Había una vez, en un hermoso parque lleno de árboles y flores, tres amigos muy especiales: Felipe, Andrea y Edison. Felipe era un niño con el cabello castaño y corto, que siempre llevaba una camiseta azul y unos pantalones cortos. Andrea tenía el cabello largo y rubio, y le encantaba usar su vestido rosa favorito. Edison tenía el cabello rizado y negro, y vestía una camiseta verde y jeans. Los tres amigos jugaban juntos todos los días y se divertían muchísimo.
Un día, mientras jugaban en el parque, Felipe y Edison comenzaron a discutir sobre quién debía ser el capitán del equipo en su juego de fútbol. Felipe decía que él debía ser el capitán porque sabía mucho sobre el juego, mientras que Edison pensaba que él debía ser el capitán porque era muy rápido y podía marcar muchos goles.
—¡Yo debería ser el capitán, Edison! —exclamó Felipe, con las manos en la cintura.
—¡No, Felipe! ¡Yo soy más rápido y puedo llevar al equipo a la victoria! —respondió Edison, cruzando los brazos.
Andrea, que estaba observando la discusión, se sintió triste. No le gustaba ver a sus amigos pelear. Trató de intervenir para calmarlos, pero Felipe y Edison estaban muy enfadados y no querían escuchar.
—¡Está bien! —gritó Felipe—. Si no quieres que yo sea el capitán, entonces no quiero jugar contigo.
—¡Pues yo tampoco quiero jugar contigo! —contestó Edison, con una expresión de enojo en su rostro.
Felipe y Edison se dieron la espalda y se alejaron, cada uno por su lado del parque. Andrea se quedó sola, sin saber qué hacer. No quería jugar sin sus amigos y tampoco quería verlos enojados.
Esa noche, Andrea no pudo dormir bien. Pensaba en sus amigos y en cómo podían reconciliarse. Se le ocurrió una idea brillante y decidió ponerla en marcha al día siguiente.
A la mañana siguiente, Andrea fue al parque temprano y preparó una sorpresa para Felipe y Edison. Colocó una gran manta en el suelo, puso unos bocadillos deliciosos y jugos frescos, y colocó tres cojines para que se sentaran cómodamente. Luego, escribió una carta para cada uno de sus amigos, invitándolos a un picnic especial para resolver sus diferencias.
Felipe fue el primero en llegar. Al ver la sorpresa de Andrea, sonrió y se sintió un poco avergonzado por la pelea del día anterior.
—Gracias, Andrea. Esto es muy bonito —dijo Felipe, sentándose en uno de los cojines.
Poco después, Edison llegó y también se sorprendió al ver lo que Andrea había preparado.
—Wow, Andrea. Esto se ve genial —dijo Edison, sentándose al lado de Felipe.
Andrea se sentó entre ellos y les sonrió.
—Chicos, somos amigos y no me gusta verlos pelear. Creo que podemos resolver esto hablando y siendo honestos el uno con el otro.
Felipe y Edison se miraron, sintiéndose un poco avergonzados por su comportamiento. Ambos sabían que Andrea tenía razón.
—Lo siento, Edison —dijo Felipe—. No debí enfadarme tanto. Solo quería ser el capitán porque me encanta el fútbol.
—Lo siento también, Felipe —respondió Edison—. Yo solo quería demostrar que puedo ser un buen líder. No debimos pelear por esto.
Andrea sonrió, contenta de ver a sus amigos reconciliándose.
—¿Qué les parece si hacemos algo diferente? —sugirió Andrea—. En lugar de tener un solo capitán, podemos turnarnos para que cada uno sea el capitán en diferentes juegos. Así, todos podemos aprender a ser buenos líderes y divertirnos juntos.
Felipe y Edison pensaron que era una gran idea. Ambos se dieron la mano y prometieron no volver a pelear por cosas pequeñas.
—Gracias, Andrea. Eres una gran amiga —dijo Felipe, con una sonrisa.
—Sí, gracias, Andrea. Nos has enseñado una gran lección hoy —agregó Edison.
Los tres amigos disfrutaron del picnic y pasaron el resto del día jugando juntos. Descubrieron que, cuando trabajaban en equipo y se escuchaban mutuamente, podían divertirse mucho más.
Desde ese día, Felipe, Andrea y Edison se volvieron aún más unidos. Aprendieron que la amistad es más importante que cualquier disputa y que siempre es mejor resolver los problemas hablando y siendo honestos.
A veces, todavía tenían pequeñas diferencias, pero recordaban la lección de Andrea y se reconciliaban rápidamente. Así, siguieron jugando juntos en el parque, compartiendo risas y viviendo muchas más aventuras.
Y así, Felipe, Andrea y Edison demostraron que, con un poco de comprensión y mucho amor, cualquier problema puede solucionarse y la amistad puede volverse aún más fuerte.
Fin.





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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.