En una pequeña ciudad, donde las calles eran tranquilas y los vecinos se conocían por nombre, vivía Fernanda, una niña de 11 años con una imaginación desbordante. Su hermano, Gabriel, siempre estaba a su lado, compartiendo aventuras y misterios inventados. Johan, el mejor amigo de Fernanda, era un chico reservado, con una historia familiar misteriosa.
Una noche, Fernanda cayó enferma. Tras varios días en el hospital, finalmente regresó a casa, debilitada pero feliz de estar de vuelta en su habitación. Gabriel, con una expresión seria, le contó que durante su ausencia, cosas extrañas habían sucedido en la casa. Ruidos inexplicables, sombras que se movían solas y una sensación constante de estar siendo observados.
Al día siguiente, Johan vino a visitar a Fernanda. Al verlo, ella notó algo diferente en su mirada, una mezcla de miedo y urgencia. Johan les reveló que sus padres habían desaparecido hace semanas. Desesperado, confesó que en su búsqueda, había realizado un ritual que encontró en un antiguo libro de su familia, esperando que lo llevara a ellos. Pero desde ese día, cosas extrañas comenzaron a suceder.
Gabriel y Fernanda, aunque asustados, decidieron ayudar a Johan a encontrar a sus padres y a deshacer lo que sea que él hubiera iniciado con el ritual. Pasaron horas investigando en la biblioteca de la ciudad, buscando cualquier pista sobre el libro y su ritual. Finalmente, encontraron una referencia a un antiguo culto que hablaba de invocaciones y portales a otros mundos.
Esa noche, decidieron regresar a la casa de Johan para buscar el libro y tratar de revertir el ritual. Al entrar, la atmósfera era espesa y oscura. Caminaron con cautela hacia el ático, donde Johan había realizado el ritual. El libro estaba abierto en el suelo, rodeado de extrañas marcas y símbolos.
Fernanda, con su valentía característica, sugirió que debían realizar el ritual a la inversa, esperando cerrar lo que Johan había abierto. Trabajaron juntos, siguiendo cada paso al revés, mientras la casa temblaba y los sonidos se intensificaban. Al terminar, un silencio profundo los envolvió. Lentamente, la casa volvió a la normalidad.
Al día siguiente, Johan recibió una llamada. Sus padres habían sido encontrados en un pueblo cercano, desorientados pero a salvo. Nunca pudieron explicar qué les había sucedido.
Fernanda, Gabriel y Johan prometieron nunca más involucrarse con lo desconocido. Aprendieron que algunas puertas, una vez abiertas, pueden traer a la luz misterios que están mejor ocultos.
Conclusión:
La aventura de Fernanda, Gabriel y Johan les enseñó el valor de la amistad, la valentía y el respeto por lo desconocido. Aunque la curiosidad es una llama que ilumina, hay sombras que deben permanecer en la oscuridad. Juntos, superaron sus miedos y fortalecieron su unión, recordando siempre que en la vida, algunas respuestas están mejor sin encontrar.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.