Cuentos de Terror

La Casa de los Susurros de Anabelle

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado de bosques oscuros y montañas altas, había una casa muy peculiar que todos llamaban la Casa de los Susurros. La casa, con sus ventanas de cristal roto y sus puertas chirriantes, estaba cubierta de enredaderas que parecían susurrar secretos al viento. Nadie se atrevían a acercarse, pero un día, cinco amigos decidieron que era hora de descubrir qué había dentro.

Los amigos eran Shudit, un niño valiente con una sonrisa encantadora; Mikol, un poco más tímido pero muy inteligente; Miry, una niña que siempre llevaba consigo su linterna y le encantaba contar historias; Moury, un joven aventurero que nunca decía que no a un desafío; y Kamlo, un pequeño perro curioso que siempre estaba al lado de sus amigos. Todos ellos tenían un fuerte lazo de amistad y estaban listos para enfrentar cualquier cosa que pudieran encontrar.

Una tarde, mientras el sol se escondía detrás de las montañas y la luna comenzaba a brillar en el cielo, los cinco amigos se reunieron en la plaza del pueblo. Miry, con su linterna en la mano, propuso aventurarse a la Casa de los Susurros. “¡Vamos! ¡Quizás encontramos tesoros o espíritus amables!” dijo con entusiasmo. A pesar de que algunos empezaron a dudar, la curiosidad los impulsó a seguir adelante.

Bajo la luz de la luna, los amigos caminaron hacia la casa. A medida que se acercaban, pudieron escuchar un sonido extraño, como si la casa estuviera murmurando. Shudit se rió y dijo: “No tengas miedo, solo son ruidos de la casa.” Mikol, que había estado leyendo libros sobre casas encantadas, murmuró: “Sí, pero a veces esos susurros pueden contar historias de antiguos secretos.”

Al llegar, Miry hizo un gesto a sus amigos para que la siguieran mientras empujaba suavemente la puerta, que se abrió con un crujido que resonó en la noche. Todos entraron con cuidado, iluminando la habitación con la linterna. A su alrededor, las paredes estaban cubiertas de fotos antiguas que parecían observarlos. En el centro de la sala, una gran silla mecedora se movía suavemente, como si alguien la estuviera usando.

“¡Miren eso!” exclamó Moury, señalando la silla. De repente, un viento frío sopló por la habitación, y los amigos sintieron un escalofrío recorrer sus espaldas. Pero Miry, tomando valor, dijo: “Quizás es solo el aire. ¡Vamos a explorar más!”

Los niños comenzaron a explorar la casa, cada vez más intrigados. En la esquina de una habitación, encontraron una puerta parcialmente abierta. Sin pensarlo, Shudit la empujó, revelando un oscuro pasillo. El eco de sus pasos resonaba en la casa, creando más susurros que parecían guiarles hacia algún lugar.

Mientras avanzaban, encontraron un pequeño perro de juguete que estaba cubierto de polvo. Kamlo se acercó, olfateando con curiosidad. En ese momento, el perro de juguete cobró vida, saltando y ladrando alegremente. Todos se dieron un susto, pero luego se dieron cuenta de que el pequeño perro era amistoso. “Soy Bubi,” dijo el juguete con una voz suave y melodiosa. “He estado aquí esperando por nuevos amigos a quienes contarles los secretos de esta casa.”

Los amigos miraron sorprendidos a Bubi, quien les explicó que los susurros de la casa eran ecos de las historias de quienes había vivido allí, historias de valentía, amistad y hasta amor. “Cada vez que alguien entra en la casa, los ecos responden. ¿Quieren escuchar una historia?” preguntó Bubi con una gran sonrisa.

“¡Sí, queremos escuchar!” gritaron todos a la vez.

Bubi comenzó a narrar la historia de Anabelle, una joven que vivía en la casa hace muchos años. Anabelle había sido una niña aventurera que amaba explorar el bosque y recoger flores. Un día, encontró un lugar escondido lleno de plantas mágicas y criaturas fantásticas. Pero un día, un gran tormenta llegó y Anabelle tuvo que refugiarse en su casa, donde los ecos de los bosques y sus amigos la mantenían acompañada.

“¿Y qué pasó después?” preguntó Mikol, totalmente cautivado.

Bubi sonrío y continuó: “Anabelle nunca se sintió sola, incluso cuando la tormenta azotaba. Escuchaba las historias de las criaturas del bosque y se sentía fuerte. Con el tiempo, la tormenta se fue y su valentía la ayudó a ser una gran exploradora.” Los amigos estaban atentos, maravillados por la historia.

Cuando terminó de contarla, Bubi añadió: “Así que los susurros de la casa no son aterradores. Son recordatorios de que siempre hay historias que contar y aventuras que vivir. Muchas veces, lo que tememos, solo necesita ser entendido.”

Los amigos comprendieron que los susurros eran en realidad voces de aliento, llenas de historias y aventuras por compartir. Kamlo ladró emocionado, como si estuviera de acuerdo. La noche pasó rápido dentro de la casa, llenos de risas y relatos de valentía. Shudit, Mikol, Miry, Moury y Kamlo aprendieron que no importaba cuán aterradoras parecieran algunas cosas, a veces solo necesitaban un poco de coraje para mirar más allá.

Cuando la luna estaba alta en el cielo, decidieron que era hora de volver a casa. Bubi les dio un pequeño consejo: “Siempre que necesiten ayuda o compañía, solo recuerden la historia de Anabelle. Nunca están solos.”

Al salir de la Casa de los Susurros, el viento ya no parecía susurrar miedos, sino hermosas melodías que anunciaban nuevas aventuras. Con el corazón lleno de alegría, los cinco amigos se prometieron regresar y seguir explorando juntos, porque sabían que la amistad era la mayor aventura de todas. Así, cada vez que escuchaban un susurro, recordaban las historias y sabían que siempre habría una nueva aventura esperándolos, solo con abrir su corazón y dejarse llevar por la curiosidad.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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