Había una vez en una ciudad muy lejana llamada Ciudad Alegre, donde la gente siempre sonreía y los niños jugaban en los parques. En esta ciudad vivía un niño llamado Mateo. Mateo era un niño muy curioso y soñador. Siempre miraba al cielo con la esperanza de que los superhéroes aterrizaran allí. Le encantaban las historias de valientes, de aquellos que luchaban por la justicia y ayudaban a los demás. Un día, mientras Mateo jugaba en su casa, escuchó un ruido extraño proveniente del patio trasero. Decidió investigar, ya que su curiosidad podía más que el miedo.
Cuando salió al patio, se encontró con algo increíble. Había una especie de portal brillante que giraba como un torbellino. Mateo, emocionado, dio un paso adelante y, de repente, un viento fuerte lo empujó hacia el interior del portal. Cuando despertó, estaba en un lugar maravilloso, lleno de colores brillantes y criaturas fantásticas. ¡Era un mundo de superhéroes!
Mateo se frotó los ojos. Allí, estaba Superman, volando entre los edificios como un pájaro que busca su nido. Con su capa roja ondeando al viento, parecía un verdadero rey del cielo. A su lado, Ironman volaba con su traje brillante, lanzando rayos de energía que iluminaban el horizonte. Y no muy lejos, Spiderman trepaba por las paredes de un enorme rascacielos mientras lanzaba telarañas que hacían que los niños de la ciudad aplaudieran de alegría.
Mateo no podía creer lo que estaba viendo. Se acercó a ellos con un gran brillo en los ojos. “¡Hola, superhéroes! ¡Soy Mateo! ¿Puedo ser un superhéroe como ustedes?” preguntó entusiasmado.
Los tres héroes se dieron cuenta de que el pequeño estaba deseoso de unirse a ellos. “¡Claro que sí! Todos podemos ser héroes de una manera u otra,” dijo Superman con una gran sonrisa. “Lo más importante de ser un héroe es tener un buen corazón y ayudar a los demás”.
Ironman, con su voz metálica, agregó: “Además, debemos ser muy astutos y nunca rendirnos. ¿Estás listo para la aventura, Mateo?” El niño, emocionado, asintió con la cabeza, gritando de alegría.
Justo en ese momento, apareció una cuarta figura. Era una niña llamada Luna, con una capa de brillantes estrellas que parecía fluir mientras caminaba. “¡Hola! Soy Luna, y tengo un poder especial: puedo hacer que las estrellas brillen más o menos. ¡Juntos podemos ser un gran equipo!”
Todos miraron a Luna con admiración. Ella era una superheroína mágica con un gran corazón y un espíritu alegre, justo como Mateo. Así que, con sus poderes unidos, decidieron que juntos podrían ayudar a la gente de Ciudad Alegre.
“Escuché que hay problemas en la ciudad,” dijo Spiderman, balanceándose en su telaraña, “Un villano llamado Devorador de Poderes está robando la energía de los hombres y mujeres, y está haciendo que todos se sientan cansados y tristes”.
Mateo se sintió preocupado. “¡Tenemos que detenerlo! ¡No podemos dejar que nadie se sienta mal!”
“Así es, Mateo,” respondió Ironman. “Pero necesitamos un plan. Debemos averiguar dónde se esconde el Devorador y cuál es su debilidad”.
Superman puso su mano en el hombro de Mateo. “Tu valentía es admirable. Vamos a trabajar juntos y a usar nuestros poderes para proteger a la ciudad”.
Con su corazón lleno de valor, el grupo voló hacia la oscuridad donde se encontraba el Devorador de Poderes, un monstruoso ser con tentáculos que parecían absorber la luz del sol. Cuando llegaron, vieron cómo el Devorador se alimentaba de la energía de un grupo de personas que trataban de ayudar a los demás, robándoles su fuerza y energía.
“¡Miren!” exclamó Luna. “Está chupando la felicidad de todos. ¡No podemos permitirlo!”
Mateo, decidido a hacer algo, gritó: “¡No puedes hacerle eso a la gente! ¡Devuélveles su energía!”
El Devorador de Poderes se giró hacia ellos, mostrando una gran sonrisa malvada. “¿Qué van a hacer pequeños héroes? ¡No pueden detenerme! Soy más fuerte que todos ustedes juntos”.
Superman se acercó, listo para enfrentarlo. “Tú puedes ser fuerte, pero nosotros somos más. ¡Porque luchamos con el poder del amor y la amistad!”.
Ironman, con sus ojos resplandecientes, lanzó un rayo de energía que impactó en una de las tentáculos del Devorador. “¡Esto no es solo poder, es unión!”
Spiderman, ágil y rápido, trepó por los tentáculos, creando telarañas que ataron al monstruo, envolviendo sus brazos y evitando que continuara robando energía. “¡Toma eso, Devorador! ¡Esto es solo el principio!”.
Luna, confiando en su poder, levantó sus manos y comenzó a hacer brillar las estrellas en el cielo. Con cada estrella que iluminaba, el aire alrededor del Devorador de Poderes comenzó a temblar. Atraía la energía de las estrellas hacia los ciudadanos de la ciudad, llenándolos de alegría y poder.
Mateo, viendo todo esto, se sintió inspirado. “Juntos podemos lograrlo. ¡Vamos, héroes! ¡Lutamos por los que no pueden luchar!”
El Devorador de Poderes comenzó a sentirse nervioso. Las sonrisas y la energía de los ciudadanos comenzaron a brillar, llenándose de fuerza. Mañana podría llevarse la energía de unos pocos, pero no podría acabar con todos los corazones valientes. “¡Detente!” gritó, pero sus palabras perdían fuerza.
Con un último esfuerzo, Superman voló alto en el cielo, dejando que la luz del sol iluminara la escena. En un acto heroico, se lanzó hacia el Devorador, gritando: “¡Es hora de que enfrentes las consecuencias de tus acciones!”.
El impacto del héroe llenó de una energía increíble el ambiente, y todo el poder que había robado comenzó a regresar a la gente. “¡No! ¡No puede ser!” gritó el Devorador de Poderes, mientras los colores vibrantes de la vida regresaban a la ciudad.
Luna sonrió, observando cómo las energías comenzaban a resplandecer nuevamente. Con un movimiento de su mano, las estrellas formaron una enorme constelación en el cielo, dándole valor a la gente que estaba a su alrededor. Todos sonrieron y empezaron a unirse, creando un círculo en el suelo.
“¡Juntos somos más fuertes!” rogaron todos los ciudadanos, mientras un poderoso destello de luz llenaba la ciudad. El Devorador de Poderes, sintiéndose amenazado por la fuerza de la unión, comenzó a debilitarse. Sus tentáculos se desvanecían lentamente, y su figura oscura empezó a desaparecer.
La fuerza vital de las personas, unida con la magia de Luna y los poderes de los héroes, superó la oscuridad del Devorador. Así, al final, una ola de energía brillante triunfó sobre el Devorador, que se desvaneció como humo.
La ciudad había regresado a la normalidad. Las risas y los colores llenaron el aire. Todos se miraron unos a otros, llenos de alegría y agradecimiento. “¡Gracias, héroes! ¡Gracias, Mateo!” gritaron todos.
Superman miró a Mateo y le dijo: “No olvides, cada uno de nosotros tiene el poder de ser un héroe. Los verdaderos héroes están en nuestros corazones”.
Ironman asintió y agregó: “La valentía y la amistad siempre vencerán a la tristeza y la oscuridad”.
“¡Sí! ¡Siempre juntos!” gritó Spiderman, saltando de alegría.
Mateo se sintió feliz y orgulloso. “¡Y yo fui parte de esto! ¡Ahora sé que puedo ser un héroe siempre que tenga valor y un buen corazón!”
Luna sonrió y, al ver que todo estaba bien, decidió que era hora de regresar a casa. “Sé que seremos amigos para siempre, héroes” dijo mientras su capa brillaba con una luz mágica.
Cuando Mateo despertó, se dio cuenta de que estaba en su patio, mirando hacia el cielo. No podía creer lo que había vivido. “Fue un sueño, pero al mismo tiempo, fue real. ¡Un sueño de héroes!”
Desde ese día, Mateo no solo soñaba con ser un héroe, sino que se convirtió en un héroe para todos a su alrededor. Ayudaba a sus amigos, cuidaba las plantas, y siempre compartía su energía y felicidad con los demás. Cada vez que veía a alguien triste, recordaba las palabras de Superman: “Los verdaderos héroes están en nuestros corazones”.
Y así, Mateo aprendió que cualquiera, sin importar la edad o tamaño, puede ser un héroe simplemente con ser amable y ayudar a los demás. Junto a sus amigos y criaturas fantásticas, descubrió que la verdadera fuerza no solo viene de los poderes, sino del amor, la amistad, y el deseo de hacer lo correcto. Al final, no hay mayor poder que el poder de la unión y la alegría. Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.