Lidia Walker y Sam eran dos amigos inseparables, conocidos por su curiosidad y amor por los misterios.
Un día, en la tranquilidad de la biblioteca, mientras Lidia se sumergía en sus estudios, el silencio fue destrozado por una notificación en su celular. «000-000-000» decía el remitente. «Qué raro», pensó, pero su intriga fue mayor que su sorpresa.
«Tstststs», leyó en la pantalla. ¿Un código, una broma? «Debe ser Sam», se dijo, aunque en el fondo algo le decía que este mensaje era diferente. Intentó ignorarlo, pero el mensaje se había alojado en su mente, como una pequeña piedra en el zapato.
Al final del día, cuando las sombras empezaban a reclamar los rincones de la biblioteca, Lidia y Sam se encontraron. «¿Qué significa eso?», preguntó Lidia, mostrándole el mensaje. Sam, con una sinceridad que raramente mostraba, negó saber algo al respecto.
Intrigados y un poco inquietos, decidieron resolver el enigma juntos. Empezaron a buscar en la biblioteca algún indicio, un libro fuera de lugar, una nota caída, cualquier cosa que les diera una pista. Pero todo parecía en su sitio, salvo por el hecho de que la biblioteca se sentía diferente, como si estuviera esperando, observando.
El misterio se intensificó cuando, de repente, sus celulares se iluminaron simultáneamente con una nueva notificación: «Sigue la secuencia», decía el mensaje. ¿Qué secuencia? ¿Dónde empezar?
Lidia y Sam se miraron y, como si una idea compartida les hubiera iluminado al mismo tiempo, se dirigieron hacia la sección de cifrados y códigos de la biblioteca. Había allí un libro antiguo sobre enigmas y rompecabezas. Al abrirlo, un papel cayó al suelo. Era un marcador de libro con la misma secuencia «Tstststs».
El papel era antiguo, y detrás de la secuencia, había una serie de números. «Es una coordenada», exclamó Lidia. Los números correspondían a las estanterías y alturas de los libros. Siguiendo la coordenada, llegaron a un volumen desgastado por el tiempo titulado «Las sombras de la biblioteca».
Dentro del libro, encontraron la historia de un antiguo bibliotecario que hablaba con los libros. Decía que cada «Tst» era un susurro de las páginas, una conversación entre los tomos que guardaban el conocimiento del mundo. Pero había algo más, una advertencia: «Cuidado con despertar a las sombras que duermen en los textos olvidados».
Lidia y Sam sintieron un escalofrío. ¿Habían despertado algo con su curiosidad?
Los días siguientes, cada vez que volvían a la biblioteca, sentían una presencia, como si los libros murmuraran entre ellos. Y aunque nunca vieron nada fuera de lo común, había una sensación palpable de que no estaban solos.
Conclusión:
Finalmente, decidieron que algunos misterios están mejor sin resolver. El mensaje inicial, «Tstststs», se convirtió en una leyenda entre los estudiantes. Lidia y Sam siguieron siendo amigos y compartieron muchas más aventuras, pero nunca olvidaron la lección que aprendieron en la biblioteca: hay susurros que es mejor dejar en paz.
Cuentos cortos que te pueden gustar
El Salto de la Valentía
El Susurro del Mar
Los 5 Amigos en la Mansión de los Secretos
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.