandioso castillo rodeado de flores y jardines, lo que más amaba Andrea era mirar al cielo cada noche antes de dormir.
Un día, una brillante estrella cayó justo en el jardín de Andrea. Sorprendida, la princesa corrió a verla y, para su asombro, la estrella comenzó a hablar. «Hola, Andrea, soy Estela, la estrella del deseo. Me caí del cielo porque necesito tu ayuda».
Estela le explicó que el Reino de las Estrellas estaba perdiendo su brillo porque las risas y sueños de los niños se estaban desvaneciendo. Sin esas risas y sueños, las estrellas no podían brillar.
Andrea, con su gran corazón, decidió ayudar. Se puso su capa de estrellas y, junto con Estela, voló hacia el Reino de las Estrellas. Allí, encontró estrellas apagadas y tristes.
Recordando las historias que sus abuelos le contaban, Andrea comenzó a narrar cuentos llenos de aventuras y risas. Una por una, las estrellas comenzaron a recuperar su brillo, iluminando nuevamente el cielo.
Las estrellas, agradecidas, le otorgaron a Andrea un regalo: una pequeña estrella que siempre brillaría junto a su corazón, recordándole la importancia de los sueños y las risas.
Conclusión:
La princesa Andrea aprendió que no importa cuán grande o pequeño seas, todos tienen la capacidad de iluminar el mundo con alegría y esperanza.