Cuentos de Superhéroes

El Rescate de la Luz Andina

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En las elevadas cumbres de Ecuador, donde los cóndores planean majestuosos y los volcanes recitan historias antiguas, había un pueblo que conocía la armonía de la naturaleza y la sabiduría del silencio. Pero un día, la armonía se rompió. Una densa oscuridad se cernía sobre la región, amenazando la paz y riqueza de sus tierras. Fue entonces cuando cuatro jóvenes, desconocidos entre sí, descubrieron que tenían habilidades que iban más allá de lo ordinario.

Andrés tenía la capacidad de manipular los elementos a su antojo; María podía volar y comunicarse con las criaturas del cielo; Javier, con una inteligencia superior, inventaba gadgets asombrosos; y Anita, una niña serena y prudente, era capaz de sanar cualquier mal con tan solo un suave toque de sus manos.

Una noche, mientras la oscuridad parecía devorar las últimas luces del atardecer, la tierra tembló suavemente como si llamara a nuestros héroes. Atraídos por una fuerza misteriosa, Andrés, María, Javier y Anita se encontraron en la plaza central del pueblo. Se miraron con sorpresa, sin comprender del todo la razón de su encuentro.

Entonces, una voz ancestral resonó en sus mentes: «Ustedes han sido elegidos para salvar al Ecuador de la sombra eterna que lo acecha. Juntos, su luz puede ser más fuerte que la oscura amenaza que nos envuelve.»

Sin pérdida de tiempo, idearon un plan. La esencia de la amenaza provenía de un ser malévolo conocido como El Oscurecedor, que había lanzado un hechizo para apagar el sol sobre Ecuador. Con sus habilidades combinadas, los cuatro jóvenes se embarcaron en una aventura que los llevaría a confrontar esta entidad y desvanecer su maldición.

Andrés, usando su control sobre los elementos, creó una cúpula de viento fresco que los protegía. María ascendió a los cielos, deleitando a las aves con su habla, pidiéndoles ayuda para rastrear el origen de la oscuridad. Javier, con su ingenio, preparó ingeniosos dispositivos de luz que podrían perforar la oscuridad, y Anita recogía hierbas por el camino para curar las heridas y mantener el espíritu del equipo invicto.

La primera parada fue en el corazón de la Amazonía, donde se encontraron con criaturas amenazadas por la falta de luz. María conversó con ellas y descubrieron que El Oscurecedor había instalado su trono en la cima de uno de los volcanes más temidos. Javier diseñó unas gafas especiales para ver a través de la oscuridad, y Anita sanó a las criaturas heridas, uniéndolas a su causa.

Escalando el volcán, se enfrentaron a pruebas que pusieron a prueba su valentía. Monstruos de sombra, laberintos cavernosos y ríos de magma establecieron obstáculos casi insuperables. Andrés, con su poder, partió las rocas que bloqueaban su camino y creó pasarelas de hielo sobre el magma. María, desde el aire, les daba instrucciones y avisaba de los peligros. Javier colocó luces guía para que no perdieran el rumbo, y Anita sanaba cualquier rasguño causado por las piedras o el calor.

Al fin, llegaron a la cima y encontraron a El Oscurecedor, más terrorífico de lo que jamás habrían imaginado. Era una sombra viva, cuyo cuerpo parecía hecho de un cosmos sin estrellas. «¡Ustedes, pequeños seres de luz, no pueden derrotarme!», rugió con una voz que parecía salir del abismo.

La batalla fue épica. Andrés convocó tormentas y rayos, María evocó a las águilas que acudían en su auxilio, Javier desplegó su arsenal de gadgets luminosos, y Anita, aunque no podía combatir directamente a la sombra, envolvía a sus amigos en un aura curativa que los hacía inmunes al cansancio.

Finalmente, entendieron que su verdadera fuerza residía en la unión de sus poderes. Andrés llamó a las llamas y junto a María, quien las soplaba con su vuelo, forjaron una espada de fuego y luz. Javier potenció su resplandor con un dispositivo que multiplicaba su intensidad, y Anita infundió en ella su poder curativo, dándole la cualidad de sanar la oscuridad en lugar de destruirla.

Con una estocada certera, traspasaron la oscuridad que rodeaba el corazón de El Oscurecedor. La espada de luz no lo destruyó, sino que liberó la bondad que había sido encerrada dentro de él por maldiciones antiguas. El Oscurecedor se disolvió, y en su lugar, un antiguo guardián de los Andes apareció, agradecido por ser liberado de una maldición milenaria.

El sol volvió a brillar sobre Ecuador; las plantas, los animales y la gente celebraban el regreso de la luz. Andrés, María, Javier y Anita se despidieron del guardián y bajaron del volcán, no como desconocidos que una vez fueron, sino como los héroes que juntos salvaron a su amado país. Y aunque cada uno regresó a su vida, siempre estarían unidos por la aventura que les enseñó que el verdadero poder surge de la unión y la luz que todos llevamos dentro.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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