Cuentos de Terror

La Casa Encantada de la Puerta Roja

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

Puntuación:

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Francisco, Javier y Fernando eran tres amigos inseparables. Cada tarde, después de la escuela, salían a explorar los rincones del vecindario. Pero había un lugar que jamás se habían atrevido a visitar: la vieja mansión al final de la calle, conocida como «la casa de la puerta roja».

Los rumores decían que en esa casa pasaban cosas extrañas. Las luces parpadeaban por sí solas, se oían ruidos misteriosos y, algunas noches, se veía la silueta de alguien asomándose por las ventanas, aunque todos sabían que estaba abandonada.

Una tarde, mientras jugaban al fútbol en la calle, el balón de Francisco fue a parar justo frente a la puerta roja de la mansión. «¡Es solo una puerta!», exclamó Fernando, intentando disimular su nerviosismo. Javier, el más valiente de los tres, propuso: «¿Y si entramos y exploramos un poco? Así podremos contar una historia épica en la escuela».

Con un poco de miedo, pero también mucha curiosidad, los tres amigos se acercaron a la puerta y, con cautela, la empujaron. La puerta chirrió al abrirse, revelando un amplio vestíbulo lleno de polvo y telarañas.

Mientras exploraban, los chicos descubrieron un viejo gramófono que, al darle cuerda, comenzó a sonar una melodía suave y encantadora. Encantados, se dejaron llevar por la música y comenzaron a bailar. Pero de repente, notaron que no estaban solos.

Unos pequeños fantasmitas, del tamaño de juguetes, flotaban por la sala, bailando al ritmo de la música.

Francisco, asombrado, preguntó: «¿Quiénes son?». Uno de los fantasmas respondió: «Somos los antiguos habitantes de esta casa. No queremos asustar a nadie, solo nos gusta bailar y divertirnos». Javier, sonriendo, agregó: «Pues nosotros también».

Los niños y los fantasmas pasaron horas bailando y riendo juntos. Al caer la noche, los chicos se despidieron de sus nuevos amigos y salieron de la mansión, prometiendo regresar otro día para seguir jugando.

Conclusión:
Francisco, Javier y Fernando aprendieron que no siempre debemos temer lo desconocido. A veces, detrás de las puertas más misteriosas, se esconden historias y amigos inesperados.

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