En el colegio Montealbir, los niños de quinto de primaria siempre estaban en busca de nuevas aventuras. Un día, mientras jugaban en el patio durante el recreo, Iñaki, un niño con una gran imaginación y un espíritu valiente, encontró un viejo mapa escondido debajo de una piedra.
«¡Miren lo que encontré!» exclamó Iñaki, mostrando el mapa a sus amigos Aurora, Almudena y Carolina.
Aurora, una niña con trenzas rubias y una sonrisa siempre presente, tomó el mapa y lo estudió detenidamente. «Parece un mapa del tesoro», dijo con emoción.
Almudena, que tenía el cabello largo y negro, y siempre llevaba consigo una lupa, agregó, «Podría ser un tesoro escondido en algún lugar del colegio.»
Carolina, con su cabello rizado y rojo, era la más práctica del grupo. «Si es un tesoro, necesitaremos la ayuda del equipo de orientación para encontrarlo», sugirió.
Los cuatro amigos decidieron formar un equipo de superhéroes para esta misión especial. Iñaki se puso una capa roja y se convirtió en «Capitán Coraje». Aurora se vistió de amarillo y se convirtió en «Chica Rayo». Almudena, con su capa verde, se convirtió en «Detective Verde». Carolina, con su disfraz púrpura, se transformó en «Súper Sabia».
Con el mapa en mano y sus disfraces puestos, los superhéroes se dirigieron al despacho del equipo de orientación. Carolina y Almudena, que eran las encargadas del equipo, se unieron a la misión de inmediato.
«Necesitaremos investigar cada rincón del colegio», dijo Carolina, sacando una brújula de su bolsillo.
El mapa parecía llevarlos a varios puntos del colegio, y cada punto tenía un acertijo que debían resolver. El primer lugar era la biblioteca.
Al llegar a la biblioteca, encontraron un mensaje en un libro antiguo. «Para encontrar el tesoro, deberán buscar donde los estudiantes aprenden sobre el mundo.»
«Eso debe ser el globo terráqueo», dijo Almudena.
Corrieron hacia el globo terráqueo y encontraron una pequeña caja escondida debajo. Dentro de la caja había una llave dorada y una pista que decía: «El próximo lugar es donde la ciencia cobra vida.»
«¡El laboratorio de ciencias!» exclamó Aurora.
Se apresuraron al laboratorio de ciencias, donde encontraron otro mensaje escondido en una probeta. «Para continuar, deberán buscar donde los estudiantes practican el arte de escribir.»
«Eso es fácil, ¡la sala de escritura creativa!» dijo Iñaki.
En la sala de escritura creativa, encontraron un cuaderno con una cerradura. Usaron la llave dorada para abrirlo y dentro encontraron otra pista. «El tesoro está escondido donde las historias cobran vida.»
«Eso debe ser el teatro del colegio», dijo Carolina con seguridad.
Al llegar al teatro, buscaron entre las cortinas y debajo del escenario. Finalmente, encontraron una caja de madera antigua escondida detrás de una de las butacas.
Con emoción, abrieron la caja y encontraron un montón de libros antiguos, monedas de oro y un diario escrito por un antiguo estudiante del colegio. En el diario, el estudiante explicaba cómo había encontrado el tesoro y lo había escondido para que otros lo descubrieran y aprendieran la importancia de la historia y el valor de la exploración.
«¡Lo logramos!» exclamó Iñaki, levantando una de las monedas de oro.
«Este tesoro no solo es valioso por las monedas, sino por la historia que lleva consigo», dijo Almudena, leyendo el diario.
Aurora asintió. «Y nos ha enseñado a trabajar juntos y a usar nuestras habilidades para resolver problemas.»
Carolina sonrió. «Somos verdaderos superhéroes del colegio Montealbir.»
Con el tesoro encontrado y una nueva aventura vivida, los cuatro amigos y el equipo de orientación decidieron compartir su hallazgo con todo el colegio. Montaron una exposición en la biblioteca, donde mostraron los libros antiguos, las monedas de oro y el diario del antiguo estudiante.
Todos los estudiantes y profesores quedaron maravillados con la historia del tesoro y la valentía de los jóvenes superhéroes. Desde ese día, Iñaki, Aurora, Almudena y Carolina fueron conocidos como los guardianes del tesoro del colegio Montealbir, siempre listos para una nueva aventura y para inspirar a otros a explorar y descubrir.
Y así, con el tesoro encontrado y la amistad fortalecida, los cuatro amigos continuaron sus días en el colegio Montealbir, sabiendo que la verdadera riqueza se encuentra en la valentía, la curiosidad y el trabajo en equipo.
Fin
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.