Cuentos de Valores

Daniela y Roberto Aprenden a Comer Saludable

Lectura para 1 año

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Español

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En un hermoso y soleado día, en una pequeña casa llena de risas y colores, vivían dos amigos inseparables: Daniela y Roberto. Ambos tenían cinco años y compartían muchas aventuras juntos. Les encantaba jugar, explorar y, sobre todo, aprender cosas nuevas.

Un día, mientras jugaban en la sala, la mamá de Daniela entró con una gran cesta llena de frutas y verduras frescas. “¡Hola, mis pequeños! Hoy vamos a aprender sobre la importancia de comer saludable y mantenernos limpios”, dijo con una sonrisa. Daniela y Roberto se miraron con curiosidad. “¿Comer saludable? ¿Qué significa eso?”, preguntó Roberto, mientras tocaba una manzana roja que brillaba bajo el sol.

“Significa que debemos comer alimentos que nos ayuden a crecer fuertes y sanos”, explicó la mamá de Daniela. “Las frutas y verduras son muy importantes porque tienen muchas vitaminas y minerales. Y también debemos recordar lavarnos las manos antes de comer”.

“¡Sí! ¡Las manos limpias son muy importantes!”, exclamó Daniela. “Siempre me lavo las manos antes de jugar en el parque”. La mamá de Daniela sonrió y dijo: “Eso es muy bueno, cariño. Ahora, ¿quieres ayudarme a preparar un delicioso almuerzo saludable?”.

“¡Sí, queremos ayudar!”, gritaron los dos amigos al unísono. La mamá de Daniela los llevó a la cocina, donde comenzaron a lavar las frutas y verduras. Mientras lo hacían, la mamá les contó sobre cada alimento. “Esta es una zanahoria. Es muy buena para la vista y te ayuda a ver en la oscuridad”, dijo mientras mostraba la zanahoria naranja.

“¿Y esta?”, preguntó Roberto, sosteniendo un tomate rojo brillante. “Ese es un tomate, y es delicioso en ensaladas. Además, contiene mucha agua, lo que es bueno para mantenernos hidratados”, explicó la mamá.

Mientras lavaban las frutas y verduras, la mamá de Daniela les enseñó a contar. “Si contamos las fresas, ¿cuántas hay en la cesta?” “Una, dos, tres, cuatro… ¡Cuatro fresas!”, gritaron felices.

“Muy bien, y ahora vamos a preparar una ensalada de frutas”, dijo la mamá. “Me ayudarán a cortarlas”. Roberto y Daniela se emocionaron y ayudaron a cortar las frutas con cuidado. Daniela cortaba las fresas, mientras que Roberto se encargaba de los plátanos. “¡Esto es divertido!”, decía Daniela mientras reía.

“Sí, es como un juego de cocina”, añadió Roberto mientras hacía una mueca cómica. La mamá de Daniela se reía también, disfrutando del momento. “¡Exacto! Cocinar puede ser muy divertido si lo hacemos juntos”, dijo.

Después de preparar la ensalada de frutas, la mamá de Daniela les preguntó: “¿Quieren preparar algo más?”. “¡Sí! ¿Podemos hacer un batido?”, sugirió Roberto. “¡Oh, qué buena idea! Un batido de frutas es delicioso y saludable”, dijo la mamá mientras sonreía.

Así que, una vez más, comenzaron a preparar el batido. “Vamos a necesitar leche y un poco de yogur para hacerlo cremoso”, explicó la mamá mientras los niños seguían lavando las manos, tal como habían aprendido. “Siempre hay que lavarse las manos, incluso si las tenemos limpias”, dijo Daniela, recordando lo importante que era mantener todo limpio.

Mientras mezclaban las frutas en la licuadora, el sonido era divertido. “¡Mira cómo gira!”, exclamó Roberto, viendo cómo las frutas se transformaban en un batido colorido. La mamá de Daniela sirvió el batido en vasos coloridos. “¡Salud! ¡A nuestra salud y a nuestros deliciosos alimentos saludables!”, dijo mientras levantaba su vaso.

Los amigos chocaron sus vasos y comenzaron a beber. “¡Mmm, delicioso!”, dijeron al unísono, mientras disfrutaban de su creación. La mamá sonrió, viendo a sus hijos disfrutar tanto de la comida saludable.

Después de terminar su almuerzo, Daniela y Roberto se sintieron llenos de energía. “¿Podemos ir a jugar al parque ahora?”, preguntó Daniela. “¡Sí! ¡Vamos! Pero primero, un último recordatorio: ¿qué debemos hacer antes de ir al parque?” preguntó la mamá. “¡Lavarnos las manos!”, respondieron los dos amigos.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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