Cuentos de Princesas

Un Viaje Estelar a Planetalandia: La Aventura de los Niños Valientes y Curiosos

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Lucía y Petra eran dos mejores amigas que vivían en un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y brillantes. Ambas compartían una gran curiosidad por el mundo, y siempre soñaban con vivir aventuras más allá de su hogar. Lucía era una niña de cabello rizado y ojos brillantes, siempre llena de energía y entusiasmo. Petra, por otro lado, tenía un aire más tranquilo, con su cabello lacio y una profunda imaginación que podía transformar cualquier situación cotidiana en una gran historia.

Un día, mientras exploraban el bosque cercano a su casa, se encontraron con un antiguo libro cubierto de polvo y hojas secas. Al abrirlo, se dieron cuenta de que estaba lleno de ilustraciones hermosas y relatos de valientes princesas que habían vivido en un reino lejano. Lucía, emocionada, propuso: “¡Podríamos ser princesas valientes y vivir nuestras propias aventuras!”

Petra asintió, y juntas decidieron comenzar su propia búsqueda de aventura. Sin embargo, antes de adentrarse más en su exploración, se encontraron con un peculiar objeto en el suelo. Era una especie de esfera brillante que emitía una luz suave y cálida. Intrigadas, Lucía y Petra se agacharon y alcanzaron a tocarla. En ese instante, una chispa de luz estalló y las envolvió por completo.

Cuando la luz se disipó, ambas niñas se encontraron en un lugar extraordinario: un campo de flores brillantes que parecían danzar al ritmo de una suave brisa. El cielo era de un azul profundo y las nubes parecían estar hechas de algodón de azúcar. Asombradas, Patricia y Lucía comenzaron a caminar, y a medida que avanzaban, notaron que cada flor emitía un sonido melodioso, como si estuvieran cantando.

De pronto, se toparon con un pequeño dragón de escamas brillantes que parecía estar llorando. Era un dragón color esmeralda, de ojos enormes y nostálgicos. Lucía, con su habitual valentía, se acercó y le preguntó: “¿Por qué lloras, pequeño dragón?” El dragón levantó su mirada y respondió con una voz suave y temblorosa: “Me llamo Drakito, y estoy triste porque he perdido mi estrella. Sin ella, mi hogar no brilla.”

Petra, que siempre había soñado con ayudar a otros, se acercó al dragón y dijo: “No te preocupes, ¡nosotras te ayudaremos a encontrar tu estrella!” Lucía asintió con entusiasmo y exclamó: “Sí, vamos a encontrarla juntas. Jamás dejaremos que un amigo sufra.”

Así, los tres se pusieron en marcha, y mientras caminaban, Drakito les explicó que su estrella había caído en una montaña lejana llamada la Montaña del Destello. Se decía que en la cumbre de dicha montaña vivía una anciana sabia que guardaba todos los secretos del universo. Llenas de emoción, Lucía y Petra decidieron que tendrían que escalar la montaña y, quizás, aprender algo importante en el camino.

El camino fue un verdadero desafío. A medida que ascendían, se encontraron con torrentes de agua cristalina que parecían bailar entre las rocas. Lucía sugirió que deberían improvisar un puente. Cuchicheando entre ellas, comenzaron a recoger ramas y piedras, uniendo todo hasta formar un pequeño paso. Con un poco de ingenio y mucho esfuerzo, lograron cruzar el torrente. Drakito las admiraba por su creatividad y valentía.

Al continuar su viaje, llegaron a un claro lleno de mariposas gigantes que volaban entre las flores. De repente, una de ellas se posó sobre el hombro de Petra. La mariposa, de vivos colores, comenzó a hablar con una voz dulce: “Soy la guardiana de estas criaturas. Para seguir adelante, deben resolver un acertijo.” Ambas se miraron nerviosas, pero al mismo tiempo intrigadas.

“Estoy lista,” dijo Lucía, decidida a responder el acertijo. La mariposa sonrió y dijo: “¿Qué tiene una cabeza, una cola, pero no tiene cuerpo?” Lucía frunció el ceño y pensó en cada objeto, cada animal que conocía. Pero fue Petra, con su pasión por los libros, quien recordó una página leída en un cuento. “Un penny!” exclamó, y la mariposa sonrió, dejando que las mariposas gigantes despegaran en un deslumbrante espectáculo de colores.

Continuaron su camino llenas de alegría y triunfo, hasta que llegaron a la cima de la montaña. Allí, en una cueva adornada con cristales deslumbrantes, encontraron a la anciana sabia. Era una mujer de aspecto gentil, con una larga capa que reflejaba la luz como estrellas en el cielo. “¡Bienvenidas, valientes buscadoras! He estado esperando por ustedes,” les dijo con una voz suave.

Drakito dio un paso adelante y explicó su problema, describiendo la hermosa estrella que había perdido. La anciana lo escuchó atentamente y, con un movimiento de su mano, hizo aparecer un holograma de una brillante estrella danzando en el aire. “Tu estrella está en el Bosque de los Susurros. Deben ir allí, pero deben hacerlo con un corazón valiente y sincero,” les dijo.

Tomando el mapa que la anciana les ofrecía, Lucía, Petra y Drakito se despidieron y comenzaron su viaje hacia el Bosque de los Susurros. El bosque estaba lleno de sonidos misteriosos y susurros que parecían venir de diferentes direcciones. Una vez dentro, se encontraron rodeados de árboles altísimos y enredaderas que brillaban, como si tuvieran vida propia.

Mientras jugaban y exploraban el bosque, se dieron cuenta de que tenían que seguir los susurros, que parecían guiarlos hacia su destino. “¿Escuchan eso?” preguntó Petra, haciendo silencio. “Sí, es como si las plantas nos estuvieran hablando,” respondió Lucía.

Siguiendo las insinuaciones de los susurros, pronto encontraron un claro donde se encontraba la estrella de Drakito, suspendida en el aire. Sin embargo, había un problema: la estrella estaba rodeada de sombras que la mantenían atrapada. Drakito, sintiéndose triste nuevamente, miró a sus amigas y dijo: “No puedo salvarla.”

Petra, con su valentía floreciendo, dio un paso adelante. “¡No te preocupes, Drakito! Juntas, podemos hacerlo.” Lucía dio un paso a su lado y asintió. “Con nuestro amor y amistad, podemos liberar a la estrella.” La luz de la estrella comenzaba a apagarse, y el tiempo se acortaba.

Las tres se tomaron de las manos y comenzaron a cantar, una melodía dulce que fluía desde sus corazones. Poco a poco, las sombras empezaron a desvanecerse, y la luz de la estrella se intensificó. La magia de su amistad y su determinación les otorgó el poder necesario para enfrentar las sombras que se desmoronaban.

Finalmente, la estrella brilló con toda su intensidad y, en un destello, se liberó de las sombras. Drakito se llenó de alegría y con un movimiento del ala, sus escamas relucieron intensamente. “¡Lo logramos! ¡Gracias, amigas!” exclamó, mientras la estrella se acercaba a él, iluminando su hogar con la calidez de su luz.

“Recuerden, siempre que tengan el valor de ser valientes y de ayudar a otros, la magia estará siempre a su lado,” dijo la anciana que había aparecido de nuevo como un espectro para despedirse antes de que se marcharan.

Después de un corazón lleno de gratitud y la promesa de que siempre serían amigas, Lucía, Petra y Drakito decidieron colocar la estrella sobre la cumbre de la montaña como símbolo de su aventura y de la valentía que habían demostrado.

Cuando apareció una resplandeciente luz, ambas niñas decidieron que ya era el momento de regresar a casa. A través del mismo destello resplandeciente que las había traído a Planetalandia, se encontraron de nuevo en el bosque cercano a su hogar. Aunque estaban de vuelta, llevaban con ellas las enseñanzas y experiencias de su aventura.

Desde ese día, cada vez que miraban al cielo nocturno y veían brillar una estrella, se acordaban de las lecciones que aprendieron en su viaje. La amistad, la valentía y la reversión de los problemas sólo pueden lograrse cuando te enfrentas a ellos con amor y solidaridad. Lucía y Petra se prometieron que seguirían viviendo aventuras, siempre juntas y siempre dispuestas a ayudar a otros, porque cada día era una nueva oportunidad para explorar, aprender y crecer.

Así finalizaron sus días de aventuras por un tiempo, pero sabían que, pequeñas como eran, tenían en sus corazones el poder de cambiar el mundo y que siempre habría nuevas historias y retos por descubrir en el mágico universo de Planetalandia y más allá.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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