Había una vez, en el mágico reino de Arcoíris, dos hermosas princesas llamadas Sofía y Lucía. Ambas eran hermanas, inseparables y compartían un secreto muy especial: podían hablar con los unicornios.
El reino de Arcoíris estaba lleno de estos seres mágicos, que galopaban libres y felices por las praderas llenas de flores. Pero un día, la princesa Sofía notó que uno de los unicornios, Brillante, había desaparecido.
¡Lucía! Brillante no está. Debemos encontrarlo – exclamó Sofía, preocupada.
Las dos princesas comenzaron su búsqueda. Primero, fueron al Bosque Centelleante, donde las mariposas brillaban como pequeñas estrellas. Sin embargo, Brillante no estaba allí.
Después, volaron sobre el Lago Espejo, que reflejaba todos los colores del cielo. Pero tampoco encontraron al unicornio perdido.
Lucía, mirando hacia el horizonte, divisó la Montaña de los Susurros. Recordó que, según las historias antiguas, los unicornios a veces iban allí cuando se sentían tristes.
Sofía, vamos a la Montaña de los Susurros. Tal vez Brillante esté allí.
Al llegar a la montaña, encontraron a Brillante, quien miraba melancólicamente hacia el valle. Al acercarse, notaron una pequeña herida en su pata.
Oh, Brillante, ¿qué te ha pasado? – preguntó Lucía con dulzura.
Brillante, con lágrimas en los ojos, respondió: – Me lastimé jugando y me sentí triste y solo. Así que vine aquí, donde nadie pudiera verme llorar.
Sofía se acercó y, usando un poco de magia, sanó la herida del unicornio. – Nunca estarás solo, Brillante. Siempre que te sientas triste, recuerda que Lucía y yo estamos aquí para ti.
Las princesas y Brillante regresaron al reino, donde fueron recibidos con una gran celebración. Todos estaban felices de que el unicornio estuviera sano y salvo.
Conclusión:
La valentía y la amistad son los lazos más fuertes. Las princesas Sofía y Lucía aprendieron que, juntas, podían superar cualquier obstáculo y que siempre es importante cuidar y apoyar a los que amamos.
