Cuentos de Valores

Cuidando mi Cuerpo en Navidad

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Navidad era una época mágica para Sofía. Las luces brillaban en cada rincón de su casa, los villancicos sonaban alegremente en la radio y el aroma a galletas recién horneadas se esparcía por todo el hogar. Cada año, ella esperaba con ansias estas fechas, ya que significaban momentos de alegría, reuniones familiares y, por supuesto, deliciosas comidas. Sin embargo, este año, Sofía decidió que además de disfrutar de todas las maravillas de la Navidad, también iba a cuidar de su cuerpo de una manera especial.

Una mañana fría de diciembre, Sofía se despertó temprano, justo cuando los primeros rayos del sol se filtraban por la ventana. Miró el calendario que colgaba en la pared de su habitación: ¡solo faltaban dos semanas para la Navidad! Estaba emocionada, pero también un poco preocupada. Sabía que durante las fiestas, era fácil dejarse llevar por los excesos, comer demasiados dulces y perder el control sobre lo que comía. Este año, Sofía quería hacer las cosas de manera diferente.

Bajó al comedor donde su mamá ya estaba preparando el desayuno. «Buenos días, mamá», dijo con una sonrisa, sentándose a la mesa. «Hoy quiero hablar contigo sobre algo que me preocupa un poco. Quiero disfrutar de la Navidad, pero también quiero cuidar mi cuerpo y no comer demasiado azúcar ni comida chatarra». Su mamá la miró con cariño y asintió. «Me parece una excelente idea, Sofía. Es importante disfrutar, pero también cuidar nuestra salud».

A partir de ese día, Sofía comenzó a hacer pequeños cambios en su rutina. En lugar de comer galletas y chocolates en la mañana, decidió hacer un desayuno más saludable. Comenzó a comer frutas frescas, como manzanas y naranjas, acompañadas de yogur y granola. También empezó a beber mucha agua, recordando que el agua es esencial para mantener su cuerpo bien hidratado, especialmente cuando hace tanto frío.

A medida que se acercaba la Navidad, Sofía notaba que se sentía con más energía. Aunque disfrutaba de las celebraciones, no dejaba que la comida fuera lo más importante. Cuando su mamá preparaba las galletas de jengibre, Sofía ayudaba, pero se aseguraba de que solo comiera una o dos al día, en lugar de comerlas por docenas, como solía hacer antes.

Además de cuidar lo que comía, Sofía también quería mantenerse activa durante las vacaciones. Sabía que el ejercicio era fundamental para su bienestar, así que, cada tarde, después de terminar sus tareas, salía al jardín para jugar con su perro, Max. Corría y saltaba, haciendo juegos de imaginación y disfrutando del aire fresco. También se unía a su papá para caminar por el parque, lo que le permitió fortalecer su corazón y sus músculos mientras respiraba aire puro.

En una de esas caminatas con su papá, Sofía le dijo: «Papá, me siento muy bien. Comer saludablemente y hacer ejercicio me ha dado más energía. Antes me sentía cansada después de comer muchos dulces, pero ahora me siento más fuerte». Su papá sonrió y le acarició la cabeza. «Me alegra escuchar eso, Sofía. Es importante que siempre pienses en tu salud, no solo en Navidad, sino todo el año».

El día de Navidad llegó finalmente, y Sofía estaba feliz por haber logrado mantenerse fiel a su decisión de cuidar su cuerpo. Aunque había muchas delicias en la mesa, se dio cuenta de que no tenía que comer todo lo que le ofrecieran para disfrutar de la comida. Sofía tomó su porción de pavo, un poco de ensalada y unas frutas frescas. Al ver que sus familiares también comían con moderación, se sintió aún más motivada. «Hoy estoy cuidando mi cuerpo y disfrutando de la Navidad de una manera diferente», pensó mientras sonreía al ver a todos reunidos.

Después de la cena, Sofía se unió a su familia en la sala para cantar villancicos y compartir historias. Estaba feliz no solo porque había disfrutado de la comida de Navidad, sino porque también había aprendido a tomar decisiones que beneficiaban su salud. A lo largo del día, bailó con su hermana pequeña, jugó con sus primos y ayudó a sus padres a limpiar la casa. Sofía se sentía llena de energía, y eso la hizo muy feliz.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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