Cuentos de Terror

La Búsqueda del Tesoro de Arte

Lectura para 8 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de bosques oscuros, cuatro amigas inseparables: Yuly, Andrea Carolina, María y su gata Cereza. Yuly era valiente y siempre llevaba su chaqueta roja; Andrea Carolina, con sus gafas y suéter verde, era la más inteligente del grupo; María, con su pelo rubio corto y su vestido azul, era muy curiosa; y Cereza, la gata de María, tenía un pelaje oscuro y ojos que brillaban en la oscuridad.

Un día, mientras exploraban los alrededores del pueblo, escucharon un rumor sobre un tesoro de arte escondido en una vieja mansión abandonada al borde del bosque. La mansión perteneció a un famoso artista que desapareció misteriosamente hace muchos años. Las niñas, intrigadas por la historia, decidieron embarcarse en una aventura para encontrar el tesoro.

Llegaron a la mansión al atardecer, cuando el sol empezaba a ocultarse y las sombras se alargaban, dándole al lugar un aspecto aún más tenebroso. La mansión era enorme, con ventanas rotas, puertas chirriantes y enredaderas que cubrían sus paredes. Sin embargo, esto no desanimó a las valientes amigas. Con Cereza liderando el camino, entraron en la mansión.

El interior de la mansión estaba cubierto de polvo y telarañas. Viejos cuadros colgaban torcidos en las paredes, y el aire estaba impregnado de un olor a moho. Avanzaron lentamente, iluminando su camino con linternas.

—Debemos buscar pistas sobre el tesoro —dijo Andrea Carolina, ajustándose sus gafas mientras observaba un mapa antiguo que había encontrado en la biblioteca del pueblo.

Se adentraron más en la mansión, explorando cada habitación. En una de ellas, encontraron un viejo diario que pertenecía al artista. Al leerlo, descubrieron que el tesoro estaba escondido en una habitación secreta detrás de uno de los cuadros.

—¡Miren! —exclamó María, señalando un enorme cuadro de un paisaje montañoso—. Este debe ser el cuadro que buscamos.

Con esfuerzo, movieron el cuadro y, efectivamente, encontraron una puerta oculta. Al abrirla, un pasadizo oscuro se reveló ante ellas. Sin dudarlo, entraron y caminaron por el estrecho corredor. Cereza, con sus ojos brillantes, lideraba el camino con confianza.

El pasadizo las llevó a una habitación subterránea llena de esculturas y pinturas magníficas. Era como si hubieran entrado en un museo secreto. Las niñas estaban asombradas por la belleza del lugar.

—Hemos encontrado el tesoro de arte —dijo Yuly con una sonrisa de satisfacción.

Sin embargo, su alegría fue interrumpida por un ruido extraño. Una figura oscura apareció en la entrada del pasadizo. Era el espíritu del artista, que había sido atrapado en la mansión desde su desaparición.

—¿Quiénes son ustedes? —preguntó el espíritu con una voz profunda y ecoica.

Las niñas, aunque asustadas, decidieron hablar con él.

—Somos Yuly, Andrea Carolina, María y Cereza. Hemos venido en busca del tesoro de arte —dijo Yuly, dando un paso adelante.

El espíritu observó a las niñas y luego habló con una voz más suave.

—He estado esperando a alguien que apreciara mi arte. Si realmente valoran lo que han encontrado, podrán llevarse una pieza cada una. Pero recuerden, el verdadero valor del arte está en compartirlo con el mundo.

Las niñas asintieron y agradecieron al espíritu. Cada una eligió una obra de arte para llevarse. Yuly escogió una pintura de un paisaje otoñal, Andrea Carolina una escultura de un búho, María una pintura de un cielo estrellado y Cereza, aunque era una gata, parecía mostrar interés en una pequeña escultura de un pez.

Prometieron al espíritu que compartirían el arte con el pueblo y ayudarían a que todos conocieran la historia del artista. Con cuidado, regresaron por el pasadizo y salieron de la mansión justo cuando la luna llena iluminaba el cielo nocturno.

De vuelta en el pueblo, organizaron una exhibición de las obras de arte en la plaza principal. Los habitantes del pueblo quedaron maravillados con la belleza de las piezas y la historia detrás de ellas. La exhibición se convirtió en un evento anual, recordando la valentía y curiosidad de las cuatro amigas.

El espíritu del artista, al ver que su arte era apreciado y compartido, pudo finalmente descansar en paz, sabiendo que su legado perduraría.

Y así, Yuly, Andrea Carolina, María y Cereza vivieron muchas más aventuras, sabiendo que la verdadera riqueza está en el amor por el arte y en compartirlo con los demás.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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