Cuentos de Terror

La Sombra Olvidada de la Infancia Perdida

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado por un frondoso bosque, vivían cinco amigos inseparables: Tatiana, Lupita, Pedro, Luis y Tania. Todos ellos eran curiosos y aventureros, y juntos pasaban las tardes explorando el bosque, jugando a las escondidas y contando historias. Pero había una leyenda que siempre les había intrigado: la historia de la sombra olvidada.

Un día, mientras estaban jugando en el parque, Tatiana dijo: «¿Han oído la historia de la sombra olvidada? Dicen que vive en el bosque, y que solo sale por las noches». Sus amigos, fascinados, comenzaron a preguntar más sobre esa sombra.

«Me dijeron que la sombra era de un niño que no había podido encontrar su camino de regreso a casa,» explicó Tatiana. «Por eso, siempre está buscando compañía para no sentirse solo».

«¿Y qué pasaría si la encontramos?» preguntó Pedro, con los ojos muy abiertos.

«No sé si deberíamos buscarla,» dijo Lupita, un poco asustada. «Puede ser peligrosa».

«Siempre podemos correr si algo sucede,» respondió Luis, que era el más valiente del grupo. «Vamos, ¡solo será una aventura más!»

Finalmente, los cinco amigos decidieron aventurarse en el bosque esa misma noche. En casa, sus padres les dijeron que no volvieran muy tarde y les advirtieron sobre los peligros del bosque. Pero la promesa de encontrar a la sombra olvidada era demasiado emocionante.

Con linternas en mano, los amigos entraron en el bosque. Las enormes sombras de los árboles parecían danzar a su alrededor, y el aire estaba lleno de susurros. «Es un poco espeluznante,» dijo Tania, mientras miraba a su alrededor, intentando avistar algo extraño.

“No tengas miedo,” dijo Luis, tratando de ser valiente. «Estamos juntos, nada nos pasará.» Se adentraron más en el bosque, riendo y contando chistes para mantener el ánimo.

De repente, vieron una sombra que se deslizaba entre los árboles. «¡Miren!» gritó Pedro. Todos miraron hacia la dirección que él señalaba, y efectivamente, había una sombra que parecía tener la forma de un niño, que se movía rápidamente entre los troncos.

«¿Es la sombra olvidada?» preguntó Lupita, con un hilo de voz.

«Creo que sí. ¡Vayamos a seguirla!» dijo Tania, emocionada. Todos comenzaron a correr detrás de la sombra, con sus corazones latiendo de emoción. Cuanto más corrían, más se adentraban en el bosque. Las risas comenzaron a desvanecerse y fueron remplazadas por un silencio inquietante.

Después de lo que pareció una eternidad corriendo, llegaron a un claro. Allí, la sombra se detuvo y se volvió hacia ellos. «¿Por qué me siguen?» preguntó con una voz melancólica. Eran palabras llenas de tristeza, que resonaron en el corazón de todos los amigos.

«Estamos aquí porque queremos ayudarte,» contestó Tatiana valientemente. «No queremos que estés solo.» Los otros amigos asintieron, mostrando su apoyo.

La sombra dejó escapar un suspiro. «Yo era un niño como ustedes, pero un día me perdí en el bosque. Desde entonces, he estado buscando amigos que me ayuden a volver a casa. Pero cada vez que encuentro a alguien, se asusta y huye. No puedo salir de aquí, mi hogar es este bosque.»

«Nosotros no tenemos miedo,» dijo Pedro, intentando sonar seguro. «Te ayudaremos a encontrar el camino a casa.»

La sombra pareció brillar un poco al escuchar eso. «¿De verdad lo harían? He estado tan solo tanto tiempo…»

“Claro que sí,” dijeron todos al unísono. Así, el grupo se unió a la sombra y comenzaron a buscar el camino juntos. Mientras caminaban, contaron historias sobre sus vidas, sus sueños y sus miedos. La sombra escuchaba atentamente, y poco a poco, se fue desvaneciendo su tristeza entre sonrisas y risas.

Pero a medida que avanzaban, el bosque se volvió más oscuro y más aterrador. Los árboles parecían susurrar cosas en un lenguaje extraño, y en el aire se sentía una tensión desconocida. «¿Estamos cerca de su casa?» preguntó Tania, sintiendo un escalofrío.

«No lo sé,» respondió la sombra. «Todo es confuso para mí en este lugar.»

De repente, un fuerte viento sopló entre los árboles, y el bosque pareció cobrar vida. Ruidos extraños resonaron por todos lados, y ellos se dieron cuenta de que ya no estaban solos. Una multitud de pequeñas sombras comenzaron a aparecer alrededor de ellos.

«¡Qué hacemos!» gritó Lupita, aterrorizada.

«Quédense juntos,» dijo Luis, tratando de mantener la calma. «No podemos dejar que nos asusten.»

Las sombras se acercaron lentamente, y los amigos temieron que todo había sido un error. Pero entonces la sombra que los acompañaba, que antes se sentía tan triste, elevó su voz. «¡Dejen de asustar a mis amigos! Ellos están aquí para ayudarme.»

Las pequeñas sombras se detuvieron y, al escuchar esas palabras, comenzaron a retroceder. «Eres diferente,» dijo una de las sombras. «Tú ya no eres uno de nosotros.»

«Yo no soy un niño solitario,» explicó la sombra. «He encontrado amigos que me quieren ayudar. Juntos podemos encontrar el camino a casa.»

Después de un momento tenso, las sombras se desvanecieron en la oscuridad, dejando a los amigos un poco aturdidos, pero aliviados. Continuaron avanzando, cada vez más seguros, apoyados unos en otros.

Finalmente, llegaron a un camino iluminado por la luna, y la sombra se detuvo. «Esto es… esto es conocido. Este es el camino que solía tomar para ir a casa antes de perderme.»

Los amigos aplaudieron, llenos de alegría. «¡Lo logramos!» exclamó Pedro, saltando de felicidad. La sombra sonrió, sintiéndose más ligera. «Ahora solo necesito que me ayuden a cruzar hasta el otro lado.»

Se acercaron al camino donde la sombra podía cruzar. Cuando lo hizo, una brillante luz envolvió al niño sombra, y todos los amigos sintieron un profundo sentido de paz.

«Gracias por ser mis amigos, por no tener miedo y por ayudarme a regresar a casa,» dijo con gratitud. «Ahora puedo descansar en paz.»

Con un destello de luz, la sombra desapareció, y los amigos se quedaron mirando con asombro. Habían hecho algo heroico y su corazón se llenó de calidez.

«¿Qué haremos ahora?» preguntó Tania, mientras miraban la oscuridad del bosque que estaba detrás de ellos.

«Podemos contarle a todos sobre nuestra aventura,» sugirió Tatiana.

«Y sobre cómo aprendimos que no hay que tener miedo de lo desconocido,» añadió Luis.

«Y que siempre es mejor ayudar a los demás en lugar de huir,» completó Lupita.

Así, los cinco amigos regresaron al pueblo, llenos de historias que contar. Habían descubierto que incluso en las sombras más oscuras, la luz de la amistad puede guiar el camino. Aquella noche, mientras se decían buenas noches, sabían que siempre estarían juntos, listos para enfrentar cualquier aventura que la vida les presentara, y que la sombra olvidada nunca más estaría sola. Aprendieron que todos merecen ser escuchados y que, a veces, solo necesitas un amigo para brillar.

Desde ese día, el pueblo hablo de la valentía de cinco amigos que se adentraron en el bosque y ayudaron a un niño sombra a encontrar su camino de regreso a casa, recordando que incluso las leyendas tienen un final feliz cuando se enfrenta con amor y valentía.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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