En un rincón especial de Málaga, en un hospital no muy común, seis amigos habían creado un mundo de fantasía y magia. Raquel, Daniela, Diego, Manuel, Valentina y Álvaro se conocieron bajo circunstancias poco usuales, pero formaron un vínculo único, lleno de amor y compañerismo.
Raquel, una niña valiente con ojos chispeantes y una risa contagiosa, era la luz de ese grupo. A pesar de las dificultades de su enfermedad, siempre se las arreglaba para hacer sonreír a todos. Se había convertido en una verdadera princesa no solo por su belleza, sino por su corazón generoso y su espíritu indomable.
Daniela, su hermana menor y fiel compañera, era la narradora de cuentos. Con su voz dulce, llevaba a sus amigos a mundos lejanos y aventuras épicas, donde los dragones eran derrotados y los tesoros descubiertos. Manuel, su hermano mayor, era el protector del grupo. Siempre atento y dispuesto a jugar el papel del caballero cuando los cuentos lo requerían.
Valentina, con su gran imaginación, diseñaba castillos de almohadas y mantas en cualquier esquina del hospital. Su hermano Álvaro, siempre con un libro en la mano, aportaba hechos y curiosidades que enriquecían cada juego y cada historia.
La trama de sus días se entretejía con risas y juegos, pero todos compartían un sueño común: celebrar el próximo cumpleaños de Raquel no en el hospital, sino en el Cortijillo de su abuela, un lugar lleno de magia y recuerdos felices.
Raquel había tenido que viajar a Madrid para un tratamiento especial, y aunque sus amigos la extrañaban enormemente, sabían que pronto volvería. Planearon una fiesta de cumpleaños como ninguna otra, donde Raquel sería la princesa de un gran reino y ellos, sus leales caballeros y damas.
El día del cumpleaños de Raquel, el hospital se transformó. Con la ayuda de los amables enfermeros y doctores, el cuarto de juegos se convirtió en un castillo de cuento de hadas. Banderas colgaban de las paredes, y un gran pastel de chocolate con ocho velas brillantes ocupaba el centro de la sala.
Cuando Raquel entró, guiada por las risas de sus amigos, no podía creer lo que veían sus ojos. El hospital había desaparecido, y en su lugar, había un salón de baile digno de una princesa. Sus amigos, vestidos como personajes de cuentos, corrieron a abrazarla. Cantaron y bailaron, y cuando Raquel sopló las velas, todos hicieron el mismo deseo: que el próximo año, su fiesta sería en el Cortijillo.
La tarde se llenó de juegos y cuentos, de aventuras que solo seis corazones imaginativos podían crear. Cuando la fiesta terminó, Raquel, con lágrimas de felicidad en los ojos, agradeció a sus amigos. «Hoy no solo celebramos mi cumpleaños,» dijo con voz emocionada, «celebramos nuestra amistad, la más valiente y verdadera de todas las historias.»
Los meses pasaron, y la salud de Raquel mejoró. El día llegó cuando, finalmente, todos pudieron salir del hospital. Cumplieron su promesa y viajaron al Cortijillo, donde la abuela de Raquel los recibió con los brazos abiertos y una fiesta aún más grande.
Mientras el sol se ponía sobre el mar, los niños, ya no pacientes sino aventureros, corrieron por los campos, libres y felices. Sabían que, sin importar los desafíos que la vida les presentara, su amistad los mantendría fuertes y unidos. Y así, en un rincón de Málaga, seis amigos celebraron no solo un cumpleaños, sino el regalo de estar juntos, sanos y salvos, listos para todas las aventuras que aún estaban por venir.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.