Cuentos de Superhéroes

Kaleth el pequeño guerrero de la vigilia

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en una pequeña ciudad llena de risas y juegos, un niño llamado Kaleth. Kaleth era un niño muy especial, siempre portaba una capa roja que su mamá le había hecho con mucho amor. Esta capa, además de ser su prenda favorita, tenía un poder mágico: cada vez que Kaleth se la ponía, se sentía como un verdadero superhéroe. No importaba si había un día lluvioso o soleado; Kaleth sabía que con su capa, podría hacer que cualquier aventura fuera emocionante.

Una mañana, mientras desayunaba sus tostadas con mermelada de fresa, su papá entró en la cocina con una sonrisa. “Kaleth, ¿sabes qué? Hoy es un día perfecto para ser un héroe”, le dijo. Kaleth, con sus ojos brillantes, le preguntó: “¿Cómo puedo ser un héroe hoy, papá?”. Su papá le explicó que en el parque había un gato llamado Lino que se había subido a un árbol y no podía bajar. “Podrías ayudarlo, Kaleth”, le sugirió su papá.

Kaleth, emocionado ante la idea, se puso su capa y salió corriendo de casa. Su mamá lo miró con orgullo y le dijo: “Recuerda, querido, un verdadero héroe siempre es amable y valiente”. Con esas palabras en su corazón, Kaleth se dirigió al parque, donde ya había un pequeño grupo de niños mirando con preocupación al árbol.

Cuando llegó al parque, vio al gato Lino, un pequeño felino de pelaje amarillo que miaba con fuerza. “¡No te preocupes, Lino! ¡Voy a ayudarte!”, gritó Kaleth, levantando su puño en el aire. Los niños alrededor comenzaron a aplaudir. Kaleth sintió que su corazón latía más rápido; todos esperaban que él fuera el héroe este día.

El árbol era muy alto, pero eso no detuvo a Kaleth. Miró hacia arriba y vio a Lino, que le miraba con ojos asustados. Kaleth pensó en cómo podía ayudarle. De repente, se recordó de algo importante que su mamá siempre le decía: “Si tienes un problema, piensa antes de actuar”. Entonces, decidió buscar una forma de ayudar algatito sin asustarlo más.

Kaleth se acercó al tronco del árbol y dijo, “Lino, yo voy a ayudarte, ¡pero necesito que confíes en mí!”. Lino dejó de maullar y lo miró con curiosidad. Kaleth se agachó y, con una voz suave, le dijo: “Baja un poquito, ven hacia mí. Estoy aquí para ayudarte”. Poco a poco, Lino se fue asomando y, al ver la confianza en los ojos de Kaleth, decidió bajar un poco más.

Mientras tanto, un grupo de mariposas voló alrededor, revoloteando por el parque. Kaleth vio cómo una de ellas, de colores brillantes, se posó en el árbol. Pensando rápidamente, Kaleth dijo: “Lino, ¿ves esa mariposa? Ella es muy bella y seguramente te puede mostrar el camino a casa. Si la sigues, tal vez bajes más fácil”. La mariposa pareció entender y comenzó a volar en círculos. Lino, intrigado por la mariposa, comenzó a moverse y, al seguirla, logró descender de la rama poco a poco, hasta llegar a una de las ramas más bajas.

Todos los niños gritaron de alegría y animaron a Kaleth. “¡Tú puedes, Kaleth! ¡Eres un héroe!”, coreaban. Kaleth se sintió más valiente que nunca. “¡Solo un poco más, Lino, ven!”, le animó Kaleth y, al final, Lino saltó y cayó suavemente en los brazos de Kaleth. El gato estaba a salvo, y los niños vitorearon y aplaudieron a su pequeño héroe.

Justo en ese momento, apareció una niña que Kaleth no conocía. Tenía coletas y llevaba una camiseta de superhéroes. Estaba tan emocionada que podía apenas contenerse. “¡Eres increíble, Kaleth! ¡Yo quiero ser una superhéroe como tú!”, dijo la niña. “¡Yo puedo ayudarte! Podemos ser un equipo de héroes”, propuso Kaleth. La niña, que se llamaba Lía, aceptó encantada. Juntos decidieron que, a partir de ese día, iban a ayudar a todos los animales del parque que lo necesitaran.

Luego de salvar a Lino, Kaleth y Lía comenzaron a explorar por el parque. Al poco tiempo, se encontraron con un pajarito que había caído de su nido. “¡Pobrecito!”, exclamó Lía. “Tenemos que ayudarlo”. Kaleth asintió y, juntos, empezaron a buscar la forma de devolver al pajarito a su hogar.

Usaron un sombrero que Lía llevaba para hacer una canasta improvisada y subieron a un banco para alcanzar el nido. Kaleth, con su capa ondeando al viento, le dijo al pajarito: “¡No te preocupes, volverás a estar con tu familia!”. Con un poco de esfuerzo, lograron colocar al pajarito en el nido de nuevo. Los dos niños se dieron un abrazo, pues sabían que habían hecho un gran trabajo juntos.

Cuando el sol empezaba a ponerse, Kaleth volvió a casa sintiéndose el héroe más feliz de la ciudad. Al entrar, su mamá y su papá lo recibieron con abrazos. “¡Hoy fuiste un gran guerrero de la vigilia!”, dijo su papá, mientras su mamá añadía: “Estamos muy orgullosos de ti, Kaleth. Ayudaste a Lino y al pajarito. Eso es lo que hace un verdadero héroe”.

Kaleth sonrió y, mirando a su alrededor, supo que ser un héroe no solo significaba tener una capa o poder volar; ser un héroe era ayudar a los demás y ser valiente. Mientras se preparaba para ir a la cama, con su capa todavía puesta, su corazón estaba lleno de alegría, y aunque sabía que tenía que dormir, ya planeaba más aventuras para el día siguiente. El mundo necesitaba héroes, y Kaleth se convertiría en uno siempre que tuviera la oportunidad. Así, quedó dormido, soñando con ser el guerrero de la vigilia que siempre estaba listo para ayudar. Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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