Cuentos de Terror

Lidia y la Biblioteca del Misterio

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Lidia Walker siempre había sido una estudiante ejemplar. Aquella tarde, como muchas otras, la habían encontrado absorta entre montañas de libros en la biblioteca del colegio. El silencio era su compañero fiel, solo interrumpido por el ocasional pasar de las páginas o el distante eco de pasos perdidos entre los estantes.

De repente, un sonido inusual rompió la tranquilidad: una notificación en su celular. «000-000-000» decía el remitente. «Qué raro», murmuró para sí misma, con la frente fruncida en confusión.

«Debe de ser un error», pensó, pero la curiosidad pudo más que la razón. Abrió el mensaje: «Tstststs». Un escalofrío le recorrió la espina dorsal. ¿Qué significaría aquello? Sacudiendo la cabeza, atribuyó el mensaje a su amigo Sam, conocido por sus bromas poco elaboradas.

Volvió a sus estudios, intentando convencerse de que no era nada importante. Sin embargo, el misterioso mensaje creó un nudo en su estómago que no se deshacía.

Al salir, cruzó palabras con Sam. Le reprochó el mensaje, pero su amigo estaba genuinamente confundido. Lidia, aunque reticente, le creyó. Juntos, miraron el mensaje desconcertado, preguntándose su significado.

De regreso a casa, el viento susurraba extrañas melodías que hacían eco del mensaje en su teléfono. Lidia no podía sacarse de la cabeza aquel «Tstststs». ¿Era una advertencia, un código, una broma de mal gusto? No pudo resistirse y decidió investigar.

Volvió a la biblioteca al día siguiente. Todo parecía normal, pero un aire de misterio envolvía los libros antiguos y los pasillos sombríos. Decidida a descubrir el misterio, empezó a buscar alguna pista, algo que le diera sentido a aquel enigma.

Fue entonces cuando notó un libro que sobresalía ligeramente en una de las estanterías más apartadas y polvorientas. Era un tomo viejo y grueso, con la cubierta desgastada y sin título visible.

Al abrirlo, una página en blanco captó su atención; sin embargo, al mirarla más de cerca, las letras empezaron a aparecer como por arte de magia: «Tstststs». Era una secuencia, un patrón que repetía una y otra vez.

Cada «Tst» la llevaba a otra sección del libro, como si fuese un mapa o una guía. Siguiendo el patrón, Lidia se adentró en una parte de la biblioteca que no conocía. Libros cubiertos de telarañas hablaban de historias y leyendas antiguas, y en el centro de esta sección olvidada, encontró un viejo diario.

Era el diario de un antiguo bibliotecario, que hablaba sobre un espíritu, un susurro entre los estantes, una entidad que custodiaba el conocimiento y que se comunicaba con aquellos que verdaderamente amaban los libros. «Tstststs», escribió el bibliotecario, «es la risa del conocimiento, la aprobación de aquellos que buscan más allá de lo evidente».

Conclusión:

El misterio del mensaje estaba resuelto. No era un error, ni una broma, era una invitación. Lidia había sido elegida por el espíritu de la biblioteca, una custodia de sabiduría que la reconocía como una verdadera amante de los libros y el aprendizaje.

Con una sonrisa, Lidia cerró el diario, agradecida por el extraño pero maravilloso encuentro. A partir de ese día, cada vez que entraba a la biblioteca, sentía una familiar y cálida presencia que la acompañaba, y nunca más se sintió sola entre aquellos antiguos muros llenos de historias y secretos.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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