Había una vez un pequeño pueblo llamado Villa Estrella, donde todos los niños y niñas del barrio iban juntos a la misma escuela, la Escuela Primaria Sol Brillante. Allí, todos los días se vivían aventuras, pero también había desafíos que los estudiantes debían enfrentar. Entre todos los niños, había uno que se destacaba por su entusiasmo y ganas de ayudar, su nombre era Alex. Alex tenía 8 años y era conocido por su energía y su deseo de hacer de la escuela un lugar mejor.
Un día, mientras se encontraban en el recreo, Alex se sentó en una banca con sus amigos Lucia y Mateo. Juntos, comenzaron a hablar sobre cómo podían mejorar su escuela. “¡Sería genial tener más actividades divertidas!” dijo Lucia, moviendo su cabello rizado. “Y también deberíamos poder decidir algunas cosas juntos, como qué juegos jugar durante el recreo”, añadió Mateo, que siempre tenía ideas creativas.
Fue entonces cuando Alex tuvo una brillante idea. “¿Y si formamos un Gobierno Escolar? Así podríamos elegir representantes que piensen en lo que queremos y que puedan hablar con los maestros sobre nuestras ideas”, propuso emocionado. Lucia y Mateo miraron a Alex con sorpresa. La idea les parecía increíble, pero también un poco aterradora. “¿Tú crees que eso sea posible?”, preguntó Lucia con un brillo de duda en sus ojos.
Alex asintió con una gran sonrisa. “¡Claro! Si trabajamos juntos y nos organizamos, podemos lograrlo. Pero primero, necesitamos hablar con todos en la escuela y explicarles de qué se trata”. Sin dudarlo, Lucia dijo: “¡Vamos a hacerlo! Debemos hacer que todos los niños se sientan parte de esta idea”. Así fue como, inspirados por la propuesta de Alex, comenzaron a planear cómo presentar el Gobierno Escolar.
El siguiente día, durante la clase de educación cívica, Alex se levantó y preguntó: “Maestra, ¿podemos hablar con todos los estudiantes sobre el Gobierno Escolar?” La maestra, la señora Martínez, sonrió y asintió. “Me parece una gran idea, Alex. La participación es muy importante en una comunidad. Ustedes pueden dar un pequeño discurso en la asamblea de mañana”.
Esa noche, Alex no podía dormir de la emoción. Tenía que preparar su discurso, así que tomó un papel y comenzó a escribir lo que quería decir. Al día siguiente, junto con Lucia y Mateo, se prepararon para su gran presentación. Fue un momento mágico cuando todos los niños de la escuela se reunieron en la sala de actos. Alex, con su corazón latiendo fuerte, subió al escenario y comenzó a hablar.
“Hola a todos. Hoy estamos aquí para hablar sobre algo muy importante: el Gobierno Escolar. Creemos que todos nosotros, los estudiantes, debemos tener voz en nuestra escuela. Queremos formar un grupo que represente nuestras ideas y preocupaciones. Juntos, podemos hacer de nuestra escuela un lugar más divertido y colaborativo”, decía Alex con pasión, mientras los otros niños lo escuchaban con atención.
Después de su discurso, los niños comenzaron a murmurar entre sí, emocionados con la idea. Lucia se unió a él y dijo: “Nos gustaría que nos ayudarán a elegir a los representantes para este Gobierno. Cada uno de nosotros puede aportar algo especial. ¡Hagamos un mundo mejor, juntos!” La sala estalló en aplausos y risas. Mateo, al ver la reacción de sus compañeros, se sintió inspirado y decidió agregar, “Y podemos tener reuniones para proponer nuevas actividades. ¿Qué opinan de un torneo de deportes o una semana de arte?”
El entusiasmo se fue apoderando de todos los niños, y la idea del Gobierno Escolar comenzó a tomar forma. Al finalizar la reunión, muchos niños se acercaron a Alex y sus amigos para ofrecerse a colaborar. Así fue como, poco a poco, más niños se unieron al grupo. Decidieron que era importante no solo dar ideas, sino también escuchar las opiniones de todos.
Con el tiempo, Alex y sus amigos organizaron varias reuniones donde cada niño podía expresar sus pensamientos. En una de estas reuniones, apareció un nuevo personaje en la escuela: Valeria, una niña que había llegado recientemente de otra ciudad. Valeria tenía mucha experiencia participando en actividades escolares en su antigua escuela y estaba emocionada por participar en el nuevo Gobierno Escolar. “Yo puedo ayudarlos a organizar las elecciones”, dijo con una gran sonrisa.
Los niños la recibieron con mucho cariño y, juntos, comenzaron a trabajar. Valeria les enseñó cómo hacer carteles, cómo redactar las reglas para las elecciones y cómo planificar un evento para presentar a los candidatos. La idea de tener un Gobierno Escolar se convirtió en una realidad para todos. Comenzaron a trabajar en equipo y se dieron cuenta de lo agradable que era colaborar y apoyarse mutuamente.
Finalmente, llegó el día de las elecciones. Todos estaban nerviosos y emocionados. Habían preparado un evento lleno de juegos y sorpresas para que todos los estudiantes se sintieran incluidos. La escuela se llenó de coloridos globos y música alegre. Cuando llegó el momento de votar, cada niño se sintió importante, como si su voz realmente contara. Después de contar los votos, los nuevos representantes del Gobierno Escolar fueron elegidos. Alex, Lucia, Mateo y Valeria fueron seleccionados como los líderes, ¡y todos estaban encantados!
A partir de ese día, la escuela cambió para mejor. El Gobierno Escolar comenzó a planear un montón de actividades: días de deportes, concursos de talentos y talleres creativos. Cada semana, los nuevos representantes se reunían para escuchar las propuestas de sus compañeros y trabajar juntos en equipo. Todos aprendieron la importancia de escuchar y apoyar las ideas de los demás, y todos los estudiantes comenzaron a sentirse más unidos.
Con el tiempo, el pequeño grupo se convirtió en un gran ejemplo de liderazgo y unidad estudiantil. Al final del año escolar, la señora Martínez se sintió orgullosa de sus estudiantes y organizó una ceremonia para destacar todos sus logros. “Hoy celebramos no solo la creación del Gobierno Escolar, sino también la valentía y la colaboración de cada uno de ustedes. Han aprendido que juntos son más fuertes y que cada voz importa”.
Alex, mirando a sus amigos y compañeros, entendió que la verdadera lección había sido aprender a trabajar en equipo y valorar las opiniones de los demás. La alegría de haber logrado sus objetivos fortalece aún más su deseo de hacer una diferencia. Así, con una sonrisa y el corazón pleno de felicidad, concluyeron su aventura, recordando siempre que el trabajo en equipo, la inclusión y el diálogo son valores que los acompañarán siempre.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.