Había una vez en una ciudad llena de colores y música, una pequeña niña llamada Ángela que tenía un secreto muy especial. Ángela, aunque muy valiente en su corazón, a menudo sentía miedos que la hacían querer estar siempre cerca de su mamá Lola.
Ángela tenía miedo de separarse de su madre, de cerrar la puerta del baño, de perderse o incluso de la oscuridad. Pero un día, su mamá Lola, que sabía de los miedos de su hija, le dio un regalo muy especial: un amuleto brillante.
— Este amuleto, Ángela, es el amuleto de la valentía. Mientras lo lleves contigo, siempre encontrarás la fuerza para enfrentar tus miedos — le dijo Lola con una sonrisa reconfortante.
Esa noche, mientras Ángela se preparaba para dormir, miró el amuleto colgado en su cuello. Era dorado y brillaba suavemente en la luz de la lámpara de su habitación. Decidió que desde ese momento, no solo llevaría el amuleto, sino que también se vestiría como la superheroína que siempre quiso ser. Se puso una capa roja y una máscara azul, y se miró en el espejo.
— Soy Ángela, la superhéroe, y no tengo miedo de nada — se dijo a sí misma con determinación.
Al día siguiente, en la escuela, Ángela enfrentó uno de sus miedos. Durante el recreo, algunos de sus amigos decidieron jugar a explorar el viejo cobertizo del jardín, que siempre estaba cerrado y era un poco oscuro por dentro. Normalmente, Ángela habría dicho que no, pero esta vez, tocó su amuleto y sintió una oleada de valentía.
Con su capa ondeando detrás de ella, lideró la pequeña expedición al cobertizo. Al abrir la puerta, el chirrido de las bisagras viejas resonó, pero Ángela no se detuvo. Entró primero, y aunque el interior era sombrío y lleno de telarañas, ella sonrió y animó a sus amigos a seguir.
— ¡No hay nada que temer! — exclamó, descubriendo que el cobertizo estaba lleno de viejos muebles y juguetes que podían usar para jugar.
Gracias a Ángela, el viejo cobertizo se convirtió en su nuevo lugar favorito de juegos, y ella se sintió muy orgullosa de haber superado su miedo. Al volver a casa, contó emocionada a su madre todas sus aventuras y cómo el amuleto la había ayudado.
Lola abrazó a Ángela, feliz de ver a su hija creciendo en confianza.
— Ángela, siempre recuerda que la verdadera valentía viene de tu interior. El amuleto te ayuda a recordarlo, pero eres tú quien realmente enfrenta los miedos — le explicó Lola con ternura.
Ángela asintió, comprendiendo poco a poco que su valentía no dependía solo de un objeto, sino de su propia fuerza interior. Con cada día que pasaba, enfrentaba un nuevo miedo, desde hablar en público en la clase hasta intentar dormir toda la noche con la luz apagada.
Un día, Ángela decidió que era momento de enfrentar su miedo más grande: separarse de su mamá durante un campamento escolar de una noche. Aunque al principio se sentía nerviosa, recordó todas las veces que había superado sus temores gracias a su amuleto y a su capa de superhéroe.
La noche del campamento, mientras se preparaba para dormir en su tienda, rodeada de sus amigos y bajo un cielo estrellado, Ángela se sintió verdaderamente valiente. No solo había superado su miedo a la oscuridad y a estar lejos de casa, sino que también había ayudado a un amigo que tenía miedo de los insectos.
Al regresar del campamento, Ángela corrió hacia los brazos de su madre, emocionada y más independiente que nunca.
— Mamá, ¡lo hice! ¡Fui valiente! — gritó con alegría.
Lola, con lágrimas de orgullo en los ojos, abrazó a su pequeña superhéroe.
— Lo sé, querida, y estoy muy orgullosa de ti. Siempre supe que podrías hacerlo — dijo Lola, besando la frente de Ángela.
Desde ese día, Ángela no solo llevaba su amuleto y su capa de superhéroe en ocasiones especiales, sino que también llevaba su valentía a todas partes, sabiendo que dentro de ella residía el verdadero poder de enfrentar cualquier desafío que la vida le presentara.
Y así, entre juegos, risas y aventuras, Ángela y su madre Lola continuaron viviendo felices, compartiendo cada momento con amor y coraje, recordando siempre que la verdadera valentía se encuentra en el corazón.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.