Había una vez una niña llamada Yulissa que tenía cinco años. Su cabello era lacio y brillante, y siempre le gustaba jugar y reír mucho. Vivía en una casita acogedora con su papá y su mamá, quienes tenían cuarenta y un años. Papá y mamá siempre cuidaban a Yulissa con mucho amor. A Yulissa le encantaban los perros y los gatos, y también era su momento favorito del día cuando podía ver caricaturas llenas de aventuras y héroes sorprendentes.
Un día, después de ver su caricatura favorita de superhéroes, Yulissa soñó que ella misma tenía poderes mágicos para ayudar a los animalitos que encontraba en su camino. En su sueño, un planeta de colores se abrió ante ella y su cabello lacio brillaba como el sol. De repente, apareció un pequeño perro llamado Lucas, que tenía una capa roja y un gran corazón. Lucas era un perro superhéroe, justo como los de las caricaturas que a Yulissa tanto le gustaban.
Lucas le dijo: «Yulissa, tú también tienes poderes especiales. Eres la superhéroe del amor por los animales. Vamos a salvar juntos a muchos perritos y gatitos para que estén felices y seguros». Yulissa muy emocionada, asintió y se puso una capa morada que le dio Lucas. En ese momento, sintió un poder muy fuerte en su pecho, que era el poder de la bondad y la valentía.
Mientras caminaban por el bosque de fantasía, Yulissa y Lucas encontraron a un gato llamado Misu que estaba atrapado en un árbol alto. Misu maullaba fuerte, pero tenía miedo de bajar. Yulissa se acercó con cuidado y le dijo: «No te preocupes, Misu, yo te ayudaré». Usando su poder especial, Yulissa hizo que bajara una escalera invisible que solo los superhéroes podían ver. Lucas saltó y rescató al gatito con su velocidad de rayo. Misu bajó feliz y agradecido, y Yulissa sintió que su poder crecía.
De repente, escucharon un ruido extraño. Era un grupo de perros que estaban jugando, pero uno de ellos, llamado Bruno, se había quedado atrapado en un charco de barro. Bruno estaba triste porque no podía salir y se estaba ensuciando mucho. Yulissa corrió hacia él y con una sonrisa dulce le dijo: «Bruno, no te preocupes, ¡que aquí está tu amiga superhéroe!» Usando un poco de magia y la fuerza que sentía en su corazón, Yulissa levantó a Bruno y lo limpió con hojas suaves que encontró en el bosque. Bruno estaba feliz y movía la cola muy fuerte.
Mientras caminaban, Yulissa vio a su alrededor que había muchos animalitos que necesitaban ayuda. Había un pequeño pollito que estaba perdido y no encontraba a su mamá, una tortuguita que no podía cruzar un arroyo y un pajarito con un ala lastimada. Cada vez que ayudaba a uno, sentía más alegría y su capa morada brillaba más. Lucas le recordó que un verdadero superhéroe siempre usaba el amor para cuidar a los demás.
Cuando llegó la noche, Yulissa se sentó en una roca grande junto a Lucas y todos los animalitos que habían salvado. Miraron las estrellas que brillaban en el cielo y Yulissa les dijo: «Gracias por confiar en mí, todos ustedes son mis amigos. Siempre estaré para cuidarlos». En ese momento, una luz muy brillante los rodeó y Yulissa sintió que su amor y valentía llegaban hasta su casa.
De repente, se despertó en su cama, en su cuarto, con su cabello lacio y su pijama favorito. Pero había algo diferente: en su mano tenía un pequeño collar con una estrella que decía: «Superhéroe del amor». Su papá y su mamá entraron y la vieron con una gran sonrisa. «Buenos días, mi pequeña superhéroe», le dijeron. Yulissa les abrazó fuerte y les contó sobre su sueño, sobre Lucas y todos los animalitos que ayudó.
Desde ese día, aunque Yulissa sabía que era una niña normal, se sentía muy especial porque llevaba dentro de su corazón el poder de la bondad y el amor por los animales. Cuando veía un perro o un gato en la calle, los cuidaba con mucho cariño y les hablaba como si fueran sus amigos superhéroes. También recordaba las caricaturas que tanto le gustaban, porque en ellas aprendía que todos, grandes o pequeños, podían ser héroes si ayudaban a los demás con amor.
Papá y mamá ayudaban a Yulissa a cuidar a un perrito callejero que encontraron cerca de su casa y un gatito travieso que siempre dormía en su jardín. Juntos eran un equipo fuerte, como en las grandes aventuras de los superhéroes. Yulissa se dio cuenta de que no necesitaba su capa morada ni poderes mágicos para ser una heroína. Solo tenía que usar su corazón y su sonrisa para hacer feliz a quien lo necesitara.
Cada noche, antes de dormir, Yulissa miraba su collar con la estrella y soñaba con nuevas historias donde ella y sus amigos animales vivían grandes aventuras, rescatando a todos con valentía y cariño. Su mundo estaba lleno de fantasía, pero también de amor, y eso la hacía la niña más feliz del universo.
Y así, la pequeña Yulissa aprendió que la verdadera fuerza de un superhéroe está en amar y cuidar a los seres que nos rodean, con paciencia, ternura y mucha alegría. Porque en cada gesto amable, en cada cariñito a un perrito o un gatito, nace un héroe, grande o pequeño.
Yulissa siguió creciendo, siempre con su corazón abierto, siempre lista para ayudar, y enseñó a todos que uno puede ser un verdadero superhéroe sin tener que volar o tener poderes mágicos; basta con querer mucho a los demás y dar amor sin descanso. Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.