Era un caluroso día de verano cuando Hugo y Lucía decidieron ir a la playa. Hugo tenía 10 años y era conocido por su valentía y espíritu aventurero. Su prima Lucía, de 8 años, lo admiraba mucho, aunque era más cautelosa y le temía a algunas cosas, como tirarse de cabeza al agua.
Al llegar a la playa, la vista era espectacular. El sol brillaba intensamente, las olas rompían suavemente en la orilla y el aire estaba lleno de risas y alegría de otros niños jugando. Hugo y Lucía corrieron hacia el agua, pero justo cuando llegaron a la orilla, Lucía se detuvo.
«Vamos, Lucía, ¡tírate de cabeza! Es muy divertido», dijo Hugo, saltando al agua sin vacilar. Lucía, sin embargo, se quedó de pie, mordiéndose el labio inferior. Miraba el agua con una mezcla de fascinación y miedo.
«No sé, Hugo. Me da un poco de miedo», admitió Lucía, mirando a su primo que ya estaba chapoteando en las olas.
Hugo salió del agua y se acercó a ella. «No pasa nada, Lucía. Yo estoy aquí contigo. Podemos hacerlo juntos. Además, ¿sabes qué? Hoy no solo somos Hugo y Lucía, ¡somos superhéroes de la playa!»
Lucía lo miró con curiosidad. «¿Superhéroes?»
«Sí, claro. Cada superhéroe tiene que enfrentar sus miedos para volverse más fuerte. Yo soy el Capitán Olas y tú eres la Sirena Valiente. Juntos, podemos enfrentar cualquier cosa», explicó Hugo con entusiasmo.
Lucía sonrió, sintiendo un poco más de confianza. «Está bien, Capitán Olas. Pero, ¿cómo hacemos para tirarnos de cabeza sin que me dé tanto miedo?»
Hugo pensó por un momento y luego se le ocurrió una idea. «Primero, vamos a practicar fuera del agua. Yo te enseño cómo se hace y tú me sigues, ¿vale?»
Pasaron un buen rato practicando en la arena. Hugo mostró a Lucía cómo colocar las manos y cómo inclinarse hacia adelante. Lucía imitaba los movimientos, sintiéndose cada vez más segura.
«¡Lo haces genial, Sirena Valiente!», dijo Hugo, animándola. «Ahora, vamos a hacerlo en el agua, pero no te preocupes. Lo haremos juntos y despacio.»
Juntos caminaron hasta el borde del agua. Hugo tomó la mano de Lucía y le dio una sonrisa alentadora. «A la cuenta de tres, ¿lista?»
Lucía asintió, aunque todavía sentía mariposas en el estómago. «Sí, lista.»
«Uno, dos, tres… ¡ahora!» Hugo y Lucía se lanzaron al agua juntos, de cabeza. La sensación fue refrescante y emocionante. Lucía emergió del agua con una gran sonrisa en su rostro. «¡Lo hice, Hugo! ¡Lo hice!»
«¡Lo hiciste, Sirena Valiente!», exclamó Hugo, dándole un gran abrazo. «Sabía que podías hacerlo.»
Pasaron el resto del día jugando en el agua, construyendo castillos de arena y disfrutando de su nueva confianza. Lucía se sentía invencible, como si realmente fuera una superheroína. Hugo, por su parte, estaba orgulloso de su prima por enfrentar su miedo.
Más tarde, mientras descansaban en la arena, Hugo señaló algo en el horizonte. «Mira, Lucía, ¡una botella con un mensaje!»
Curiosos, corrieron hacia la botella que había llegado con las olas. Dentro, encontraron un pergamino que parecía antiguo. «¿Qué dice?», preguntó Lucía, emocionada.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.